Estudiantes santafesinos transforman viejos silobolsas en ropa de trabajo
El primer puesto en la edición 2023 de Agromakers fue para los alumnos de una escuela de Landeta que tuvieron esta original idea, que además suma otra opción como solución al dilema ambiental del plástico en el campo.
La final. Sobre el estrado, los chicos de la Escuela Agrotécnica 301 "Mariano Moreno" defendieron con éxito su propuesta.
El proyecto que obtuvo el primer puesto en la edición 2023 de Agromakers, programa de incentivo al espíritu emprendedor entre estudiantes secundarios santafesinos de la Fundación Bolsa de Comercio de Rosario, plantea una innovadora solución al dilema ambiental de los silobolsas usados. Los alumnos de la Escuela Agrotécnica 301 "Mariano Moreno" de Landeta, departamento San Martín, desarrollaron "Agrodex", una línea de indumentaria impermeable para el trabajo en el campo y en la industrialización de las materias primas. Si bien lo pensaron en función de su necesidades escolares, como alimentar animales a campo en días de lluvia o la elaboración de alimentos, ya cuentan con terceros interesados en comprarles estos artículos.
"Esta iniciativa no solo muestra un enfoque sostenible y creativo en la reutilización de materiales agrícolas, sino que también resalta la importancia de la innovación en la industria textil", destacaron desde la entidad rosarina, tras conocerse los ganadores durante una ceremonia en la sede institucional, que incluyó la evaluación de 26 proyectos, más de 150 estudiantes y 22 docentes el martes 14 de noviembre.
Creatividad joven
Vivian Dávila, profesora de prácticas profesionalizantes y coordinadora del proyecto junto a la profesora Mariana Jacob, relató a Campolitoral cómo nació la idea de elaborar indumentaria con silobolsas usados. "La necesidad surgió de los mismos chicos; al ser agrotécnica la escuela, tenemos que salir al campo a hacer trabajos prácticos y los días de lluvia se nos complicaba por que no teníamos ropa adecuada; y viendo que en los campos nos quedaban restos de silobolsas, que contaminan o generan problemas ambientales, se nos ocurrió hacer capas y pantalones impermeables".
Podio. Tras el primer puesto, la foto de rigor con todos los participantes.
Así fue como los alumnos de sexto año comenzaron a trabajar el tema en la cátedra de Industrialización y Faena, donde se diseñaron y confeccionaron las prendas, a las que sumaron delantales impermeables, que resultaron ser un éxito. "Nos lo piden mucho las empresas, porque cumplen con varios requisitos", reveló la docente.
Al respecto, comentó que es la quinta edición que participan del certámen Agromakers, que consta de una primera instancia regional, en formato virtual, en el que participan todas las escuelas técnicas y agrotécnicas con la presentación de sus proyectos. Los seleccionados pasan a la segunda instancia, que se desarrolla de manera presencial en la Bolsa de Comercio de Rosario, donde los participantes se entrevistan con mentores que los ayudan a "pulir" su proyecto, antes de la exposición final.
"La idea es seguir, incluso tuvimos llamados de personas que quieren comprar nuestros productos", sostuvo la docente. Pero aún no cuentan con el dinero para adquirir las máquinas que les permitan confeccionar las prendas. "El prototipo lo hicimos con la de una profesora y no quedaban bien, así que se lo dimos a una ex alumna que tiene una empresa para que lo cosa".
Impulsado también por la vicedirectora Valeria Ellena, el proyecto tiene mucho más para dar, ya que ante el interés de terceros podría tomar una escala comercial como salida laboral para los jóvenes alumnos. Pero para ello necesitan una máquina de coser industrial, que tratarán de conseguir más adelante. "Vamos a intentar el año que viene", dijo Dávila.
"Nuestra necesidad sería conseguir una máquina industrial para poder coserlo acá en la escuela; por ahora podemos buscar, limpiar y cortar el plástico, pero para coserlo lo tercerizamos al trabajo", explicó.
Presente y futuro
Por su parte, Sandra López, alumna de sexto año que participa del proyecto (18 años), contó que, una vez que decidieron transformar el plástico en vestimenta, se encontraron con la complicación de la costura. "Cuando lo intentábamos con las máquinas convencionales se rompían las agujas, rajaban la lona", por lo que se enfocaron en lavar y desinfectar, para luego cortar el material. Así, la confección quedó en manos de una costurera con las herramientas apropiadas.
Proceso. El circuito del plástico comprendió el lavado y desinfectado, corte en base a los moldes y los ajustes finales con la costurera.
López relató que para procurar la materia prima se contactaron con los productores de la zona y luego de acondicionar el plástico lo cortaron en base a la moldería que les diseñó la costurera. "Nosotros lo que diseñamos fueron las capas y el pantalón en función de nuestras necesidades; y ellos, las solapas, las medidas", detalló. "Nosotros le pasamos si queríamos botones, abrojo, cierre… ella nos hizo los moldes y nosotros los recortamos", añadió sobre las características funcionales que los alumnos determinaron que eran importantes en la prendas para desarrollar las tareas a campo. "Bolsillos profundos con capacidad para guardar un montón de cosas, como tenazas y pinzas; las solapas que cubran ese bolsillo para que no entre agua; también botones con un abrojo y la capucha".
El testeo del producto resultó una actividad divertida, porque no llovía y tuvieron que recrear artificialmente las condiciones ambientales. "Los pusimos a prueba; fue gracioso porque como estábamos en época de sequía, para probarlo -porque queríamos que funcione- los chicos se vistieron y les tirábamos agua en cantidad con una manguera y lo filmamos para que quede comprobado", explicó la alumna. Luego, cuando volvió a llover, "lo usaron los chicos para salir a alimentar a los animales y hacer trabajos en el campo".
Sandra comentó que si bien el impermeable fue la prenda inicial, los delantales tuvieron una gran aceptación. "Producimos un poco más de delantales para industrialización y faena, que son útiles porque faenamos animales en la escuela y también industrializamos comidas, hacemos dulce de leche, escabeche y varias cosas; nos sirve para mantenernos limpios y evitar la contaminación de la comida".
Sobre la posibilidad de conseguir clientes para las prendas, se entusiasmó: "nos parece muy bueno, estamos muy contentos y queremos seguir avanzando con este proyecto; patentarlo y que sea un emprendimiento nuestro".
Finalmente, destacó que en Rosario "hubo muy buen ambiente", algo que los ayudó a dominar el nerviosismo el día de la exposición ante los jurados. Y que la experiencia también les sirvió para conocer otras ideas novedosas que llevaron chicos de otras escuelas, como café de algarroba o de soja.
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