Carlos Ángel Severi nació el 2 de agosto de 1915 en Tafí Viejo, Tucumán. En 1929, siendo apenas un adolescente, se radicó en la ciudad de Santa Fe, donde desarrolló su carrera como pintor y docente.
Fue pintor, restaurador, docente y director de la Escuela Mantovani. Su obra quedó impregnada en la ciudad y en generaciones de artistas. El recuerdo de una entrevista con El Litoral en 1979.
Carlos Ángel Severi nació el 2 de agosto de 1915 en Tafí Viejo, Tucumán. En 1929, siendo apenas un adolescente, se radicó en la ciudad de Santa Fe, donde desarrolló su carrera como pintor y docente.
Estudió en la Escuela Provincial de Bellas Artes de Santa Fe, que hoy lleva el nombre de Juan Mantovani. Se graduó en 1947 como Profesor de Dibujo y Pintura.
Se perfeccionó con Ludovico Paganini, Oscar Herrero Miranda y Sergio Sergi. En 1958 completó el curso de composición y color dictado por Herrero Miranda.
Ejerció la docencia en la Mantovani y en la Escuela Industrial Superior. En la primera, fue director hasta su jubilación en 1984 y secretario de la Sociedad de Artistas Plásticos Santafesinos.
Restauró también la pintura decorativa del Teatro Municipal. Lo hizo "con la pasión y rigor con que Miguel Angel decoró la Sixtina" según expresó en 2001 Francisco Games, en el contexto de una muestra dedicada a Severi.
Su pintura figurativa realista abordó paisajes y escenas vinculadas con la identidad local. Esto es ostensible en trabajos de su autoría como "Los charcos", "Paisaje rinconero" y "Puente de los franceses".
Vivió sobre calle Francia, en una casa rodeada de malvones y glicinas, "que hacían sombra a la estatua del ‘Bull Dog mofletudo’ obra de su autoría", según señaló El Litoral en un artículo de 2001. Allí falleció en febrero de 1999, a los 83 años.
El Litoral realizó una entrevista con Severi en marzo de 1979, cuando todavía era director de la Escuela de Bellas Artes. La misma se publicó el 13 de marzo de ese año.
"Mis guías fueron Mantovani, Sergi, Planas Casas, Fernández Navarro. De todos ellos he recibido ejemplos y experiencias: desde joven hasta mi madurez", afirmó en esa oportunidad.
Durante la charla, Severi recordó sus estudios en esa misma casa a principios de los años ‘40, cuando dirigía sus destinos el grabador y dibujante Sergio Sergi.
"Eran épocas felices, de sana bohemia creadora. Al lado de Orlando Pierri, de Gustavo Cochet, de José Domenichini y Ricardo Supisiche, aprendíamos a pintar y a vivir el arte", recordó Severi interpelado por El Litoral.
En otro de los tramos de la entrevista, se referió a la Escuela como "una gran familia que, como toda gran familia tiene sus pros y sus contras, pero que fundamentalmente, ante los momentos decisivos, permanece unida".
Al respecto, enfatizó que Santa Fe "posee uno de los mejores equipos de la especialidad en el país, y que el buen nivel con que se partió inicialmente, prácticamente no ha decaído en las nuevas generaciones de docentes".
También remarcó la pasión de los alumnos. "El interés de los jóvenes por el arte se renueva permanentemente. Yo les llamo 'las esperanzas' a los que ingresan con cierto caudal interior".
En la entrevista, Severi dejó entrever su pensamiento sobre el arte, al que definió como "un sufrimiento creador", guiado por valores como la armonía, la ética, la belleza y el orden.
Afirmó además que para hacer el camino de profesor superior en artes visuales es necesario poseer un claro impulso vocacional y mucho amor.
"Porque el arte es una de las manifestaciones más difíciles, y aparte de la capacitación que en él se puede alcanzar, hay que tener algo adentro para volcar", finalizó.
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