Bill Viola: El artista que retrató la muerte y la pérdida
El mundo del arte llora la pérdida de Bill Viola, un pionero del videoarte, que falleció el pasado 12 de julio en su residencia de Long Beach, California, a los 73 años, tras una larga batalla contra el Alzheimer. Viola dejó un legado impresionante, habiendo explorado temas profundos y universales a través del videoarte, inspirado por los grandes maestros del pasado.
Bill Viola junto a su instalación de video “Mártires (Tierra, Aire, Fuego, Agua)” en la Catedral de San Pablo en Londres (Reino Unido) en 2014. Fue la primera pieza de videoarte que permaneció instalada en una catedral británica durante mucho tiempo. Foto: Archivo El Litoral
William Viola Jr. nació en enero de 1951 en el barrio de Flushing, Queens, Nueva York. Desde joven mostró una inclinación por el arte, licenciándose en Bellas Artes en la Universidad de Siracusa en 1973. Fue en esta época cuando comenzó a trabajar con figuras influyentes del arte contemporáneo como Nam June Paik, Peter Campus, Joan Jonas y Chris Burden, y el pianista y compositor de vanguardia David Tudor. Su carrera despegó rápidamente, y pronto se convirtió en uno de los pioneros del videoarte.
Después de una larga trayectoria, falleció “pacíficamente” el 12 de julio en su domicilio por complicaciones derivadas de la enfermedad de Alzheimer que padecía, según informó en redes sociales Bill Viola Studio, que es dirigido por su esposa, Kira Perov.
“Cinco ángeles para el milenio” (2001), aporte de Viola de la exposición “Big Bang” en el Centro Pompidou de París, expuesta entre el 16 de junio de 2005 y el 28 de febrero de 2006. Foto: Archivo El Litoral
Capturar las emociones
A lo largo de su carrera, Viola se destacó por su habilidad para capturar y ralentizar el tiempo, creando obras que invitaban a los espectadores a sumergirse en una contemplación profunda. Una de sus obras más emblemáticas, “Observance” (2002), se presentó en la feria Arco en España, evocando los sentimientos de horror y reflexión tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Esta obra, al igual que muchas otras, demostró su capacidad para transmitir emociones intensas a través de imágenes minimalistas y profundamente simbólicas.
Viola no solo fue reconocido en España por “Observance”. En 1993, creó la videoinstalación “La habitación de San Juan de la Cruz”, evocando la celda donde el místico español fue torturado y escribió su poesía. En 1986, una visita al Museo del Prado dejó una huella imborrable en él, emocionándose hasta las lágrimas ante los polípticos medievales y las pinturas negras de Goya. Estos encuentros con el arte clásico influenciaron profundamente su obra, llevándolo a integrar elementos del Renacimiento y del arte barroco en su trabajo. Por esto fue llamado “El Caravaggio del videoarte”.
Una de las experiencias más formativas de Viola ocurrió cuando tenía seis años. Al caer en un lago, experimentó una sensación de calma y belleza bajo el agua, describiéndolo como “probablemente el mundo más bello que haya visto”. Esta experiencia cercana a la muerte marcó su enfoque artístico, infundiendo en sus obras una exploración continua de la vida, la muerte y la espiritualidad.
Lo personal es arte
En el ámbito personal, Viola encontró en su esposa, Kira Perov, una compañera y colaboradora invaluable. Conocida en 1977, Perov se convirtió en la directora de Bill Viola Studio, gestionando, documentando y planificando sus proyectos. La pareja tuvo dos hijos, Blake y Andrei, quienes también forman parte de su legado.
“Tríptico de Nantes” (1992), que representa el ciclo de la vida con imágenes de nacimiento, vida y muerte (en este caso, su madre, cuya agonía ya había retratado en “The Passing”). Foto: Archivo El Litoral
Viola exploró en profundidad las etapas de la vida humana a través de obras como “The Passing” (1991), un emotivo video sobre la muerte de su madre, y el “Tríptico de Nantes” (1992), que representa el ciclo de la vida con imágenes de nacimiento, vida y muerte (en este caso, su madre nuevamente). Estas obras, junto con muchas otras, reflejan su obsesión por las grandes preguntas de la existencia y su habilidad para comunicar emociones universales. Entre sus otros trabajos reconocidos se destacan “The Quintet Series” (2000), “Observance” (2002), “The Tristan Project” (2004), “The Night Journey” (2005), “Ocean Without a Shore” (2007) y “Bodies of Light” (2009).
En agosto de 2013 hizo su primera exposición individual en Buenos Aires, en el Parque de la Memoria - Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado; allí reunió siete instalaciones atravesadas por un claro eje temático: la idea de la partida, el doloroso momento de la separación.
La primera exposición individual en Buenos Aires de Viola reunió en el Parque de la Memoria - Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, siete instalaciones atravesadas la idea de la partida, el doloroso momento de la separación. Foto: Archivo El Litoral
Distinciones
Reconocido internacionalmente, las obras de Viola forman parte de las colecciones permanentes de prestigiosos museos como el MoMA, el Guggenheim, el Getty y el MET. A lo largo de su carrera, recibió numerosos galardones, incluyendo el Premio de la Fundación MacArthur (1989), el Premio Internacional Cataluña XXI (2009), y el Praemium Imperiale de la Asociación de Arte de Japón (2011). Fue distinguido como Doctor Honoris Causa (2011) por la Universidad de Lieja (Bélgica).
Bill Viola deja tras de sí un legado que continúa inspirando a artistas y espectadores en todo el mundo. Su exploración del tiempo, la emoción y la espiritualidad ha dejado una marca indeleble en el arte contemporáneo. En palabras del historiador del arte James Elkins, contemplar las obras de Viola con calma es acercarse a la respuesta al desafío de existir. Perov dijo de su pareja en 2017, al margen de una exposición en Florencia, que había estado “muy influenciado por las emociones extremas que se vivían en estas hermosas pinturas” del Renacimiento. “Se trataba de la pena, del luto, y eso realmente dio forma a su obra”, añadió.
Mientras el mundo del arte lamenta su pérdida, la obra de Bill Viola sigue viva, invitándonos a reflexionar sobre las grandes preguntas de la vida y a encontrar belleza en la calma del tiempo ralentizado.
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