Tras confirmar la presencia de la "chicharrita africana" en el país, los investigadores argentinos ahora tienen por delante establecer la verdadera peligrosidad del insecto, del que prácticamente no hay bibliografía científica.
Prácticamente no hay bibliografía científica sobre el insecto y los investigadores argentinos intentan determinar la peligrosidad.
Tras confirmar la presencia de la "chicharrita africana" en el país, los investigadores argentinos ahora tienen por delante establecer la verdadera peligrosidad del insecto, del que prácticamente no hay bibliografía científica.
Leptodelphax maculigera es una especie nueva que "podría pasar desapercibida" o no ser noticia, si no fuera porque el año pasado también se la halló en lotes de maíz en Brasil, tras lo cual investigadores de ese país confirmaron que "tiene la capacidad de adquirir los patógenos que causan la enfermedad del achaparramiento" (virus del mosaico estriado del maíz, del rayado fino y fitoplasma), explicó a El Litoral Diego Szwarc, entomólogo e investigador de INTA Reconquista, uno de los sitios donde confirmaron la presencia del insecto.
Sin embargo aclaró: "lo que no se determinó aún es si la chicharrita africana tiene capacidad de transmitir estas enfermedades". Para ello, dijo, se requieren ensayos más complicados y de mayor duración, por ejemplo criar el insecto en laboratorio. "Es un proceso más largo, por eso estimo que todavía no hay información publicada", sostuvo, ni siquiera en Brasil, donde se la detectó en la primavera de 2022 y cuyos últimos registros son del sur, lugar desde donde habría ingresado a la Argentina "porque tenemos vientos predominantes desde el norte, con los que suelen migrar los insectos de este tipo".
Szwarc relató que el hallazgo se produjo durante los monitoreos de Dalbulus maidis (chicharrita del maíz). En septiembre comenzaron a detectar la chicharrita africana en lotes de trigo y pasturas megatérmicas. Luego hicieron los procedimientos de rigor para la identificación taxonómica, tarea que confirmó el Museo Nacional de La Plata.
"Tenemos que prestar atención, no es una señal de alarma lo que emitimos sino un aviso de que la plaga está en el país", manifestó. Para conocimiento de productores y asesores, explicó que mide de 4 a 6 milímetros (un poco más pequeña que Dalbulus) y también es amarilla pero con dos rasgos distintivos: una mancha negra entre los ojos y una especie de espuela en el último par de patas. Al respecto aclaró que tanto el maíz como otros cultivos "albergan una gran cantidad de chicharritas", por lo que se debe estar atentos y difundir imágenes para que "puedan hacerse el ojo e identificarla".
Sobre la expansión del nuevo insecto, anticipó que probablemente ya esté en otras zonas. "Hay algunas experimentales que están haciendo las tareas de confirmación, así que quizás en los próximos días puedan conocerse otros sitio donde se la haya detectado, eso resta confirmarlo".
Sobre el hallazgo en Reconquista, el entomólogo relató: "en el trigo creemos que estaba por una cuestión hídrica, porque era un lote bajo riego; creemos que estaba ahí por esa razón, porque en otros lotes no la encontramos". En cambio, "la bibliografía que la describe en África lo hace sobre diferentes cultivos forrajeros y unos de ellos es la setaria, por eso puede ser que prefiera ese tipo de cultivos". En relación a esto, contó que mientras en el cereal fue muy baja la detección resultó mucho más alta en la pastura. "Claramente prefiere este tipo de cultivos".
Al no contar con información ni antecedentes bibliográficos suficientes, "ni siquiera en África", el investigador adelantó que resta conocer el comportamiento, la biología o los hospederos en los que se puede resguardar. Y, sobre todo, si es capaz de transmitir el complejo de enfermedades que causan el achaparramiento del maíz, que en la campaña pasada generó la pérdida de 11 millones de toneladas del cereal. "La capacidad de transmisión (de las enfermedades) es importante y hay que analizarlo, no es un proceso sencillo la metodología de investigación pero hay que hacerlo", sentenció.
Respecto de los monitoreos de chicharrita del maíz, Szwarc planteó claras diferencias con el año pasado. Aunque en 2023 no había monitoreo invernal, como sí este año, en la zona de Reconquista "a mediados de octubre estábamos realizando en maíces dulces, que es extremadamente sensible, las primeras aplicaciones porque había chicharrita". Sin embargo, este año "en nuestra zona todavía no estamos registrando Dalbulus maidis, así que podríamos decir que es un contexto bastante diferente". En ese sentido remarcó que este año hubo muchas heladas, por encima de la media histórica, mientras en 2023 casi no se produjeron. A ello se sumó la sequía, para ayudar a controlar los maíces guachos. "Hasta el último monitoreo, la semana pasada, no encontramos todavía Dalbulus en la zona", reveló.