Hugo Lazzarini pinta los "Sueños" de los grandes artistas
El pintor y arquitecto está exponiendo en el Colegio de Arquitectos de Santa Fe una serie en la que juega con dos de sus pasiones: la figura humana y la obra de 11 próceres del arte universal. En diálogo con El Litoral repasó cada una de estas fantasías, como así también explicó su técnica y las ideas que lo movilizan.
Reflexiones: Lazzarini pensativo, espejando la actitud de uno de los personajes de “El sueño de Dalí”. Foto: Manuel Fabatía
En la Sala de Exposiciones del Colegio de Arquitectos de Santa Fe (San Martín 1754), solo en horarios matutinos, se encuentra abierta la Muestra de Arte del reconocido artista santafesino, arquitecto Hugo Lazzarini. Se trata de notable exhibición de una veintena de cuadros de su última producción, días antes de trasladarla a Europa y que lleva por título “Sueños”.
En la serie, aborda pictóricamente los sueños y pesadillas de varios artistas del arte universal, como las del Beato Angélico, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Caravaggio, Murillo, Velázquez, Gauguin, Klimt, Dalí, Picasso, Pollock, entre otros, plasmando en cada uno de ellos sus vivencias oníricas, su espíritu y su técnica. También se exponen algunas obras de “Saliendo del marco”: una serie que viene explorando en los últimos meses. Días atrás se realizó una recorrida nocturna, en la que la escritora Laura Prati compartió sus interpretaciones de cinco de las obras, que seguirán expuestas hasta el próximo jueves 25 de abril.
Lazzarini, que a la fecha posee más de 480 cuadros, se expresa por medio del “naturismo”, con el predominio del juego de luces y sombras para exaltar la figura humana, como centro de su interés. Anualmente realiza exposiciones y clínicas de trabajo en diversas localidades de España y expone en galerías de la Costa Dorada, desde Barcelona a Valencia.
La propuesta
Según Lazzarini, la serie “intenta ser una recopilación de sueños de algunos pintores tomados al azar; 11 pintores del arte universal que, a través de sus obras, de su biografía, se me ocurrió ir creando, inventando sueños o pesadillas de cada uno de ellos; asumiendo sus problemáticas, sus inconvenientes en la vida. El cuadro surge de no solo estudiar la vida de cada uno de los pintores, sino también captar de su producción lo que más puede interesar; y buscarle la anécdota, el cuentito, para que quede representado un posible sueño, una posible pesadilla”. Pero también aclara que esta propuesta es “de alguna manera es un ardid para representar, no sólo la figura humana, que es lo que hago en los otros cuadros, sino también partes de los cuadros famosos”.
Sobre el naturismo, expresa el creador: “Representa la naturaleza (como bien lo dice la palabra), en este caso exaltando la belleza del cuerpo humano. El naturismo se diferencia de lo que puede ser el hiperrealismo, por cuánto este (el hiperrealismo) capta exactamente, a manera fotográfica, a través de la pintura, un objeto de la naturaleza. El naturismo tiene el agregado que esa copia de los elementos naturales, en este caso, el cuerpo humano, adquiere un mensaje. Es decir: es la copia de la naturaleza, pero con una adaptación al mensaje que uno procura darle”.
En cuanto a la representación de las obras de los artistas referidos en sus obras, aclara: “Hay dos instancias: el copismo activo y el copismo pasivo. El pasivo es cuando uno pinta o copia pasivamente un cuadro ya realizado por otro pintor; eso por lo general se hace para entrenar la mano, para practicar, para estudiar y para aprender a partir de un cuadro famoso. Pero el copismo activo que es esto aquí, es cuando esa copia no se hace para estudiarla, sino que se hace para interpretar o para relacionarlo con una historia o con otra cosa”.
A continuación, un repaso por cada uno de los “Sueños”, en palabras de su autor.
“El sueño de Beato Angélico”. Foto: Manuel Fabatía
Beato Angélico
Guido di Pietro da Mugello, conocido como Fra Angélico o Beato Angélico (fue beatificado por Juan Pablo II, “nació en 1398; en 1420 entra en un convento con el hermano, y se hace monje: por eso es Beato Angélico. Más que religioso tenía muchas habilidades pictóricas, y hace una sucesión de trabajos, de pinturas, de tinte religioso, por supuesto, captando la espiritualidad. El estaba en Fiesole, un convento italiano, con otros compañeros: con algunos se llevaba mal y con otros eran amigos” cuenta Lazzarini.
