Los molinos harineros podrían aprovechar su capacidad instalada ociosa, que hoy alcanza al 50%, para ampliar negocios hacia mercados "naturales" para la harina argentina, pero la presión impositiva y la política económica del gobierno nacional se lo impiden.
"No tenemos la posibilidad, por una cuestión de competencia, de vender a Centroamérica o África; no llegamos con los costos argentinos", indicó el presidente de Molino Matilde, René Mangiaterra, al referirse a la temática que debatirá el sector el próximo 11 de octubre, en el marco de la 20° Fiesta Provincial de la Harina.
En Matilde, pueblo que dio nombre a esta centenaria firma, y que a su vez tomó del molino la identidad "harinera", se encontrarán -como cada año- referentes de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), la Cámara de industriales Molineros de Rosario (CIM) y la Asociación de Pequeñas y Medianas Industrias Molineras de la República Argentina (Apymimra) para compartir la jornada "Potenciando las Pymes molineras, hacia una producción con agregado de valor y menor carga impositiva".
Mirá tambiénLa ganadería santafesina a las puertas de una liquidación de stockLos molineros explican que, si bien las empresas argentinas actualmente colocan mercadería en Brasil, Bolivia o Chile, las distorsión que implican los derechos de exportación -que "proporcionalmente está mal calculado, entonces tiene un alto costo"- y la brecha cambiaria le quitan competitividad al producto argentino, aún para entrar en esas plazas donde en teoría debiera haber ventajas competitivas. "Es un tema bastante serio", advirtió Mangiaterra.
Al respecto, sostuvo que Argentina cuenta con una capacidad instalada para transformar en harina unas 10 millones de toneladas trigo, pero sólo se procesan 5.5 millones, que es lo que demanda mayormente el mercado interno. "No se muelen (más toneladas) porque no se consumen", dijo el industrial santafesino, a pesar de que la materia prima para trabajar al tope de capacidad está disponible, dado que la cosecha nacional hace tiempo que supera fácilmente ese volumen de cereal.
"La molinería completa se podría poner en marcha al full, pero las cuestiones impositivas -que no sólo afectan a la molinería sino también a la logística- lleva a que no seamos competitivos en el mundo; parece falta de sentido común, pero es una situación que se viene dando desde hace muchos años", lamentó.
En cuanto al diferencial cambiario, explicó que los afecta porque una venta al exterior se liquida a dólar oficial, mientras "los insumos se acomodan más con el CCL o el que puedan usar los importadores para las bolsas, los aditivos y todas esas cosas". Incluso añadió que, desde la última devaluación "estamos con un dólar oficial que normalmente rondaba la mitad del libre y hoy es el 38%; está todo roto".
El tradicional encuentro molinero será en el Museo Histórico e Interactivo "Del trigo al pan", con la idea de tratar de concientizar a todos los involucrados en la cadena, en particular a los estados Nacional y provinciales, sobre cuestiones como las que plantea Mangiaterra.
Pero además se abordan temas de coyuntura, porque la fecha elegida marca la antesala de una nueva cosecha, que se inicia por el norte argentino entre finales de octubre y noviembre. Y en tal sentido, una nueva campaña afectada por la sequía abre varios interrogantes sobre disponibilidad y calidad de mercadería, así como las regulaciones del gobierno que surgen cada vez que algún factor altera la dinámica natural del negocio.
Mirá tambiénAgricultura molecular, el próximo paso Al respecto Mangiaterra sostuvo que la campaña presenta dificultades, pero en ningún caso amenaza el normal abastecimiento de productos farináceos. "Es probable que nosotros en la zona centro tengamos que ir a buscar algo (de trigo) un poquito más al sur; o empezar a comprar algo antes, más desde el norte", conjeturó, a raíz del recorte que la falta de lluvias le imprimirá a la cosecha.
En cuanto a la calidad, reconoció que "es todo un tema para los molinos" porque puede no ser la adecuada. Por ejemplo puede salir un trigo muy liviano o perjudicarse, perdiendo calidad industrial, si llueve una vez que está maduro. "Hay muchas posibilidades de que acontezcan algunas de esas posibilidades en nuestra zona", alertó.
Y sobre el otro riesgo, el de funcionarios tentados de intervenir, el titular de Molino Matilde admitió que "cuando la cosecha no pinta bien, se generan ruidos desde el Estado y por ahí tratan de impedir exportaciones", pese a que Argentina produce el triple de lo que consume. Eso, sin contar los desequilibrios de la macroeconomía. "Lamentablemente en situaciones como esta perdemos mucho el foco en la industria y nos tenemos que focalizar muchísimo en qué pasa con la economía y las finanzas", se resignó. Y concluyó: "una campaña en la cual estar muy atentos para tomar decisiones rápidas".
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