Caos
Caos
Por María Víttori / mavittori@ellitoral.com
El consumo de droga no es inherente a los sectores más humildes, aunque es en ellos donde, sumado a la delincuencia y a la falta de posibilidades, clava sus colmillos con mayor voracidad.
Es así que en muchos barrios de nuestra ciudad pueden verse los efectos de esta dolorosa realidad en la que unos pocos llenan sus bolsillos sacrificando las vidas de cientos de adolescentes.
Una de las consecuencias más palpables del narcotráfico es el caos. De él se alimenta al tiempo que lo magnifica.
Caos, cuando el desayuno es un “porro”. Caos, cuando los chicos empuñan un arma en lugar de un libro de texto. Caos, cuando el fútbol se convierte en una disputa de vida o muerte entre banditas. Caos, cuando la protección materna pierde su rumbo y se despacha contra la policía en vez de educar en valores a sus chicos. Caos, cuando los vecinos temen salir a la calle o abrir sus negocios para poder mantener a sus familias. Caos, cuando la política queda indefensa y herida ante semejante monstruo...
Son las 9.30 de la mañana. Varios grupitos de jóvenes matan el tiempo en las esquinas de Barranquitas Sur. “Ya están dados vuelta”, dicen los vecinos.
Y se respira miedo. El propio, el de los vecinos y el del silencio que genera la pregunta compartida por todos: qué será de estos chicos en el futuro.
En cualquier caso, lo único cierto es que, como sociedad, somos lo que entre todos hemos construido. Para bien o para mal. Y mientras no modifiquemos el rumbo, el escenario no va a ser otro que éste.
Miedo
Por Mónica Ritacca / mritacca@ellitoral.com
Calles desoladas. Ésa fue la primera postal del barrio apenas ingresamos a Barranquitas Sur. No había vecinos tomando mates en la vereda ni chicos andando en bicicleta, como sí podía observarse unos diez años atrás. La gente, la que es honesta y trabajadora, vive de su casa para adentro. Evita la calle porque, sin exagerar, no sabe si regresa. No sabe si en la disputa por dos pesos no queda en el medio de un tiroteo entre bandas antagónicas.
En los casi tres años de Crónicas de Barrio, nunca nos había pasado que nadie quisiera hablarnos sobre su barrio, contar cuáles son los problemas que hay pero también las cosas buenas que se hicieron. La gente, apenas veía el móvil, ingresaba a su domicilio. No quería exponerse y se aliaba al silencio. Algunos por resignación, otros por miedo...
Sí es cierto que nosotros, que estábamos de paso, percibimos un aire raro en el barrio. Miradas desafiantes en varias esquinas nos sugerían retirarnos. Y así lo hicimos, por nuestra seguridad y porque fue la principal recomendación que nos hizo la única persona que accedió a contarnos todo sobre el barrio pero sin develar su identidad y con el micrófono cerrado y el grabador apagado.
Nos fuimos mal, tristes y con un sabor amargo. Es que más allá de las necesidades que puedan existir en una jurisdicción, todo un barrio perdió lo más valioso que tienen las personas: la palabra, la posibilidad de expresarse libremente.
Con ese escenario, es difícil pensar en un futuro mejor. Las autoridades provinciales y municipales deben tomar cartas en el asunto ya. Es que Barranquitas Sur desde el silencio absoluto reclama a gritos la erradicación de la droga, la trata de personas y la delincuencia, por sólo mencionar algunos de los problemas.
Tensión
Por Soledad Vittori / soledadvittori@gmail.com
El miedo superó las ganas de contar la historia de un barrio humilde. En cada cuadra del recorrido, la sensación de peligro era inminente. A medida que más tiempo pasábamos dentro del barrio descubríamos que era en vano intentar escuchar de la voz de un vecino la historia de Barranquitas Sur. La gente se escondía al vernos, los adolescentes se tapaban las caras cuando pasábamos con la cámara. Las señas obscenas fueron parte del escenario.
Resulta difícil contar la historia de un barrio cuando los vecinos no tienen ganas de ser escuchados. Y los que quieren ayuda no dan la cara por miedo a las represalias. Son constantes las amenazas de las bandas de la zona. La trata de mujeres, la droga y los disparos forman parte del marco de Barranquitas Sur.
Pocas veces tuvimos que irnos asustados por nuestra seguridad. El respeto a la autoridad no existe en este lugar. En diferentes ocasiones, las pandillas del barrio han atacado a los patrulleros de la policía. Los repartidores entregan sus pedidos caminando para evitar que les roben la moto. El aire en esta zona es tenso. Resulta triste saber que la violencia y la impunidad haya ganado tanto terreno.
Para saber
Servicios. Los vecinos de la jurisdicción cuentan con energía eléctrica y agua potable. No hay cloacas ni gas natural. La recolección de residuos es matutina.
Transporte público. Por el interior del barrio, no circula ninguna línea. Sí, por avenida Perón.
Escuelas. No hay dentro de la jurisdicción. Sí, hay un jardín de infantes municipal.
Centro de Salud. No hay dentro de la jurisdicción.
Comisaría. No hay dentro de la jurisdicción, pero sí muy próxima. Sobre Iturraspe, en jurisdicción de Barranquitas Oeste.
Vecinales. Una, homónima al barrio.