Lunes 23.9.2024
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Mele Bruniard nació en Reconquista el 19 de noviembre de 1930. Realizó xilografías, dibujos a plumín y pincel, aguafuertes, paneles modulares y murales. Domingo Sahda la describió como “consecuente y tenaz creadora, convencida de su trabajo y su destino artístico, ha construido con el pasar de los años una suerte de cosmogonía de imágenes, de símbolos, de retratos, de arquetipos, en los cuales la exigencia técnica va enlazada de modo admirable con la iconografía de soles, lunas, flora y fauna, rostros, perfiles que se muestran y se imponen por el aura de sarcástico humor”. Falleció en 2020.
En septiembre de 1975, con motivo de la muestra denominada “20 años de grabado de Mele Bruniard”, la artista ofreció una entrevista a El Litoral, que se publicó el día 23 de septiembre. Reproducimos a continuación los principales pasajes.
Archivo El Litoral“-¿Cómo salió de ‘su’ Reconquista para ir a Rosario y cuáles fueron las finalidades de este viaje que culmina casi en el día de hoy con 20 años de su grabado?
-Empezó hace mucho tiempo, en el año 30 como dice el catálogo -ex-presa-. Nací en Reconquista, un día de noviembre; según mi madre, una tormenta brutal, esa noche, me trajo al mundo. A mi vida la he dividido por décadas. Diez años después moría mi padre y nos desplazamos a Rosario. Allá estudié, hice el Profesorado y en la década de los veinte empecé a grabar, o sea, a los 24 años. Además del Profesorado hice un estudio de grabado en forma personal con Juan Grela. Esos años, los de la década de los 20 volaron, y vinieron los 30, y a los 30 me casé y entonces ya estoy en la década de los 40.
Archivo El Litoral-Bueno, pero vamos por partes. Desarmemos estas tres o cuatro etapas fundamentales. Hablemos sobre la primera. Los diez primeros años allá en Reconquista con monte, con quebracho, con aljibe en el medio del patio.
-Fueron 10 años muy felices contesta-, donde la familia era completa. Y recuerdo mi casa en una esquina en V, con las piezas corridas, una galería, la escribanía de mi padre; mi padre era escribano, y además santafesino, y un enorme jardín. Siempre que pienso en Reconquista me veo en el jardín entre las plantas. Teníamos árboles frutales y todo tipo de árboles y allí creo que empezó la trastienda de mi vida...
Archivo El Litoral-¿Usted cree que toda esa escenografía natural, ese calor ambiental, esos pájaros, esas estrellas, esos gatos etc., están en su obra?
-Sí, todo está en mi obra. Yo una vez dije y repito, tengo esa sensación... Tengo 44 años, voy a cumplir 45. Me siento como una niñita de seis años, de siete, que mira dentro de sí y ve siempre algo nuevo. Aquello siempre está.
Archivo El LitoralHoy tenemos a la niña Mele Bruniard con 20 años de oficio, 44 años de vida, y ya nos habla de su segunda etapa, es decir, de Reconquista a Rosario.
-Fue muy triste y también me marcó mucho, porque la muerte de mi padre fue casi simultánea a la de mi abuela. Recuerdo con mucha tristeza esos años. Fueron muy duros en una ciudad inhóspita, grande, demasiado grande para lo que fue Reconquista, inhóspita porque yo no conocía a nadie, porque tuve que ir a una escuela distinta y fue muy duro porque la plata no alcanzaba, y fue duro porque había que estudiar y faltaba de todo. Esa es una etapa que también está en mi obra. Es muy triste y unos amigos de Rosario me dijeron: "Mele, pero esto es tremendo. Y agregué: Y faltan las arañas enormes y otros insectos, y esos avestruces que surgieron de semillas de zapallo y una serie de figuras "truniardescas". Fue una época de mucha tristeza y de mucho dolor para mí.
Archivo El Litoral-Posiblemente allí es donde se denote la profundización de la soledad que se denota en su obra, en cada letra puesta por allí, en cada blanco, en cada negro...
-Pienso siempre que el blanco y el negro de la madera fueron mi camino por esa década de adolescencia mal vivida y de juventud mal vivida también.
Después Bruniard se refiere a la segunda etapa, indudablemente importante.
Archivo El Litoral-En la de los veinte completo mis estudios así, a los tirones, y trabajando extra para poder recibirme y para poder ir al taller de Juan Grela, y ya a los 24 años iba a la calle a exponer con la agrupación que ya existe de grabadores rosarinos. Y luego todo es vertiginoso. La vida me exige trabajo. Trabajo intensamente y ya casi a los 30 conozco a mi marido y nos casamos en cuestión de meses. Nos casamos un martes 13. Y allí empezó una etapa muy feliz, que sigue. Creo que soy más joven hoy que a los 20. Creo que soy más feliz hoy que a los 15. Yo viví mal esa edad. Llena de ansiedad y de cosas que no podía tener. Me faltó mucho. Tenía una madre muy enferma que falleció enferma de la cabeza, completamente perdida y eso también fue una etapa muy triste. Cuando murió mi padre ella cayó en un torbellino de desesperación.
Archivo El Litoral-De la obra del 70, hasta ahora, es decir 70-75, ese episodio se nota.
-Si además en mi vida todo se ha ido armando como un juego de blancos y negros. Como yo veo mi tapiz último que está colgado en la sala donde la cosa modular se plasma, se une, se amalgama; es un rompecabezas donde cada pieza ocupa su lugar. Creo que todas las etapas se han ido uniendo con exactitud con una precisión de milímetros. Nace mi hija y muere mi madre. Mi hija tiene hoy seis años y realmente yo me siento muy feliz”.