“De ese grupito que se llevaba que se llevaba muy mal, y que eran enemigos, y que lo molestaban porque se dedicaba a pintar y no a rezar, en la pesadilla que tuvo una noche sueña que esos 12 compañeros le pisan sus obras. Es una ardid para no solo mostrar estos personajes, sino también para contar cómo estas obras son pisoteadas con gusto o de manera simbólica por estos compañeros. Es captar una historia algo posible o inverosímil, pero que tiene que ver con los sueños. En este caso puse como personajes a mis nietos, a mis yerno, un amigo, mi hermano, otro yerno, otro yerno, mis sobrinos, mis cuñados: a algunos les gustó y otros no sé”, agrega entre risas”.
“El sueño de Leonardo”. Foto: Manuel Fabatía
Leonardo Da Vinci
Sobre la obra dedicada a este “eximio inventor, dibujante, escultor, cuenta: “Tenía una bondad muy expresa con sus alumnos; eran más bien elegidos en su Florencia: los mejores muchachitos, los mejores efebos. En este caso están bajando las cortinas de sus obras y aparecen retazos de esos inventos; textos escritos al revés, con un espejo; Santa Ana con la Virgen; el Icosaedro de Platón; un estudio de de un monumento ecuestre de Sforza, muy grande; un boceto para uno de los apóstoles de la Última Cena. Pero principalmente (y a eso se dirigen estas diagonales) expone un muchachito el Hombre de Vitrubio, que es el simbolismo de lo que era el humanismo, que representó y resumió el estilo del Renacimiento. El renacimiento del hombre como centro del universo”. También hay un cuadrado dentro del rectángulo del cuadro: “Tiene que ver con el rectángulo de oro: por eso el color dorado”.
La escritora Laura Prati delante de “El sueño de Miguel Ángel”. Foto: Manuel Fabatía
Miguel Ángel
“Casi paralelamente a Leonardo aparece Miguel Ángel Buonarroti. Solía no terminar sus obras: por eso aquí está representada sin terminar esa figura tan conocida: la mano del Creador con Adán, se está levantando la vida. En el centro aparece el monocromatismo de las esculturas y los dibujos, para expresarse en los costados toda una sinfonía de colores que él bien supo plasmar, especialmente en las bóvedas de la Capilla Sixtina, Pero entre medio de esas figuras plasmadas aparecen personajes reales, posiblemente sus modelos, que están dialogando en este intercambio”.
El artista explicando “El sueño de Caravaggio”. Foto: Manuel Fabatía
Caravaggio
Sobre Michelangelo Merisi da Caravaggio, cuenta: “De alguna manera continúa la labor de Miguel Ángel, pero tiene una capacidad especial: inventa el claroscuro, el tenebrismo. Por eso todas sus figuras son más bien oscuras, muy fuertemente iluminadas. En este caso están todos estos modelos conjuntados en la misma habitación en que pintó ‘La vocación de San Mateo’, en el que está Jesús señalándole a San Mateo, que está en una mesa. Es la misma habitación: una ventana semicerrada, con vidrios empañados, una luz rasante que ilumina a estos personajes. Estos son modelos que están amontonados, esperando ser convocados. Uno es muy parecido a un San Juan Bautista que pintará más adelante. Estos muchachitos que están en unos andamios, entre telas y sogas, son los que después los pone como modelos para simbolizar los angelitos que aparecen en varios de sus cuadros”.
Se incluye otro detalle del homenajeado: “Se considera que ha sido el primer pintor que le puso nombre a la naturaleza muerta, que aparece aquí como un ardid: hay una diagonal de la luz que se cruza con la diagonal de los personajes que culmina en esta naturaleza muerta”, comenta Hugo sobre la composición del cuadro.
Murillo
Sobre Bartolomé Esteban Murillo, Lazzarini sostiene que “retoma el arte del tenebrismo de Caravaggio; y ya en España, en pleno barroco, pinta principalmente figuras religiosas. Tan luego en España, donde el catolicismo se hace muy poderoso. Murillo pinta muchas ascensiones de la Virgen, muchos santos; pero principalmente se detiene en la pintura de los niñitos, de los angelitos. Tal es así que hasta hace popo (ya ahora no se dice) había un dicho: ‘Qué bonito tu hijo, parece un angelito de Murillo’”.
