Néstor López
Néstor López
Marcelo Alberto Bielsa Caldera, nacido un 21 de julio de 1955 en Rosario, Santa Fe, Argentina. Hay que nacer en el 55’ en este país, revolución libertadora con muertos y derrocamiento de Juan Domingo Perón incluido. A su nacimiento le hizo honor en eso de ser un innovador, un revolucionario de corta e incógnita carrera como futbolista a ser la tercera opción por generación, no por capacidad, en el antagonismo Menotti-Bilardo. Hoy se habla de tres en el fondo, de carrileros en lugar de marcadores de punta y hace treinta años el Newell’s de Bielsa jugaba con tres en el fondo y Juan Manuel Llop parado sólo de central y con Julio Saldaña por un lateral y Eduardo Berizzo por el otro sorprendiendo al ataque.
Hasta aquí, al técnico que gana o pierde se lo elogia en exageración y se lo maltrata en exceso. Marcelo Bielsa es un gran hijo y hermano, esposo y padre. Según él, no, porque ha “abandonado” a su esposa, Laura Bracalenti desde 1990 y a su hija Ines en los últimos 20 años por el fútbol.
Quien escribe estas líneas lo conoció en el año 2007 por un amigo en común de Rosario, que además de ser su abogado, es su amigo. Recuerdo ir hasta su campo en cercanías de Rosario a las 8 en punto, como habíamos quedado, mi sorpresa fue al llegar a la tranquera y ver a él, en persona, esperándome para abrirme la misma, me invitó a caminar y recorrer esos trigales y en una hora y media asisti a un master gratis de neurociencia en el fútbol, psicología, física y cómo elegir un jugador para lo que se lo necesita y no por lo que juega.
Con el tiempo comenzamos a tener charlas, siempre se intrigó por qué, sin haber jugado profesionalmente, conocía al jugador y el manejo de grupo o vestuarios. Eso, para mi, era demasiado elogio, me fue presentando su entorno y equipo de trabajo con Javier y Diego Torrente, dos hermanos rosarinos, preparados físicos y técnicos, actualmente uno en Everton de Chile y otro en Talleres de Cordoba. Conocí su día a día. Su llamativa obsesión e intensidad al trabajo exige y da por partida doble, ¿por qué?, muy simple: pide trabajos o tareas y le explica al que se la da el motivo. Docencia pura, desinteresada y cero egoísmo.
Nunca cierra un contrato o estampa su firma si alguno de sus colaboradores no arregló su vínculo. En algunos clubes o en el caso preciso cuando fue convocado a dirigir la Selección de Chile, dos de sus colaboradores se quedaban sin trabajo porque la Federación tenía en edición a su gente y él, bajo su propio mando y de su salario, los llevó a ambos. Así podría enumerar múltiples acciones de un tipo distinto a la media del fútbol.
Cuando tengo que definir a Marcelo Bielsa digo que es un ganador, un adelantado, el Borges del fútbol, hay aún periodistas, que no entienden sus respuestas, pero por sobre todo distingo su bondad, humildad y resistencia silenciosa y llena de argumentos ante los detractores que lo tildan de fracasado. Su respuesta está a la vista. Disfrute Marcelo este presente y como me dijo alguna vez “pensar que me llamaron loco una vez que a los chicos de la quinta división de Newell’s les hablé de neurociencia”. Se lo merece y nosotros también, que alguna vez podamos ver ganar a los buenos.