La tragedia marítima que se transformó en obra de arte
Alude al drama de unas personas que quedaron a la deriva en el mar en el siglo XIX. El pintor Théodore Géricault, que nació el 26 de septiembre de 1791 mostró la desolación humana. Y lanzó una crítica al gobierno francés.
Fragmento de “La balsa de la Medusa”, de Gericault. Foto: Museo del Louvre
El 26 de septiembre de 1791 nació Théodore Géricault, uno de los pintores más influyentes del romanticismo. Su corta pero intensa carrera artística (murió a los 32 años de edad) le permitió convertirse en un referente central de este movimiento. Produjo varias obras de gran calidad, en particular algunas que lo acercaron a la representación de pacientes psiquiátricos y enfermos de toda índole, pero ninguna de estas obras alcanzó el impacto cultural y estético de “La Balsa de la Medusa”. Realizada entre 1818 y 1819, la pintura emerge como una muestra acabada del estilo de Géricault y también como una síntesis del romanticismo: hay emociones extremas, paisajes desolados y una crítica a las injusticias sociales.
Museo de Bellas Artes de Lyon
“La Balsa de la Medusa” representa uno de los episodios más desgarradores en la historia de Francia. En 1816, la fragata francesa Méduse encalló frente a las costas de Mauritania debido a la incompetencia del capitán, nombrado por favoritismo político. Solo unos pocos pudieron escapar en botes salvavidas, mientras que 147 personas quedaron a la deriva en una precaria balsa improvisada. Durante 13 días, los sobrevivientes enfrentaron el hambre, la sed, el canibalismo, la enfermedad, la locura y la muerte. Apenas 15 personas fueron rescatadas con vida, de las cuales varias murieron poco después. Estos hechos conmocionaron a la sociedad francesa y se convirtieron en un símbolo de la negligencia gubernamental.
Museo del Louvre
Géricault, siempre interesado en temas trágicos y sociales, decidió inmortalizar este momento. Realizó una investigación exhaustiva que incluyó entrevistas con los sobrevivientes y visitas a morgues para estudiar cadáveres. Incluso, según las crónicas, trasladó algunos miembros amputados hasta su taller para usarlos como referencia. Uno de los grandes logros de “La Balsa de la Medusa” es la forma en que Géricault alude al dramatismo de la escena. Con una estructura piramidal, el ojo se mueve desde los cuerpos exhaustos en la parte inferior hacia el punto más alto de esperanza: un hombre ondeando una tela para tratar de ser visto por un barco en el horizonte.
Archivo
Miradas
Rafael Bladé escribió en La Vanguardia en 2019 que el “artista atormentado había encontrado el motivo perfecto para plasmar pictóricamente su mundo interior: cuerpos contorsionados, exaltados o inconscientes, una inquietante necrofilia, pesimismo, locura, desesperación, delirio... Trabajó prácticamente un año inmerso en aquella pesadilla y llegó a enfermar. Nació el mito del artista maudit (maldito) que tantos adeptos tendría durante aquella centuria”.
Musée des Beaux Arts de Rouen
Julián González Gómez, por su parte, sostiene que en la pintura “se ve a los náufragos sumidos en la más absoluta desesperación, justo en el momento en que descubren la silueta de la nave que los va a rescatar, el Argus. Así, mediante una lectura en diagonal, empezando desde abajo a la izquierda y llegando a la parte superior derecha, se muestran los distintos grados de los estados psíquicos de los desgraciados balseros: desde la muerte, pasando por la desidia y la desesperación, hasta la esperanza y la alegría extrema, en una suerte de catálogo de expresiones de gran dramatismo, todas agrupadas por el genio del artista en una única obra”.
Museo del Louvre
Omar López Mato, en un artículo escrito para La Nación en 2023, expresa que Géricault “dispuso a los personajes de la balsa en forma asimétrica, con un desorden intencionado, utilizando varias líneas directrices que determinan una estructura piramidal, sin puntos de fuga y con una disposición teatral”. Y señala una curiosidad: “entre los personajes reconocibles se ven los rasgos de su amigo Eugène Delacroix como uno de los moribundos (el que está a su izquierda). Curiosamente, esta obra está en una sala del Museo del Louvre, enfrentada a la pintura más conocida de Delacroix, La libertad guiando al pueblo, donde el artista se autorretrata como uno de los combatientes en la revolución de 1830”.
Miguel Calvo Santos opina a su vez que “el tema principal de este cuadro es la esperanza (o falta de ella). A la izquierda está la muerte (emocional y biológica), pero a medida que ascendemos por esa pirámide vemos la luz, la vida representada por ese minúsculo barquito al fondo en ese amanecer entre la tormenta”.
Crítica política
A través de esta pintura, Géricault no solo muestra el sufrimiento humano, sino que lanza también una crítica al gobierno francés de la época. El naufragio de la Méduse fue un escándalo nacional y puso en evidencia la corrupción y la incompetencia de las autoridades. En este sentido, “La Balsa de la Medusa” es una denuncia social que sigue siendo relevante. A 233 años del nacimiento de Géricault, su capacidad para generar debate la mantiene vigente como una obra maestra. El Museo del Louvre en París alberga esta pintura de 4,91 metros de alto por 7,16 metros de ancho, donde se puede apreciar en toda su magnitud.
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