En cuanto a la composición del cuadro, afirma que “está roto, separado: una parte celestial, rosadita, celestita, con una parte agresiva; que representa estos mismos angelitos transformados en diablillos, una vez que crecieron. Murillo se despierta enloquecido (por eso sus manos estampadas), porque los ve en el infierno con una edad avanzada. distinto a lo que percibió en su en su niñez. Lo que interesa es este choque, esta rotura, de una coloración angelical contrapuesta a lo infernal”.
Velázquez
La siguiente estación del recorrido es Diego Velázquez. “Era muy feliz hasta que fue convocado para pintar a los reyes y la corte. En esta pesadilla se cansó de pintar tantos brocatos tantas telas, tanta pomposidad de princesas fue siguiendo desde la cuna hasta la niñez, la adolescencia, un poquito más, hasta la vejez. Son los mismos personajes que pintó en infinidad de cuadros, cargados con sus vestidos. Acá se cansó tanto que ya no le queda ganas ni colores para pintar a la reina Ana”, que aparece desnuda.
Los personajes comienzan en colores y mutan al gris en la parte inferior, “porque su pesadumbre terminó engrisando. Los perritos de los reyes son mudos testigos (o no tan mudos) de esa locura y aquí aparecen. También la rueca que aparece en ‘Las hilanderas’: es el primer cuadro que pinta el movimiento en la historia. Antes los ejes de las ruedas de los carros y demás eran pintados quietos: en cualquier obra antes del 1660 todos los ejes de las ruedas eran rectos; Velázquez pintó la velocidad. Es un homenaje, porque se anticipó a los tiempos modernos. ‘Las hilanderas’ está hecho con una rapidez y una velocidad de pintura que se anticipa en tres siglos al impresionismo”, destaca el artista. “Y como es conde-duque de Olivares lo metió en este trabajo, sale huyendo al fondo. También están las lanzas de ‘La rendición de Breda’, hay una entonación de todo lo que hizo Velázquez a través de esos oropeles”.
Paul Gauguin
“Estamos en 1848 más o menos. Gauguin era un pintor oscuro que vivía en Copenhague; era corredor de bolsa, así que tenía familia, tenía hijos y demás; pero estaba enloquecidos de esa oscuridad: como a tantos les pasa, de esa permanencia en las oficinas. Entonces un buen día tomó un barco cualquiera y se fue a la Polinesia: hizo dos viajes”, explica Lazzarini, mostrando que cada viaje se corresponde con una mitad del cuadro.
“Se enloqueció con el cielo, con las flores, con el verde, con las mujeres... amó a todas las mujeres que pudo y las pintó. En un viaje, después retornó; y en un segundo viaje donde terminó sifilítico, de tantas mujeres. Pero él recuerda a tres personajes: de todo este enjambre de mujeres tres la mayor, que le dio tres hijos, una chiquita de 14, 15 años, y una que lo sostuvo hasta el último día de su vida, se llamaba Annah.
De esa historia le quedaron tres hijos, que están representados en blanco y negro, fuera de este colorido, aquellos que más amo y que aparecen en colores”.
Gustav Klimt
“Rompió absolutamente con todo: imaginémonos el fin del Imperio Austrohúngaro, 1890, 1896: la época de Sissi y de los vestidos anchos, Francisco José. En esa Viena que se transformaba inventó un tipo de arte muy especial. Por lo pronto, le gustaban las mujeres mucho; que pintó solamente dos hombres: un Adán y un personaje secundario en uno de los murales de la Universidad: son cuadros que se perdieron durante la guerra, en Viena.
Al tipo le gustaban tanto las mujeres que las pintaba de distintas maneras; pero con una especial atención a todo lo que es la decoración: era muy decorativo. Se basaba en el arte de los egipcios, algo de los japoneses, pero principalmente de Bizancio, donde aplicaba mucho oro en todas las pinturas. Entonces él buscaba, entre la figura y el fondo, el disimular una y otro. En sus cuadros (recordemos ‘El beso’, por ejemplo) uno no sabe dónde termina la figura y dónde está el fondo.
Hay un personaje especial, están dándole pleitesía, pero en realidad esta es una coraza que pintó de Palas Atenea en otra mujercita que aparecen sus cuadros. Él pintó mujeres poderosas cortándole la cabeza a alguien: por ejemplo, Judith, que le corta la cabeza a Holofernes, que aquí está oculta. Pintó una Salomé que le corta la cabeza a Juan el Bautista. En esa serie de cuadros que tienen que ver con el poder de la mujer, tiene una pesadilla que estas mujeres, que le rinden tanta pleitesía, una tiene la cabeza de él mismo como trofeo. Y otra, en esta tridente, otro pedacito de su anatomía. Una pesadilla bastante fuerte y dura”.
