Juan Manuel Fernández
La conmemoración es en honor a la fundación de Aimogasta, cuna de la actividad, donde persiste un olivo de 400 años. Considerado el "Padre de la Olivicultura", permitió el desarrollo de la variedad "Arauco" y hoy corre riesgo de secarse, como ya ocurrió con miles de ejemplares de la región.
Juan Manuel Fernández
El corazón de la olivicultura argentina se encuentra en alerta por acción de una bacteria que pone en peligro la actividad, motivo por el cual desde Federación Agraria Argentina consideraron que "no hay nada que festejar" en el día nacional de la actividad, que se celebra hoy.
"Este 24 de mayo recordamos el día de la Olivicultura, sin mucho para festejar", lamentaron desde la entidad. En la fecha se conmemora el primer asentamiento español en la ciudad de Aimogasta, en la provincia de La Rioja, donde reside un olivo de 400 años que fue declarado árbol histórico nacional. "Esta reliquia se trata de la única planta que quedó viva de la tala que mandó a hacer en América el Rey Carlos III en el siglo XVII", recordó la entidad. Por tal motivo se lo considera el "Padre de la Olivicultura", ya que a partir de este ejemplar se volvió a expandir la actividad no solo en Argentina, sino también en Chile y Perú, donde llegaron sus "hijuelos".
"Pero su presente es más bien preocupante, ya que puede morir en cualquier momento. Una bacteria se metió en su interior por lo que se está secando, al igual que todas sus hijas de la región que con tanto esfuerzo los productores locales plantaron, cuidaron y obtienen de su producción su único medio de subsistencia", alertaron los federados de la región.
Desde la Estación Experimental Agropecuaria del INTA en Chilecito, su director José Luis Ladux manifestó la misma preocupación. A diferencia de una enfermedad habitual en los olivares de la zona -el hongo Verticillium dahliae, que es controlable con prácticas culturales como las podas- la bacteria Xylella fastidiosa, con una sintomatología similar, es mortal para las plantas, hay pocas herramientas para controlarla y no existe una cura definitiva. "No es un problema de nuestro país: en España e Italia, donde se instaló entre 2012 o 2013, está haciendo estragos", dijo el ingeniero agrónomo. La crisis "es muy cara para nosotros" dijo el profesional, que vive en Aimogasta y ha estado siempre relacionado a la actividad.
Los productores federados, por su parte, se consideran abandonados. "Es muy cruel lo que estamos viviendo, hace años que pedimos ayuda para salvar a nuestros olivos que se secan de a poco y mueren. Nadie nos da solución, parece que no les importa que se pierda un símbolo como es la producción del olivo en manos de los pequeños productores", dijo Juana Nieto, productora olivícola de la Filial de Aimoarauco.
Por su parte, José Romero explicó que la situación ya es demasiado indignante: "hemos golpeado muchas puertas pidiendo soluciones y nos responden con tecnicismos y desidia ante un flagelo que nos causa mucho daño económico y una angustia diaria al ver cómo se nos van secando los olivos de los cuales vivimos".
Comprensivo de esta angustia, Ladux aclaró: "no es que no estamos trabajando, es algo muy complejo". Y coincidió en que la situación "es muy cara para la economía regional", por lo que vienen trabajando junto a Senasa, técnicos de la provincia y las universidades.
Y también planteó una seria preocupación por la situación del olivo cuatricentenario. "La está pasando mal y estamos tratando entre todos de salvarlo, pero es muy complejo, no está muy claro en ningún lugar del mundo cómo combatir la plaga", sostuvo. Las tareas se están enfocando en la posibilidad de multiplicarlo "no tanto por lo productivo sino porque tiene valor patrimonial".
El profesional explicó, que de las tres zonas olivícolas en la provincia, es en el Valle del Salar de Pipanaco (donde se encuentra Aimogasta, departamento Arauco) donde arrecia la bacteria, mientras en el Departamento Capital (La Rioja Ciudad) y el Valle Antinaco-Los Colorados (donde está Chilecito) sólo detectaron "una o dos plantas en zona de Chilecito y no contagió a otras". En cambio en Arauco "es terrible, muchas plantas afectadas, el 10% debe haber muerto".
También hay otras aristas que le agregan gravedad al cuadro. Por un lado, se trata de una zona de 2.000/3.000 hectáreas, de las 28.000/30.000 con olivares que hay en toda la provincia, que producen familias campesinas, con extensiones de media a dos hectáreas. Allí practican una olivicultura tradicional, utilizan una variedad que ha tomado el nombre de la región y es la que se consume domésticamente en el país. Pero además es la que representa a la Argentina en el mundo. "El Consejo Oleícola Internacional consideró a la variedad Arauco como la variedad típica argentina, nos identifica como país", indicó Ladux.
Mientras en el mundo se ensayan antibióticos para encontrar una cura para la enfermedad, el director de INTA Chilecito indicó que las pocas acciones a realizar son costosas para los pequeños productores. Una es desmalezar alrededor de los olivos, para que no prolifere una chicharrita que es vector de contagio de la enfermedad que causa la bacteria Xylella fastidiosa. Otra es arrancar los ejemplares muertos, tarea que tiene un costo de $4.000/5.000, que multiplicado por decenas o cientos resulta inviable y los productores los dejan en pie.