Martes 27.8.2024
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A finales de agosto de 1911, uno de los pintores que solía visitar el Museo del Louvre para usar a la Gioconda como inspiración se encontró con una novedad: el cuadro más famoso de Leonardo Da Vinci no estaba en su lugar. Al principio, no se alteró, ya que el retiro de obras para mantenimiento era algo habitual. Sin embargo, con el paso del tiempo, se dio cuenta de que había algo más. Efectivamente, era testigo de uno de los robos más sorprendentes de la historia del arte.
La Gioconda ya era una obra de renombre mundial, famosa por su enigmática sonrisa. Su desaparición causó una conmoción internacional, similar a una “viralización”, en una época analógica. Se desataron intensos esfuerzos para recuperar la pintura, pero sin éxito. Incluso artistas de renombre como el poeta y dramaturgo Guillaume Apollinaire y el pintor Pablo Picasso fueron detenidos e interrogados, aunque no tenían relación con el hecho.
Historia ArteDurante más de dos años, el paradero de la Gioconda fue un misterio. En este contexto, aparece una curiosa derivación en Santa Fe. Cuando la noticia de la sustracción llegó a los habitantes de “la cordial”, decidieron tomar cartas en el asunto. Se les ocurrió exhibir una reproducción del cuadro en el Teatro Municipal, junto con otras de diversas características.
En su edición del domingo 27 de agosto de 1911, el diario Santa Fe publicó una noticia con una imagen de la Mona Lisa, acompañada del siguiente texto: “La fotografía que reproducimos es copia exacta de valiosísimo y artístico lienzo recientemente robado del gran museo del Louvre, y cuyo paradero, a pesar del empeño que demuestra la policía francesa, no se ha podido descubrir”.
Archivo Santa Fe / Hemeroteca Digital Castañeda“Como se trata de un original de valor inapreciable, del que se privará seguramente al mundo entero, pues no es difícil que los secuestradores lo hagan desaparecer para evitar ser descubiertos, se presenta aquí, entre nosotros, la ocasión de adquirir una artística reproducción que, por su costo equitativo, debe ser considerada por las personas de buen gusto”, continúa el texto.
“La reproducción a la que nos referimos estará en exhibición en el Teatro Municipal, juntamente con otras también de valor”, finaliza el texto. Una estrategia que, en términos actuales, podría considerarse como un ejemplo temprano de marketing.
V. Peruggia. Foto: Archivo¿Cómo se resolvió el caso?
El misterio de la Mona Lisa se develó en 1913: el autor del robo era Vincenzo Peruggia, un pintor italiano que había trabajado en el Louvre y conocía sus instalaciones. Aprovechó un fin de semana, cuando el museo estaba cerrado, para sacar la pintura, que fue a parar a su departamento en París. La mantuvo oculta hasta que intentó negociar con un marchante de arte italiano, que sospechó de la autenticidad del cuadro y contactó a expertos que pudieron confirmarlo. Así, la pintura fue recuperada y regresó triunfante al Louvre.
Archivo / Museo LouvreSin embargo, existe una historia no oficial que incluye a un argentino: Eduardo Valfierno, un estafador argentino. Según algunas hipótesis, Valfierno habría manipulado a Peruggia para ejecutar el robo. La idea era crear una serie de réplicas y venderlas como originales. La noticia del robo inflaría el valor de las copias, que podrían ser comercializadas como auténticas. Aunque no hay pruebas sólidas al respecto, el aura de misterio que añade al caso es irresistible. Como dice la famosa frase de “Un tiro en la noche” de John Ford, si la leyenda es mejor que la realidad, conviene publicar la leyenda.
Más allá de las teorías, lo concreto es que la impresionante cobertura mediática que recibió el caso aumentó la fama de la Gioconda, que hoy atrae a gran parte de los 9 millones de visitantes anuales del Louvre.