A través de sus pinturas, el pintor alemán que participó de la Primera Guerra Mundial y más tarde fue censurado por los nazis, muestra una sociedad descompuesta, utilizando su arte como una poderosa herramienta de crítica social.
Fragmento de “Flandes”, obra de 1934 de Dix. Foto: Nueva Galería Nacional de Berlín
El pintor alemán Otto Dix es reconocido por su crítica social y su técnica excepcional. Nacido en 1891 y fallecido el 25 de julio de 1969, su obra es un reflejó de los cambios turbulentos que atravesó Europa durante el siglo XX. Comenzó su periplo artístico en 1909, cuando consiguió una beca para estudiar en la Escuela de Arte de Dresde, epicentro del expresionismo. Allí conoció de primera mano este movimiento pero a la vez estudió a los maestros renacentistas alemanes e italianos. Estos estudios cimentaron la base para su estilo, que se vale de ambos estilos.
Staatsgalerie Stuttgart
La marca de la guerra
En 1914, se alistó en la Primera Guerra Mundial, una experiencia que marcaría su obra. Los horrores y la brutalidad del conflicto bélico, uno de los más sangrientos de la historia debido a los avances tecnológicos puestos al servicio de la muerte, impregnaron sus pinturas, crudas en su representación de la realidad. Esta etapa de su vida es crucial para su arte.
Centro Pompidou
Beatriz Zamorano Navarro sostiene en tal sentido que “Dix opta por mostrar el crimen como una obra de arte, una estética de la violencia, por así decirlo. Veterano de la I Guerra, vio todo tipo de atrocidades y decidió mostrarlas en su arte, tal vez como terapia, tal vez como crónica de una sociedad putrefacta donde los estragos morales fomentaban un despertar de los instintos criminales que había dejado la guerra”.
Galerie Neue Meister
Movimiento propio
Tras el conflicto bélico, entre 1919 y 1922, el pintor fue uno de los fundadores del Dresdner Sezession Gruppe 1919, un grupo radical de escritores y artistas expresionistas y dadaístas. Esta comunidad artística impulsó su desarrollo y lo conectó con otros artistas que compartían su visión crítica del mundo.
Haggerty Museum of Art
Entre 1922 y 1925, vivió en Düsseldorf, donde se casó con Martha Koch y se vinculó a la galería de vanguardia de Johanna Ey. Durante este período, su obra se cargó de una violenta crítica social, utilizando la técnica del temple sobre tabla, propia del Renacimiento, para alcanzar un realismo ácido. En 1925, participó en la exposición Neue Sachlichkeit (nueva objetividad) en Mannheim.
Moma
Ricardo Rebolledo en La Izquierda Diario escribió sobre Dix que “su obra es más bien ecléctica, no parece contentarse con ninguna técnica, o medio en particular, tras la vuelta de la guerra podemos encontrar en su obra, óleos, guaches, acuarelas, litografías, tallados y dibujos, de los más diversos tipos. Aunque existe un acuerdo general en insertarlo dentro del expresionismo alemán, este mismo movimiento no define claramente sus límites, que sólo podría ser entendido en negativo al impresionismo de pre-guerra, como al naturalismo de finales del siglo xix. Su misma obra tiene elementos del dadaísmo y del cubismo, incluso del collage. Hilando más fino nos encontraremos con un movimiento más adecuado, que se aleja de los aspectos más individualistas del expresionismo a secas. Este será el movimiento denominado, la “Nueva Objetividad” (Neue Sachlichkeit), de una línea más dura, y más comprometida socialmente, donde Dix, junto con George Grosz (según los nazis, el ‘bolchevique cultural número uno’), serán su lado más contestatario”.
Antigua Galería Nacional de Berlín
Perseguido
En 1925, animado por el galerista Karl Nierendorf, el artista se trasladó a Berlín. Allí alcanzó una gran fama como retratista de la sociedad, en una ciudad que vivía uno de sus periodos más creativos. Sin embargo, la llegada del nazismo desmoronó este auge. En 1926, Dix fue nombrado profesor en la Akademie für Bildende Künste de Dresde, pero fue destituido, sus obras fueron confiscadas y catalogadas como “arte degenerado”. En la óptica de Miguel Calvo Santos: “el arte de Dix es brutalmente honesto. Está cargado de mensaje, pero vacío de pedantería. Critica a la sociedad, pero no la juzga. Se puede considerar ‘feo’, pero en realidad es de una gran belleza por lo que tiene de verdadero”.
Archivo
Obras como cachetadas
A pesar de la persecución del régimen totalitario, Dix continuó pintando, dedicándose a la pintura de paisajes y temas religiosos. En 1945, fue movilizado nuevamente y hecho prisionero por el ejército francés en Colmar. Tras su liberación, regresó a Alemania, donde vivió el resto de su vida dedicado exclusivamente a la pintura. Su obra, que combina el realismo crudo con una técnica exquisita, ofrece una visión penetrante de la humanidad y sus miserias. Llegó a ser definido como “El Bosco del siglo XX”.
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Cómo señala Omar López Mato en La Prensa: “Otto Dix distorsionaba apariencias para enfatizar lo feo, la parte oscura de la naturaleza humana para resaltar la sátira, la hipocresía, la perversión humana y así convertirse en provocativo”.
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