Miércoles 18.9.2024
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Juan Carlos Castagnino, pintor, arquitecto y dibujante argentino, dijo sobre ella: “formada en la gran herencia de Rodin y en la cercana experiencia junto a Bourdelle, nos ha proyectado, nos ha enriquecido a través de su obra plena de vigor”. Cecilia Marcovich es una de las artistas más valiosas del siglo XX en Argentina. Escultora, pintora, educadora y activista por los derechos de las mujeres, Marcovich se adelantó a su época, quebró toda expectativa de género y trazó un camino propio. A pesar de evitar el mercado del arte por convicción, su obra resaltó en la historia cultural del país.
Museo SívoriMarcovich nació en Harlau, Rumania, el 18 de septiembre de 1894, hace justo 130 años. A los 7 años emigró junto a su familia a la colonia agrícola Moisés Ville, localidad del departamento San Cristóbal de la provincia de Santa Fe, situada a unos 180 kilómetros de Santa Fe. Tres años después se trasladaron a Rosario. Allí comenzó su formación artística con maestros como Antonio Casella y César Caggiano.
Museo Nacional de Bellas ArtesA los 31 años, ya separada de su marido, viajó a París con sus dos hijos, ya todo un gesto de rebelión para su tiempo. Estudió en la Académie de la Grande Chaumière, donde fue discípula de Antoine Bourdelle y André Lhote. En 1931, su escultura fue exhibida en el Salón des Tuileries, uno de los espacios más importantes del arte europeo. Su retorno a la Argentina fue marcado por una gran muestra en Amigos del Arte, que incluyó obras realizadas durante su estadía en París.
Archivo APAMarcovich concebía la escultura como una forma de vida, una manera de entender el mundo. Ella misma lo expresó con claridad, tal como consta en el sitio web dedicado a su memoria: “para mí la palabra escultura es sinónimo de Universo con todas sus leyes de fuerza, de equilibrio y de armonía. Para llegar al sentido monumental es preciso hacer la gran síntesis, después del análisis”. Esta mirada filosófica marcó su producción artística y la elevó al reconocimiento nacional e internacional.
ArchivoMás allá de su obra artística, Marcovich reflexionaba sobre la vida y la muerte con una mirada estoica. “Pienso que, así como van las cosas, un esfuerzo útil es aprender a morir. Luchar, pensando con firmeza que a todos nos puede tocar, de un momento a otro terminar. Yo lo veo claro y no me importa”, dijo una vez. Este pensamiento refleja la fortaleza con la que enfrentaba los desafíos y su convicción en vivir con autenticidad.
En paralelo a su carrera artística, Marcovich fue una activa defensora de los derechos de las mujeres. Durante la Segunda Guerra Mundial, se unió a la Junta de la Victoria, una organización de mujeres antifascistas que promovía la incorporación de la mujer en el ámbito político y social. Su pasión por la enseñanza fue otro pilar. En la década del 40, fundó la Asociación Plástica Argentina (APA), donde dictaba clases gratuitas a cientos de alumnos. Entre sus discípulos más destacados se encuentran artistas como Demetrio Urruchúa y Rubén Fontana.
Arte de la ArgentinaA lo largo de su carrera, fue celebrada por Jorge Romero Brest, Juan Carlos Castagnino, y Rosa Faccaro. Sin embargo, tras su fallecimiento en 1976, su obra fue preservada en un depósito hasta el año 2019, cuando su nieta, Susana Tubert, puso en marcha el Proyecto Marcovich. Desde entonces, su trabajo fue rescatado y expuesto en instituciones como el Museo Nacional de Bellas Artes y el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori.
Juan Batalla, en su artículo “La pasión por el arte, según Cecilia Marcovich”, publicado el 15 de septiembre de 2023 en Infobae, destaca dos aspectos de Marovich. “En París, estudió dibujo y pintura con André Lhote -maestro de Tamara de Lempicka, Lino Spilimbergo, Henri Cartier-Bresson, Tarsila do Amaral y Antonio Berni, entre otros- y escultura con Antoine Bourdelle, discípulo de Rodin, y tras la muerte de Bourdelle continúa con Charles Despiau y pintura al fresco con Paul Baudoüin”, sostiene en primer lugar.
Marcelo GiudiciLuego indica que Marcovich “se retiró de los circuitos artísticos en los ‘60, cuando se dedicó a rotular su obra y crear un espacio expositivo en su casa-museo, donde mostró su trabajo. Falleció en 1976. Su vida estuvo marcada por una pulsión artística tan profunda que solo se interesó por crear y ayudar a sus pares, desde distintos lugares”.
Arte de la ArgentinaTalia Bermejo, en “El museo Marcovich: acción en cuatro movimientos” dice que para ella “el ejercicio del arte enlazaba con las posibilidades de crecimiento personal; también con el ejercicio de la libertad creativa y la libertad de hacer y aprender. Pensamientos que transmitía con especial interés y empatía a sus estudiantes mujeres y que luego decantarían en escritos personales como así también durante algunas entrevistas”.
“Sus movimientos, disruptivos en cuanto a las expectativas sociales, le permitieron construir una trayectoria independiente, convencida de las posibilidades que ofrecía la carrera artística: ‘así, nuestra mujer creadora, armada de un sólido lenguaje plástico podrá expresar en profundidad la visión de su mundo’. En suma, para Marcovich, la producción artística y la docencia formaban parte de una misma práctica liberadora”, finaliza.