A las 9 de la mañana, el trabajo en el centro de salud de Juventud del Norte es intenso. Los médicos van y vienen, y llaman a los pacientes por su nombre. Se respira un aire cordial.
A las 9 de la mañana, el trabajo en el centro de salud de Juventud del Norte es intenso. Los médicos van y vienen, y llaman a los pacientes por su nombre. Se respira un aire cordial.
Uno de los médicos generalistas explica que justamente para eso trabajan hace años en el lugar, para lograr un vínculo especial con sus pacientes. “Hace tres años, cuando hubo una reestructuración, acá empezamos a trabajar diferente: en equipo”, cuenta el doctor Maximiliano Puigpino.
Graciela Casal, una de las enfermeras de larga trayectoria allí, explica que desde que se implementó esa nueva forma de trabajo la atención en el centro es más efectiva. “La demanda de este dispensario es alta. En promedio, los médicos atienden 50 personas. Ahora lo que más ven son patologías respiratorias”, refiere.
El trabajo en equipo que se pregona en Juventud del Norte apunta a bajar las barreras que durante décadas separaban a los médicos de sus pacientes. De esa forma ahora pueden entender patologías vinculadas a lo social y no a lo biológico. Como ejemplo, el doctor Puigpino señaló: “En un sector del barrio hay aguas servidas. Y ésos son los vecinos que vienen a consultarnos por parásitos. Nosotros como centro de salud y ellos como vecinos reclamamos soluciones para que no vengan más personas con ese problema de salud”.
Lo edilicio es un tema aparte. Quedó chico. Ya no es el adecuado para la demanda diaria. También hace falta un asistente social. Son las 9.15. Los médicos deben seguir trabajando y la gente contándoles qué les pasa. Pero siempre con un solo propósito: trabajar en equipo por un barrio mejor.