"El retraso cambiario es uno de los aspecto más importantes", dijo José Dodds, coordinador de la Federación de Productores Porcinos de Argentina, sobre la razón por la cual las importaciones de carne de cerdo de desde Brasil en el primer cuatrimestre fueron 60% mayores al año pasado y 260% superiores al mismo período de 2020.
Pero también advirtió que en el país vecino se recurre a la ractopamina, un anabólico restringido en Argentina. "El 70% de lo que entra tiene ractopamina y estamos mirando para otro lado", denunció. Y explicó que, si bien el fármaco está prohibido para otras especies, hay una resolución que lo habilita en cerdos, pero en un cierto nivel y con un control de Senasa. La resolución, explicó, dice que el organismo "tiene que hacer un seguimiento de la cantidad de ractopamina, pero no lo está haciendo y no tenemos idea con los niveles que está entrando".
La acusación se produce mientras este 14 de junio se celebra el Día Nacional de la Porcicultura en conmemoración de la fundación de la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP), que este año cumple un siglo de existencia. Y a pocos días de una protesta de los productores, que se manifestaron en Agroactiva con carteles que decían "No a la carne porcina brasileña".
Al respecto Dodds dijo que "hay mucho ruido" en el sector. Pero a diferencia de otras veces en las que "no hay números que lo respalden", esta vez la turbulencia "trae mucha información". Sostuvo que el primer cuatrimestre del año se importaron 19.000 toneladas de carne porcina de Brasil, por valor de casi u$s 50 millones; 60% más que en igual período del año pasado y 260% más que en 2020. Y en mayo entraron otras 4000 toneladas, por lo que ya se destinaron casi u$s 60 millones para un producto que está disponible en el país.
"Está afectando toda la cadena productiva", afirmó, y "la preocupación es generalizada". Principalmente porque impacta en la demanda en toda la cadena, generando acumulación de mercadería. "No podés llenar la heladera de Doña Rosa con carne de cerdo, entonces se acumula en la carnicería, que no le compra más al frigorífico, que empieza a tener las cámaras llenas y el animal en pie se acumula en las granjas, que deben seguir engordando", resumió el coordinador de la federación de productores. "Se siente en el nivel de demanda, de dos maneras: acumulación de animales en granja; y en el precio de animales en pie, que en lo que va del año aumentó 7% mientras la inflación fue 23.1%", indicó.
Mirá tambiénPor debajo de 50 kilos: el consumo de carne es el menor en 100 añosA respecto, relató que un productor entrerriano le reveló que "algunos frigoríficos no dan más en su capacidad de almacenaje y eso eleva los costos".
"Hay un desfase del tipo de cambio", dijo, como le ocurre al agricultor que cobra el maíz a dólar oficial. "También a ese precio (del dólar) ingresa la carne", sostuvo. Y "esa quietud" del tipo de cambio "está haciendo que sea absolutamente inconveniente exportar para Argentina y le sea conveniente importar; o sea: la política cambiaria está pegando muy fuerte en el productor". Y, añadió, "tampoco hay un impacto benéfico de una baja de precio en la carnicería".
Dodds comentó que se observa un crecimiento sostenido de la producción en los últimos años, pero "siempre puede haber necesidad de importación" de cortes más específicos como la bondiola, "que no se consume en Brasil, pero sí en Argentina". Y "eso nos parece bien, apoyamos a la industria del chacinado y la salazón, no estamos en contra", aclaró. Pero "el problema es cuando la importación es excesiva y genera una acumulación de porcino en algún punto de la cadena".
Además, planteó la diferencia entre importar la bondiola para transformarla en fiambre, con el agregado de valor y empleo local, y venderla fresca directo al público. Dodds remarcó: "lo que estamos importando es quebranto", porque la mercadería brasileña -sobre estoqueada por la caída del mercado Chino- podría calificar como dumping, "que es muy difícil de demostrar, pero es una realidad". Y agregó: "no es sólamente bondiola para chacinados; vienen también otras cosas".
El referente valoró que en 2021 el consumo llegó casi a 17 kilos por persona al año de carne porcina, aunque "todavía hay mucho camino por recorrer". Sin embargo, "entristece esta situación, que afecta al productor más chico que no tiene espalda y ahí está impactando fuertemente".