Martes 4.7.2023
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Juan Antonio Ballester Peña tuvo varias facetas, en algunas de las cuales sobresalió más que en otras. Fue pintor, ilustrador, grabador y escenógrafo argentino. Nació en San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires en 1895. Fue un artista autodidacta, que a lo largo de su vida concretó viajes por distintos puntos del país para adquirir conocimientos.
Foto: Arte de la ArgentinaBallester expuso en forma regular desde 1928 en distintos espacios, como Amigos del Arte. Se desempeñó como escenógrafo del Teatro Colón y trabajó como crítico de arte en la revista “Nuevo Orden”. Las crónicas históricas lo colocan como fundador del taller de Arte Cristiano de San Cristóbal y la Escuela Popular de Arte en la década del 30. También como parte del Primer Grupo de Pintores Modernos.
Foto: ArtnetSu labor en las artes plásticas se puede separar en distintas etapas. Comenzó con xilografías y dibujos para publicaciones anarquistas, en lo que fue una primera época de compromiso político. Posteriormente, realizó trabajos para libros de Álvaro Yunque, Ulises Petit de Murat y Leopoldo Marechal. Más adelante se orientó hacia el catolicismo. El arte sacro tuvo en Ballester Peña un fino e inspirado cultor.
De hecho, intervino, a su vez, en el Convivio de los Cursos de Cultura Católica por los que pasaron figuras como Jacques Maritain. Participó en exposiciones internacionales como las de Nueva York y San Francisco y recibió numerosas distinciones.
Foto: Malba“Su pintura pasó desde una influencia impresionista, en especial en el uso del color, hasta las tendencias de tipo cubistas de base geométrica. El material oscila entre los empastes densos a los más sutiles”, indica la página web del Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori de Buenos Aires.
“En la serie de los paisajes del Río de la Plata y de la Patagonia trabajó con muy poca materia pero son muy ricos en su resolución especial. En la década del 60 empleó acuarelas y tizas de manera informal”, añade el sitio.
Foto: Mutual ArtRafael Squirru, en un artículo publicado por el diario La Nación el 11 de junio de 1997, afirma: “Ballester fue y siguió siendo esencialmente pintor: obsesionado por una recta conducta (le repugnaba la injusticia social) nunca abandonó la responsabilidad plástica de sus trabajos”.
“Desde su primera etapa bien representada por el retrato de su hijo hasta sus últimos paisajes pampeanos, lo que está presente en sus imágenes es su amor sin desmayos por la tarea artística que buscaba realizar con la mayor solvencia posible”, agrega.
Foto: ArtnetEn 1967 una serie de obras de este artista, correspondientes a distintos períodos, fueron expuestas en el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez de la ciudad de Santa Fe bajo la forma de una muestra retrospectiva.
Foto: MalbaEl Lunes 25 de septiembre de ese año, El Litoral publicó una columna al respecto firmada por Taverna Irigoyen (T.I.). “Ante todo, se debe destacar que Ballester Peña es un artista
fiel a su atmósfera. Y entendemos por ‘atmósfera’ al tono elegíaco, de a ratos místico, de a ratos profundamente inspirado en los aportes bíblicos, que está presente en la casi totalidad de su obra”, afirmó el crítico de arte.
Foto: Artnet“Pintor recoleto, reconcentrado en las voluntades del color como sensación, de la materia como influjo de armonías estereognósicas, Ballester Peña recobra de pronto las perdidas esencias de un periodo, para restallar -valga el término- en pinturas de vibrante sugerencia, de fino acorde conceptual”, agregó.
Foto: Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital CastañedaBallester Peña dejó un legado artístico significativo que refleja su solvencia plástica. Y aunque su obra no gozó la difusión merecida en los años posteriores a su fallecimiento, acaecido en 1978, cabe evocar su labor en estas breves líneas.