Salvador Dalí
Sobre Salvador Dalí, Lazzarini afirma que “no podés pintar sus sueños, porque toda su producción es un sueño, toda su producción es una locura: así que es difícil pintar una locura de la locura. Por eso principalmente aquí están representadas distintas obras de él, que de alguna manera están narrando cosas. Hay una tela que la pintó en ‘El sueño de Guillermo Tell’; y por supuesto, él se pinta en su magnitud: en una foto en sepia, en una foto en blanco y negro, en una foto quemada; y la superposición de las camisas forman el número uno: era realmente egocéntrico”.
En ese montaje “aparecen las figuras de hombres y mujeres que él amaba, junto con un personaje que detestaba (Tontín de ‘Blancanieves y los siete enanitos’) porque se llevaba muy mal epistolarmente con Walt Disney. Y retazos de cuadros: como los tigres, las señoritas de Ámsterdam, dos mujeres que representan la cabeza de Voltaire, mirando desde lejos. Este es un paño quemándose, como las jirafas con sus cabelleras incendiadas: es el paño comunista. Hay una representación del infinito: tiene un cuadro que tiene todos esos rectángulos que forman un abanico de elementos. Por otro lado, el sol que ilumina estos personajes es un huevo frito, que está iluminando los relojes imposibles, del tiempo que se diluye. Un paisaje de Portlligat, que era su lugar ideal; y este personaje que tiene que ver con este la deformidad de Guillermo Tell, tristemente decepcionado por esa deformidad que lo atormenta, en la rosa se inspira para pensar que, a pesar de las deformidades, vale la pena vivir.
Pero está sentado sobre un David, que a su vez se espeja (como él hace muchos cuadros) sobre un David de piedra. Este David tiene pelo largo, y este pelo es en realidad es la barba del Moisés de Miguel Ángel, desde el David esculpido por Miguel Ángel. Pero también representa la coleta de su hermana Ana María, a quien Dalí pinta varias veces apoyada en una en una ventana. Todo va a decantar al cajoncito de los recuerdos: él hizo muchos cuadros con imágenes de cajoncitos que se van abriendo”.
“El sueño de Picasso”. Foto: Manuel Fabatía
Pablo Picasso
Para abordar a Pablo Picasso, el artista santafesino partió de una obra muy especial: "Es quizás el cuadro más más más importante de su carrera. Aquí hay una superposición del ‘Guernica’ en distintas tonalidades, distintas formas, que da la sensación de que se están superponiendo y destruyéndose por las mismas bombas que inspiró a este drama de la Guerra Civil Española. En medio de ese fragor aparece él, y luego una serie de cuadros que no dejaron conformes a sus personajes. Por ejemplo: cuando él ‘Las señoritas de Aviñón’ (un cuadro realmente estupendo, porque en 1920 rompió con todo lo anterior: son unas mujercitas que no tienen nada que ver con la realidad) dejó disconforme a un muchachito que también participaba de este prostíbulo; era un prostituto de allí, que se enojó porque no lo puso en el cuadro, entonces después lo tuvo que pintar aparte. Pero hay otro personaje que se enojó, entonces en este sueño aparece en la etapa anterior de Picasso, la etapa azul, y en la etapa posterior, la cubista. En medio de una instancia anterior y posterior aparece este personaje que hubiese tenido que estar dentro de ‘Las señoritas de Aviñón’. Hay otro muchachito hermoso, que está enojado porque, con tan linda presencia, Picasso lo hace como un retrato africano. Lo mismo dos mujercitas, con la sonrisa y con los labios preciosos, a quienes Picasso pinta con labios verdes y con los ojos para un lado y para el otro. También su amigo y marchant, Ambroise Vollard, quedó súper enojado: porque lo pintó tres veces y ninguna le gustó.
Picasso era tan especial que no a todos los dejó conformes; pero fue el pintor quizás más importante del siglo XX: el que transformó la pintura llevándolo a una instancia internacional superior a todo.
