Lunes 10.4.2023
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“Deslicen sus ojos por una sala de arte argentino. Háganlo lánguidamente, sin enfocar. Cuando sientan un sacudón como cuando el auto en el que van pasa por encima de un cuis en la ruta, deténganse: es altamente probable que hayan quedado frente a un Victorica. Lo que ha provocado el sacudón no fue el tema del cuadro sino la forma en que está pintado. Todo en las pinturas de Victorica está enrarecido: los planos que cortan sin sentido, el modo tosco de aplicar el óleo, las costras de material, la cantidad de información contenida en el espacio acotado de una tela, la manera en que el pintor nos hace saltar sobre la anécdota para zambullirnos en el significado. No es un gesto de modernidad, ni tampoco un manierismo; es más bien la correlación objetiva de lo que la experiencia de vivir supone para el pintor”. Las palabras de María Gainza, vertidas en el libro “El nervio óptico”, sirven para sintetizar el tipo de obra desarrollada por el artista plástico Miguel Carlos Victorica.
Foto: Museo Nacional de Bellas ArtesNacido en Buenos Aires el 4 de enero de 1884, Victorica tuvo su primer contacto con el arte gracias al pintor romano Ottorino Pugnaloni. Más adelante, avanzó en sus conocimientos sobre el tema bajo la supervisión de Eduardo Sívori (introductor del realismo pictórico en Argentina) y Ernesto de la Cárcova, quien fuera primer director de la Academia de Bellas Artes de la Nación y fundador de la Escuela Superior de Bellas Artes.
Foto: Museo Nacional de Bellas ArtesA los 27 años, Victorica se traslada a Francia para estudiar con Louis-Marie Désiré-Lucas, pintor y litógrafo especializado en pintura de género y retratos. También recorre otros puntos de Europa y toma contacto con diversos artistas. En estos años están fechadas obras de su autoría como el “Retrato del escultor Madariaga”, puntualmente de 1912. Regresa a la Argentina en 1918 y envía su Autorretrato al Salón de Primavera. Víctor G. Fernández, desde su rol de director del Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín, explicó que una vez en su país, Victorica iba a seguir sus propios caminos. “Ya no habría huellas para continuar sino horizontes por explorar”.
Foto: Museo Nacional de Bellas ArtesEn efecto, según Fernández, “su producción, siempre figurativa, se ajustará a los géneros tradicionales: retratos, paisajes, naturalezas muertas, desnudos y temas religiosos. Su originalidad radicará menos en el ‘qué’ pinta, que en el ‘cómo’ lo pinta. No habrá soluciones o recetas uniformes; era su inspiración, pero siempre acompañada por su oficio, que le permitía abordar con igual eficacia los rumbos que sus búsquedas le dictaban”.
Foto: Museo Nacional de Bellas ArtesEn 1922 se produce un hecho clave para la proyección de Victorica a nivel internacional: instala su taller en la Vuelta de Rocha. A partir de entonces, obras con su firma son expuestas, además de Buenos Aires, en Roma, Londres, París, Viena, Madrid y Pittsburg. También en países vecinos como Chile, Bolivia y Perú. Su producción fue muy variada: incluyó paisajes, desnudos, naturalezas muertas, temas religiosos, retratos, personajes del barrio. Trabajó, a su vez, con un diverso abanico de técnicas: óleo, pastel y lápiz sobre tela, cartón y arpillera.
Foto: Museo Nacional de Bellas ArtesVictorica muere en Buenos Aires el 9 de febrero de 1955, pero su inmortalidad está garantizada en sus obras, que se conservan en el Museo Nacional de Bellas Artes, en el de Bellas Artes Benito Quinquela Martín de La Boca, en el Museo Municipal de Artes Plásticas “Eduardo Sívori” y en los museos provinciales de Buenos Aires, Santa Fe y Paraná y el Museo Juan B. Castagnino de Rosario.
Ana Martínez Quijano, escribió en Ámbito Financiero en 2014: “Victorica contaba una anécdota que lo pinta de cuerpo entero. Dice que mientras tomaba el té con unas primas, descubrió un ramo de flores. Agrega que el deseo de pintarlas se tornó tan irrefrenable que, sin pensarlo, las sacó del florero y dejó un dinero a modo de pago, explicación y saludo. Recién advirtió la insensatez del gesto mientras pintaba las flores, sin siquiera sacarse el sombrero. Más allá de esta anécdota, las pinturas y los dibujos de Victorica revelan una urgencia que forma parte de sus trazos y configura su estilo”.
Foto: Museo Nacional de Bellas ArtesVictorica, siendo ya un respetado artista de proyección nacional, expuso obras de su autoría en Santa Fe, ciudad que también visitó. De hecho, el viernes 26 de mayo de 1944, el maestro estuvo en las dependencias de Diario El Litoral. Estuvo acompañado por destacados artistas plásticos del ambiente santafesino, puntualmente Ludovico Paganini, Enrique Estrada Bello, Mario Gargatagli, César Fernández Navarro, Blanca Marbot y Carlos Müller. “Victorica, con su particular bonhomía y sencillez fue el centro de una animada reunión que dejará un grato recuerdo en esta casa”, escribió un periodista de El Litoral aquella tarde.
Foto: Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital CastañedaEn 1947, según dejó constancia diario El Orden, el Museo Provincial Rosa Galisteo dedicó una muestra retrospectiva a la obra de Miguel Victorica, quien años antes había sido premiado en el Salón Santa Fe. La misma estuvo integrada por 60 obras entre óleos, carbones, acuarelas, pasteles y dibujos. En su edición del domingo 14 de setiembre del mencionado año, El Orden expresó: “el valioso conjunto sirve para apreciar la evolución del plástico a lo largo de su labor estética, que en todo instante denuncia la presencia de un verdadero artista-creador, dueño de sus elementos y capacitado para recrear un mundo de hondas resonancias espirituales, reflejadas en la síntesis de color y de la línea, así como además en las esquematizaciones figurísticas que le son tan gratas y con las cuales consigue situarse con entera independencia dentro del arte nacional y extranjero”.
Foto: Archivo El Orden / Hemeroteca Digital CastañedaCon motivo de su fallecimiento, acaecido el 9 de febrero de 1955, Diario El Litoral publicó unas líneas, en las cuales expresó: “Era don Miguel Carlos Victorica un trabajador infatigable, dejando como ejemplo a las jóvenes generaciones más de dos mil obras que han sido expuestas en los principales salones de arte de América y Europa. En 1941 recibió la más alta distinción de nuestro país por su tela “Cocina bohemia”, en la que se destaca la riqueza plástica y la fina sensualidad de la paleta del autor”.
Foto: Archivo El Orden / Hemeroteca Digital Castañeda