Juan Manuel Fernández
Un ganadero del sur santafesino relató en Twitter el tragicómico calvario que vivió para poder radicar una denuncia.
Juan Manuel Fernández
El 8 de julio José Luis Fina encontró dañado, una vez más, uno de los alambrados de su campo en Alcorta, sur de Santa Fe, donde realiza ganadería de cría e invernada. Ingresó al potrero en la camioneta y desde el vehículo filmó con su teléfono el improvisado “arreo” de la tropa. Inmediatamente publicó el documento en su cuenta de Twitter, que acompañó con la frase: “Otra vez tipos que entran y arman este lío... A contar porque seguro algo falta”.
El productor no se equivocaba. Lo confirmó en el tuit siguiente, en el que -a modo de denuncia pública- “arrobó” a dos ministros santafesinos: Alicia Ciciliani, de Producción; y Maximiliano Pullaro, de Seguridad. “Falta un ternero. Por qué no se van a laburar en serio en vez de calentar sillas y cobrar sueldos..? Siempre lo mismo y la policía y fiscalía ni se mueven..! @AliciaCiciliani @maxipullaro #Abigeato”.
La manifestación de bronca del ganadero, que lleva años sufriendo el robo de hacienda y decenas de denuncias hechas sin el más mínimo resultado, no se detuvo allí. La siguiente publicación le aportó al cuadro una muestra de la desprotección más absoluta. También hizo un video (con nuevas menciones a los ministros) llegando a la comisaría local, que encontró cerrada y sin ocupantes. “Comisaría de Alcorta cerrada con llave, toco timbre y no contesta nadie. Llamé al 911 tampoco pueden contactarse ellos. Hola @maxipullaro Y @AliciaCiciliani”, escribió. Y aportó más detalles en respuesta a un comentario del tuit: “Se escuchaba la radio desde la vereda (la guardia está pegada) que reclamaban contestación, el teléfono... nada. Si había alguien estuvo 30 minutos en el limbo. Volveré después. Hay que armarse y defenderse uno mismo pues el Estado Pcial (Santa Fe) no cumple esa función”.
Lo que hasta entonces parecía una situación tan patética como probable en un pueblo del interior argentino cobró ribetes fellinescos -propia del neorrealismo italiano- cuando el hombre -empecinado en no darse por vencido- logró ser atendido por un uniformado al día siguiente. A las 10 y media de la mañana del 9 de julio contó que llamó a la comisaría, donde le dijeron que se presente después del mediodía, porque “El jefe no está y tampoco saben exactamente cuando viene”. Retuiteó esta última publicación y volvió a mencionar a los funcionarios: “Les voy a hacer propaganda hasta que alguien me preste atención. Hola @maxipullaro Hola @AliciaCiciliani Me están robando y matando animales..!”. A las 4 de la tarde relató lo insólito: “Volví a la Comisaría y estaba cerrada. Al 3er intento vino policía que según sus dichos estaba durmiendo una siesta. Le ofrecí volver a la tardecita así seguía durmiendo. Y así quedamos... Real”.
Asumiendo que la situación ya era digna de un sainete, a las 18,24 horas publicó una foto desde el interior de la comisaría con el texto “Horóscopo Cáncer: el sumariante no está...”. Finalmente, pasadas las 9 de la noche compartió una imagen de la denuncia redactada.
En diálogo con Campolitoral, José Luis Fina confirmó que ninguno de los ministros respondió a sus publicaciones. “No, en absoluto”, dijo, y agregó: “no es la primera vez que los arrobo y trato de obtener algún tipo de respuesta, porque no tengo otra manera”.
El productor, tataranieto de inmigrantes que llegaron a cultivar la tierra en esa zona, explicó que el distrito es agrícola (zona núcleo) y que la ganadería se hace en los bajos, áreas que por lo general están cerca del casco urbano. Por estas condiciones, y la inexistencia de controles policiales, “hay mucha gente que ve en el abigeato una forma de mantenerse”.
Ante la impunidad de la que gozan los delincuentes y la nula respuesta de las autoridades, ha publicado más de una vez fotos de animales sacrificados con armas de fuego. El año pasado le faltaron 8 animales y este no sabe si son 5 o 6 porque dejó de hacer las denuncias. “Nadie se calienta, ni siquiera van al campo”. No sólo él lo sufre, sino varios vecinos más.
Para graficar la situación rememoró un caso que vivió hace varios años, cuando ocho personas ingresaron armados a su campo y liberaron una tropa de 200 animales en un lote de 20 hectáreas de maíz apunto de cosechar, generándole un daño enorme. La policía aprehendió a uno e identificó al resto. Pero tras años de proceso judicial, un día desde la fiscalía le preguntaron si él le daba la probation al único imputado. “Ustedes me están cargando”, recordó haber respondido. Y explicó lo ridículo que resultaba esa respuesta -que implica suspender la pena de prisión a cambio de una prueba que impone determinadas reglas de conducta- frente a los miles de dólares que había perdido.
Como esa, Fina contó varias historias más, que incluyen encañonamiento por parte de delincuentes y hasta disparos sobre su familia. “Dos veces me apuntaron con escopetas en el campo”, aseguró. Y también sufrió amenazas de muerte por parte de un conocido “pesado” del pueblo, ex presidiario con un frondoso prontuario.
Luego de relatar el tragicómico peregrinar por la comisaría, entre el 8 y el 9 de julio último, comentó que el personal policial le explicó que son apenas tres efectivos por turno y que el comisario “se cansó de pedir” personal. Por lo que el productor reconoció que “no dan a basto”.
Según su opinión, al estar muy centralizada la policía de la provincia “no hay un feedback para saber cuales son buenos o malos elementos”. Y los mismo considera que ocurre con las fiscalías que llevan adelante el proceso de investigación y “se ven superados por los eventos; es imposible que puedan hacer algo”. Por ello consideró que debiera haber más autonomía local “como es en EE.UU.”, donde se eligen tanto los policías como los jueces locales. “Y tener algún tipo de control sobre esto, que es un desmadre”.
El ganadero estimó que se llega a esta situación no por culpa de una gestión de gobierno, sino por un proceso de décadas. Desde el retorno de la democracia, dijo, “se fue desmadrando continuamente; y ahora es un desastre”.
Fina se ha comprometido con las denuncias que hizo y vistió más de una vez la fiscalía en Villa Constitución, a casi 90 kilómetros de distancia. “Son gente muy amable, dicen que se van a ocupar, pero los tiempos son de años, están superados; alguien a 100 kilómetros no puede impartir justicia”, evaluó.
A su vez explicó que nunca quiso apelar al “canal político”, buscando en las autoridades comunales una intermediación, porque la administración local ha sido siempre de otro signo partidario que el de la provincia y “podría embarrar aún más la cancha”. Tampoco cuenta con representación gremial en la zona que pueda impulsar sus reclamos. “Tendría que irme hasta Rosario”, explicó.
Finalmente, el productor admitió que esta situación, sumada a la coyuntura del negocio ganadero, lo mantiene expectante “con la idea de que si esto no cambia, tomar un nuevo rumbo”, en referencia al abandono de la actividad. No sabe muy bien cual sería la salida, pero está convencido de que “es insostenible con márgenes tan pequeños tener que tolerar pérdidas por abigeato”. Y dijo estar “muy preocupado” por “la progresión” del problema, que “lejos de parar, se va acrecentando; y veo que es general, lo que pasa es que no se refleja en las denuncias”. Algo esperable cuando, como le pasó a él, “nunca vino nadie (una autoridad) al campo en los últimos 5 o 6 años que llevo haciendo denuncias”.