Miércoles 15.7.2015
/Última actualización 23:18
Un viento helado invade toda la extensión de La Tablada. Son las primeras horas de un día gris y nada detiene la actividad de las familias que se dedican a la elaboración artesanal de ladrillos en esta zona de la ciudad. Los hornos humeantes ofrecen un rasgo distintivo al paisaje arcilloso y tranquilo. Alrededor del calor del fuego, las personas van y vienen. Los adultos cumplen paso a paso con el procedimiento establecido para la fabricación de ladrillos. Sus pequeños ayudan en lo que pueden, o simplemente juegan en lo que para ellos es un campo de aventuras y fantasías.
Rogelio Heladio Pereyra se aparta por un momento de su grupo, hunde sus manos en un recipiente con agua y con paciencia manipula la tierra que en unos días se convertirá en pan para los suyos. Comenzó a trabajar como ladrillero en 1992, luego de que el cierre del Matadero Municipal lo dejara desempleado como a tantos otros. “Cuando era más joven me dedicaba a la construcción y mi patrón me aconsejó en aquel momento pensar en dedicarme al ladrillo porque se ganaba mejor. Y acá estoy”, recuerda Rogelio. Desde aquel momento, el suelo que pisa se convirtió en el porvenir de su familia: su mujer y sus once hijos. El trabajo es sacrificado, sobre todo en días en los que el calor no da respiro o el frío golpea hasta en los huesos. Pero a Rogelio estas dificultades parecen no afectarlo. Muy calmo, concentrado en su tarea como si su vida dependiese de ello y devoto de estas tierras tan ricas, se siente un hombre afortunado. “Acá mucha gente hace el trabajo que yo hago. Algunos vienen, hacen en dos o tres días los ladrillos y se van. Pero yo elijo vivir acá” y remarca estas últimas palabras, como demostrando que su fidelidad lo une en una relación especial con esta zona. Y no es para menos. Puede decir con orgullo que con su trabajo ha logrado brindarles un futuro a todos sus hijos. Sobre la fabricación de los ladrillos, cuenta que se levanta todos los días a las 6 de la mañana. Toma unos mates y luego trabaja hasta la 1 ó 2 de la tarde. Lo primero que se hace es juntar barro de alta calidad, que provee la zona. Luego, lo abona con bosta de caballo o con cáscara de arroz. Una vez conseguido el adobe ideal, lo mete en un molde de ladrillos y los corta. Tras ello, los deja un par de días a secar en el suelo. El proceso termina con la cocción en el horno, que se arma con los mismos ladrillos. O sea que desde la extracción de la tierra hasta que los ladrillos se enfrían pasa poco más de una semana. Cuando están listos los ladrillos son vendidos a particulares o a empresas de construcción. ¿Cuál es la ganancia de este oficio artesanal? “Unos 1.200 pesos los mil ladrillos”, dice Rogelio.
Con su trabajo, Rogelio pudo darles un futuro a todos sus hijos. Dos de ellas viven en Buenos Aires y abrieron una pizzería, dos de los varones son boxeadores y el resto estudia y/o ayuda a su padre en la ladrillería.
El futuro del ex Frigorífico Municipal
Parque multimodal Interpuertos. El edificio que varias décadas atrás fue la fuente de trabajo de muchos santafesinos está en ruinas. Se trata del ex Frigorífico Municipal, emplazado en la zona de Teniente Loza y la Circunvalación. Pero en unos años lucirá completamente diferente, ya que allí la Municipalidad proyecta construir un parque multimodal de servicios logísticos llamado Interpuertos.
La rotonda logística del país. La iniciativa, que aún no puede observarse en el lugar con obras pero avanza en oficinas gubernamentales, busca convertir este predio de 100 hectáreas en un parque para descarga y despacho de hacienda, depósitos y servicios. Su ubicación es estratégica. Está al pie de la Circunvalación y cerca de varias rutas, por lo que dará salida a otras provincias.
Siete sectores. Interpuertos estará dividido en siete áreas: servicios, comercio y mecánica; cross dock para camiones (un sistema inteligente que permite el despacho rápido de determinados productos, ahorrando tiempos y costos de acopio); almacenes y depósitos; parcelas individuales; descarga y transferencia de hacienda y recreación. Habrá, además, oficinas públicas para entidades como Senasa y Afip.