A 50 años que el mundo posó sus ojos en el óvalo de Rafaela
La historia de cómo hizo Atlético de Rafaela para traer la famosa IndyCar, que por primera vez salió de Estados Unidos para venir por única vez en su historia a la Argentina.
Archivo El Litoral
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Inolvidable e histórico por donde se lo mire. Ese gran día fue el 28 de febrero de 1971. Indianápolis en Rafaela, un hito tal vez irrepetible que marcó la historia de Atlético, del automovilismo nacional y tuvo repercusión internacional. Al Unser sería el vencedor a bordo de Colt Ford Turbo de esta competencia que costó 90.000 dólares y que marcó a fuego la historia del automovilismo argentino.
La historia comenzó cuando corría junio de 1970, cuando el Dr. Virgilio Márquez, ex integrante de la CD de Atlético, al regreso de un viaje que realizó para presenciar las “500 Millas de Indianápolis”, informó a sus pares de comisión sobre todo lo charlado con autoridades del USAC y de esa forma contemplar la posibilidad de realizar una carrera en Rafaela con la categoría Championship, según cuenta el sitio de la institución.
Cuando se vislumbró que se podía, inmediatamente comenzaron las comunicaciones telefónicas con el país del Norte y lograron que viniera Henry Banks, director de competición, relaciones públicas y seguridad en autódromos del Auto Club Estados Unidos, con quien se efectuaron las primeras tratativas para traer a los Indy y una vez que conoció el autódromo – se disputó una carrera de Mecánica Argentina Fórmula 2 y Sports Prototipos, accidentándose Andrea Viannini a la salida del curvón norte – fijó una serie de mejoras en el escenario, que gracias a Dios se concretaron sin problemas. En esa competencia de junio de 1970, sufrió el famoso accidente Guido Pallero, camarógrafo de Canal 13. Lo dieron por muerto, tuvo 14 fracturas y una monja se dio cuenta que estaba vivo cuando lo llevaron a la morgue. Apenas tenía 6 pulsaciones, lo tuvieron que operar sin anestesia y estuvo cuatro meses hasta que recuperó el sentido.
El costo de la competencia fue de 90.000 dólares que hubo que depositar en el mes de enero de 1971 en el Banco Nacional de Indianápolis, más el traslado de la delegación compuesta por 137 personas.
Una vez que se tuvo el visto bueno se nombró un Comité Ejecutivo integrado por el presidente de la institución Ing. Eduardo Ricotti; vicepresidente Aníbal Alberto; subsecretario Bernardo Kuschnir, vocales: Miguel Acastello y Ero Borgogno, junto con el intendente, Rodolfo Muriel.
Las obras se desarrollaron en dos etapas que comenzaron el 29 de noviembre del 70 y culminaron el 22 de febrero de 1971. La primera fue ensanchar la pista de 12 metros a 18 de ancho, con una carpeta asfáltica como la actual. La segunda, cambiar todos los guardrails, colocarlos dobles en las rectas y triples en las curvas, con las normas USAC, tejido sobre el mismo. Por otra parte se estrecharon todos los boxes, repavimentación total de óvalo, entre otras obras.
La caravana de los Estados Unidos llegó después de sortear varios inconvenientes con las empresas de aviación, llegó el parque de autos – 28 – en dos tandas, vía Aerolíneas. Esto ocurrió el miércoles 17 de febrero, llegando el vuelo a la Base Aérea de Paraná y de allí fueron trasladados a Rafaela para ser depositados en los talleres de la familia Grossi. Necesitándose un ascensor tipo «tijera» diseñadas por el Ing. Albizu y Víctor Boscarol, para ser bajados los autos.
Los inscriptos comenzaron con los entrenamientos el 23 de febrero de 1971 para las «300 Indy de Rafaela», en dos tandas de 2 horas cada una, eran: Al y Bobby Unser, Joe Leonard, Mike Mosley, Loyd Ruby, Dick Simon, Jim Malloy, Rick Muther, Lloyd Mon Ruby, Cale Yarboroung, Bentley Warren, Bill Simpon, Tom Bigelow, Gary Bettenhausen, Anthony J. Foie, Dave Strickland, Roger Mc Cluskey, John Mahler, Dee Jones, Swede Savage, Ludwig Heimarath, Karl Busson y nuestro compartiota Carlos Alberto Pairetti, entre otros.
Archivo El Litoral
Foto: Archivo El Litoral
Entre los autos que vinieron a la «Perla del Oeste», predominaban los motores: Ford, Chevrolet, Offenhauser (4 cilindros en línea, 4200 cc., dos árboles de levas a la cabeza y block completo). Erogando – estimativamente – más de 700 HP, que traducidos en velocidad final rondaba los 320 KpH. El argentino Pairetti utilizó en la ocasión un Volstedt Ford Turbo de la escudería de Dick Simon. El gran ausente fue Mario Andretti , que tuvo un accidente en Sudáfrica y tenía afectadas las piernas.
El viernes 26 de febrero se concretaron las pruebas de clasificación en el circuito Nº 1 del Atlético de Rafaela –cuya extensión es de 4624,46 metros-, y según crónicas de la época, Lloyd Ruby aprovechó el final de la tanda de clasificación para quedarse con la pole, marcando con el Mosgoose Ford Turbo un tiempo de 59 segundos 74 centésimas, a un promedio de más de 278 kilómetros por hora. El domingo 28, con más de 30 grados de temperatura y amenaza de lluvia, se pusieron en marcha las «300 Indy», y se desarrollaron dos series.
La primera batería la ganó Al Unser con el Colt Ford Turbo, con un registro de 59 segundos 29 centésimas a 269 kilómetros por hora, de promedio. En la segunda también venció el prestigioso Unser a 240 KpH. Ambas series tuvieron condimentos especiales, armándose cerrados pelotones en busca de la mejor colocación. Hubo que lamentar solamente un accidente: fue en la segunda serie en que se despistó Bentley Warren.
El único piloto argentino, Carlos Pairetti se ubicó en la novena posición, coronando una excelente tarea para la alegría de las aproximadamente 38.000 personas presentes en el circuito.