Jueves 21.3.2024
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La poetisa estadounidense Emily Dickinson describió al otoño como “el suspiro de la naturaleza mientras se prepara para el invierno, dejando atrás el pasado y abrazando el cambio”. Pablo Neruda, su par chileno, utilizó esta estación del año para hablar del desamor: “hoy una mano de congoja, llena de otoño el horizonte. Y hasta de mi alma caen hojas”. María Elena Walsh, con su dominio de las metáforas accesibles para todas las edades, lo convirtió en un señor que “con sus tijeritas amarillas pasó por el jardín: le cortó las patillas y los bigotes al jazmín”. Y el uruguayo Mario Benedetti lo transformó en un pedido urgente: “aprovechemos el otoño antes de que el invierno nos escombre. Entremos a codazos en la franja del sol y admiremos a los pájaros que emigran”.
Las artes plásticas, en todo tiempo y espacio también hallaron en los colores de la estación que prologa al invierno la inspiración para obras que trascienden el paso del tiempo. En las lìneas que siguen repasamos cinco que responden a movimientos estéticos y miradas diferentes, pero confluyen en la mirada emotiva sobre el otoño, la estación que en estas latitudes comienza hoy.
La primera de las elegidas es “Hojas de otoño” de John Everett Millais, descrita por el crítico John Ruskin como “el primer ejemplo de un crepúsculo perfectamente pintado”. Millais integraba el movimiento los prerafaelitas, un conjunto de artistas británicos del siglo XIX que rechazaban los estilos predominantes de la época, especialmente el academicismo. Pretendían una vuelta a las técnicas y estilos anteriores al período del pintor renacentista Rafael, a través de una mirada detallada y realista en la representación de la naturaleza y la figura humana. Millais fue uno de sus exponentes.
Millais Manchester Art Gallery“Hojas de otoño” muestra un atardecer en el cual unas jóvenes juntan las hojas caídas en un jardín. “Las interpretaciones de la obra giran en torno a la puesta del sol, símbolo del fin del día y las hojas marchitas, por lo que esta obra se considera como una reflexión sobre el paso del tiempo . Las melancólicas expresiones de los rostros indican que su juventud pasará , mientras que la presencia apenas esquemática de un hombre con rastrillo recuerda la brevedad de la vida”, escribió al respecto Mercedes Tamara.
La segunda obra de la lista es “Mañana otoñal (la gran vista de Vernon)” de Pierre Bonnard, pintor e ilustrador francés referente del movimiento de los Nabis, grupo influido por Paul Gauguin y el arte japonés, que, según indica Miguel Calvo Santos, defendían el arte como “la manera subjetiva de expresar las emociones”. En su “Mañana otoñal”, Bonnard invita al que mira a colocarse sobre una colina para, desde allí, mirar observar un paisaje de Vernon, evidentemente asociado a la estación del año de las hojas secas. “Un cuadro es un pequeño mundo que debe bastarse a sí mismo”, afirmó una vez este artista. En este caso, cumple ese cometido.
Colección privadaClaude Monet fue uno de los artistas fundamentales del movimiento impresionista, caracterizado por el intento, innovador en el siglo XIX, de reproducir la impresión vital del mundo. Lo que querían los impresionistas era pintar la luz en el momento preciso en que se producía su observación del mundo. La obra seleccionada para integrar esta nómina se titula “Efecto de otoño en Argenteuil” y es un lienzo pintado con la técnica del óleo que data de 1873 y que se conserva en la Courtauld Gallery de Londres. El lugar elegido para tomar como inspiración, está ubicado cerca de París, a orillas del Sena, y Monet pintó en varias oportunidades escenas ubicadas allí. En este caso, prevalecen los tonos amarillentos, que brindan un clima otoñal.
Courtauld Gallery LondresLa cuarta pieza, “Otoño” pertenece a un francés que vivió muchos años en Argentina, hasta su muerte en 1935 en la provincia de Córdoba: Fernando Fader. Formado en Alemania, donde recibió influencias del impresionismo, trabajó mucho en sus obras sobre el tema de las la sierras. En efecto, como indicó Ana Schwartzman, Fader “pintaba sus cuadros a plein air y según la tradición impresionista de poner atención en la representación de la luz”. “Estudió cómo, por ejemplo, en un día de sol los árboles se ven de una manera, y en un día nublado, de otra. Pintó con manchas de color, buscó trasmitir el alma del paisaje argentino, señaló en el mismo sentido María Gainza. Todos estos aspectos están presentes en el enfoque de la obra que justifica estas líneas.
Colección privadaEl último de los artistas elegidos es Emil Nolde, expresionista alemán, fascinado por Vincent van Gogh, Edvard Munch y James Ensor. “Atardecer de otoño”, conservada en el Museo Thyssen, fue pintada en Utenwarf, en su nativa Schleswig, que se convertiría en Dinamarca después de la guerra. “En esa zona Nolde había adquirido una casa en 1916 en la que pasaría largas temporadas cada año. Esta melancólica pintura, que según Peter Vergo fue realizada entre mayo y octubre de 1924, representa el paisaje llano de la zona, con sus características grandes nubes, en medio de una agitada tormenta, que le confieren un aspecto de turbadora amenaza”, señala al respecto el portal del mencionado Museo. Y agrega que, como la mayoría de sus pinturas de los años ‘20, en “Atardecer de otoño” los colores “se hacen más saturados y están cargados de connotaciones simbólicas y emotivas”.
Museo Nacional Thyssen-BornemiszaDesde la mirada detallada de los prerafaelitas hasta la explosión de color y luz del impresionismo, pasando por la subjetividad de los Nabis y la intensidad expresionista, cada obra invita a contemplar la fugacidad de la vida y la belleza efímera de la naturaleza.