Jackson Pollock
La última estación del viaje es Jackson Pollock, a mediados del siglo pasado. “Es un pintor norteamericano, que era muy mal pintor: no sabía dibujar, y tuvo en sus primeros tiempos burlas de sus compañeros de la Escuela de Arte en Nueva York. Tal es así que se dedicó a la bebida, murió incluso muy joven, en un accidente automovilístico, pero porque conducía borracho. Algunos dicen que fue una simple casualidad, que se derramó un tarro de pintura, pero a lo mejor fue por invento: creó un tipo de pintura que trascendió y que de alguna manera es el símbolo de la pintura yanqui: ponés la tela en el piso y vas chorreando, salpicando, creando una irrealidad a partir de cuatro o cinco colores, plenos (en este caso grises, azules, naranjas y amarillos).
Pero en la pesadilla él siente que se le derrite este cuadro y emerge uno de esos viejos cuadros que él quemó. Porque cuando se hizo famoso tomó todos los cuadros de su juventud, que eran pésimos y los destruyó. Al punto que esto es un invento: tomé fotos de su casa de los libros, y me imaginé que él dentro de esos cuadros seguramente pintó su casa paterna”.
Una obra de la serie “Saliendo del marco”. Foto: Manuel Fabatía
Realización técnica
-¿En qué período se hizo esta serie?
-Por suerte estoy jubilado, entonces tengo mucho tiempo. Con mi esposa viajamos todos los años a Europa, por suerte también, desde junio/agosto a septiembre: son dos o tres meses, porque allá expongo, tengo galerías adheridas, en las cuales también pinto en directo.
Al regresar el año pasado, en septiembre, comencé a hacer esta serie. Quiere decir que esto tiene fecha desde el 10, 15 de septiembre en adelante. Cada uno de estos cuadros por supuesto lleva sus 15, 20 días porque llevan detalles precisos; trabajando diariamente y mucho tiempo.
-¿Pintando en simultáneo o uno por vez?
-Todos comenzaron en forma discontinua: el primero fue Da Vinci y el último fue el de Beato Angélico. Los más discontinuos con respecto a los tiempos
-¿Cuál es el proceso para cada uno?
-De cada uno de ellos leo: casa tenemos una biblioteca. Voy leyendo a la noche de cada uno de los pintores y voy extrayendo parte de su vida, sus problemas; y analizo sus obras. Luego hago un rejunte de sus obras principales; en algunos casos, cuando hay que copiar, saco fotocopias de las cosas en mayor o menor tensión,
Después de estudiar, de aprender, de ver los dibujos, se hace un bosquejo general, de qué es lo que quiero plasmar: aparece un 70, 60 por ciento de la imagen original. Luego se van creando cosas, sobre la marcha, pero con una idea general, con un dibujo previo. Luego se plasma en la tela.
La de los cuadros más recientes (la serie “Saliendo del marco”) es una técnica especial de mucha más dedicación: esos cuadros tienen cuatro manos; los “Sueños” no, salvo alguna figura que tiene dos o tres manos. Pero en general como son relativamente copias de la original, uno va tomando la pincelada del pintor; va copiando su técnica.
Pero los otros cuadros que están acompañando la muestra tienen otro tipo de trabajo. Se hace un bosquejo de lo que quiero representar; luego entonces este se dibuja con paciencia: son modelos reales, chicos y chicas de los que, en Buenos Aires, junto con otros pintores tomamos bocetos y fotos. Cobran bastante, pero como somos seis o siete pintores dividimos: la hora de un modelo de estos está 40.000 o 50.000 pesos.
Luego de bosquejar y tener más o menos la idea, ahí entonces se plasma el en el tamaño real: un metro por 70 u 80 centímetros, cierta medida que permite después enrollarlo y llevarlo a Europa. Por eso no son cuadros grandes; tengo cuadros grandes de otras épocas.
Luego de que está dibujado (porque siempre un buen dibujo es la fuente de un buen cuadro), hasta a veces sombreado, después se pasa la grisalla: es una técnica de óleo color negro o marrón oscuro que le llamamos tierra de Siena tostada; con bastantes elementos acuosos: en este caso con solvente. Como es muy liviano se hace la primera tirada, la primera práctica: ya se busca el claroscuro y se va moldeando este la formación anatómica.
Luego se pasa a la primera entonación, en la cual uno va corrigiendo, se va aplicando el color. Luego va una tercera etapa de detalles, y hasta a veces una cuarta, donde uno va este profundizando los tonos o las oscuridades; o por ejemplo darle valor a la redondez del cuerpo y demás. Así que son son cuatro o a veces cinco etapas.
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