Boca ganó su primer título de 2020 con un equipo que en pocas fechas adquirió una identidad bajo la conducción de Miguel Ángel Russo pero que a comienzos de la campaña tuvo una fisonomía distinta bajo el mando de su antecesor, Gustavo Alfaro.
Boca ganó su primer título de 2020 con un equipo que en pocas fechas adquirió una identidad bajo la conducción de Miguel Ángel Russo pero que a comienzos de la campaña tuvo una fisonomía distinta bajo el mando de su antecesor, Gustavo Alfaro.
El calendario institucional del club, que celebró elecciones en diciembre pasado, hizo que Boca encara un profundo cambio de su proyecto político, lo que redundó en un golpe de timón en lo deportivo con Juan Román Riquelme como nuevo responsable del Departamento de Fútbol Profesional y Russo de entrenador.
Un hecho inédito en la historia de la institución para un equipo campeón, ya que el antecedente más cercano a ello sucedió en la temporada 90/91 cuando Carlos Aimar dirigió el torneo Apertura y luego el uruguayo Oscar Washington Tabárez fue campeón del Clausura, con un equipo que tenía como figuras destacadas a Diego Latorre y Gabriel Batistuta.
Gustavo Alfaro, que se fue a fines del año pasado al vencer su contrato, sumó una cantidad de puntos importantes que dejaron al equipo en la primera parte del torneo a una sola unidad de Argentinos Juniors, líder hasta ese momento.
Con Alfaro en el banco Boca disputo 16 encuentros de los cuales venció en 8, empató en 5 oportunidades y cayo derrotado en tres.
Consiguió 29 puntos en 16 fechas, es decir un 59% de efectividad, más baja que la conseguida por Russo, que ganó seis de los siete partidos dirigidos.
Eso son los números fríos de la estadística, después están las formas de cada entrenador y sus estilos, más especulador y menos vistoso el de Alfaro, mas contundente y abierto el del técnico actual.
A favor del ex entrenador está que, gran parte de la Superliga, la jugo más pensando en el objetivo de la Copa Libertadores que en la mira de la liga local.
En su ciclo, Alfaro jugó instancias decisivas de la Copa hasta que que se topó con River en las semifinales y resultó eliminado.
Al asumir en enero de este año, Russo sólo tuvo que enfocarse en la competencia local y ello le permitir hilvanar una racha de cinco victorias consecutivas después de empatar con Independiente en su debut.
Eso lo ayudó a encontrar una base de jugadores para su nuevo equipo, que se diferenció con los ingresos de Carlos Tévez y los colombianos Jorman Campuzano y Sebastian Villa como habituales titulares.
El "Apache" paso a ser indiscutido para Russo, mientras que con Alfaro, que alguna vez había dicho que era "el alma del equipo", estaba más en el banco de los relevos que en la cancha.
Campuzzano, de no estar convocado en los últimos partidos por el anterior técnico, le ganó definitivamente el puesto a Ivan Marcone, que era uno de los símbolos para Alfaro.
Y Villa fue la gran reaparición en Boca de la mano de Miguel, que supo explotar su velocidad para convertirlo en el jugador más desequilibrante del nuevo Boca, también distinguido por la vuelta del mejor Frank Fabra por Emmanuel Mas en el costado izquierdo de la defensa.
Con información de Télam.