Domingo 1.10.2023
/Última actualización 13:29
“Arte hago desde el vientre de mi madre, el arte para mí es la vida”. Cuando afirmaba esto, durante una entrevista que le realizaron en Pinamar con motivo de una exposición, Ponciano Cárdenas Canedo era ya muy veterano. Sin embargo, detrás de su voz algo cascada era posible descubrir, intacta, la pasión. Es que este artista plástico heterogéneo (dividió su tiempo en sus tareas de pintor, dibujante, escultor y hasta muralista) fallecido en 2019 a los 91 años, puso su mirada y sus herramientas al servicio del acontecer humano y la realidad social, pero desde un profundo convencimiento de que el arte era, ante todo, su motor. El auténtico impulso vital atravesado por el amor por las cosas de este mundo.
Galería de Arte BolivianoPonciano, se puede intuir por su nombre, no nació en Argentina a pesar de que la mayor parte de sus trabajos los produjo en estas tierras. Era oriundo de Cochabamba, Bolivia, un paraje que siempre estuvo presente en su obra. En efecto, algo en lo que coinciden los que analizan su producción es que nunca, más allá de su profundización de las técnicas perdió su identidad. Él mismo lo expresó durante la mentada entrevista: “para que la obra de arte sea universal, tiene que tener una identidad. Que es lo que a veces no entendemos. Pensamos que ser universal es hacer lo que hacen los otros. Para ser universal, uno tiene que pintarse a sí mismo”.
Aunque tuvo clara su vocación desde muy joven, un paso fundamental para Cárdenas Canedo se produjo cuando tenía 14 años y comenzó a ayudar en su labor al escultor Alejandro Guardia Valverde, compatriota suyo fallecido en 1977. ¿Quién era Guardia Valverde? Un escultor y arquitecto boliviano, que se desempeñó como profesor de modelado y de arte ornamental y dirigió el Museo Nacional de Arte en La Paz.
Galería de Arte BolivianoEgresado como Profesor de Pintura de la Escuela de Bellas Artes de Cochabamba, Ponciano llegó a Buenos Aires. En una entrevista que corresponde a 2016 y fue publicada por el diario boliviano “El Deber”, contó que llegó a la capital argentina en 1949, en el marco de un viaje que continuaría en España. “Pero en Buenos Aires pasé antes por la Escuela de Bellas Artes La Cárcova, ahí conocí al escultor Luis Perlotti. Luego, el director de la escuela me pregunta a qué iba a ir a España si aquí, en Argentina, podía trabajar igual”, explicaba. Precisamente, a la par de su producción artística, se dedicó a enseñar decoración mural en esa misma institución. A lo que sumó sus talleres particulares.
Galería de Arte BolivianoCárdenas Canedo se movió con soltura en torno a diversas técnicas, pero en todos los casos conservó una impronta personal que le otorga una homogeneidad, sobre todo por los temas abordados. “El sol, la mujer, los toros y el cóndor son los grandes temas en los que recurrió y se basó, para transmitir la relación del hombre con la naturaleza”, señala un artículo sobre el artista publicado por la revista Jallalla.
Galería de Arte BolivianoPonciano fue siempre consecuente con sus orígenes: aprendió de las técnicas europeas y estudió sus expresiones para traducirlas a su propia cultura. Esto se puede observar en “Mujeres” (1976), una de las obras que forman parte del catálogo de Santa Fe Arte. Se trata de un óleo donde las protagonistas son mujeres cuya tez, indumentaria y ambientación remiten a los orígenes indígenas de América Latina, esa que Cárdenas intentaba siempre visibilizar, con su historia profunda, riquísima y a la vez dolorosa. Como señala la página web del Museo Legislativo en relación a sus obras: están “profundamente enraizadas en el arte latinoamericano donde el color se encuentra al servicio de lo dramático”.
Museo LegislativoEl poeta Héctor Borda escribió unas palabras sobre Cárdenas que merecen ser reproducidas para evocarlo: “parecería que viene del tiempo, que viene agobiado de tiempo, con carga de misterio, de magia y secretos insondables. Parecería que pasó toda su vida atrapando soles, atrapando lunas. Parecería que se da a la tarea de hilar finito todos los silencios en una pushka de colores. Parecería que en las noches, desnuda a Pachamama en su lecho, como se suele desnudar a la mujer que se ama. Parecería, en fin, que habla con los dioses, y juega con los duendes. Y es así. Todo su ser. Auténtico, americano, indio, señala un contacto permanente con lo que fue y en él se hace hoy por su arte. Todo en él es tierra, es misterio de un pasado, es luz y palabra del desertar americano”.