Hace poco más de una década, Ana Gallay no era la consagrada deportista que es hoy. Ahora es la máxima referente argentina del beach vóley y está a horas de disputar su tercer Juego Olímpico.
La entrerriana, máxima referente del beach vóley en Argentina, cuenta cómo vive la previa y el orgullo que siente al ver los esfuerzos que describe.
Hace poco más de una década, Ana Gallay no era la consagrada deportista que es hoy. Ahora es la máxima referente argentina del beach vóley y está a horas de disputar su tercer Juego Olímpico.
La entrerriana de Nogoyá se levantaba a las 5.30 y una hora después, aún de noche, salía en moto hasta Crucecita Octava para dar clases de Educación Física.
Pero, claro, no era un viaje cualquiera: 70 kilómetros, por caminos de tierra y, a veces, en pleno invierno, en un paisaje que helaba los sentidos. “El frío era tanto que, para no congelarme, frenaba y me ponía a correr, con la moto a cuestas, para entrar en calor. Un día hasta me agarró hipotermia”, recuerda desde la villa olímpica.
Gallay, en dupla con Fernanda Pereyra, debutará este viernes contra la pareja brasileña que ocupa el primer puesto del ránking mundial, pero esta tercera experiencia olímpica la está viviendo de otra forma, a los 35 años. “Estoy muy feliz, cómoda y disfrutando como nunca. Esta vez vine más relajada, a pasarla bien y sin meterme presión. Aprendí después de lo que viví en Río 2016, que fuimos de otra manera y, con el público argentino y lo que se generó, me terminó jugando una mala pasada”
“Ahora, como no llegamos en nuestro mejor momento, preferimos tomarlo de otra forma con Fer”, explica la atleta. Por eso, además, ambas tomaron la decisión de ir al desfile de inauguración, pese a que debutarán a las pocas horas. “Asistiremos un rato y nos volveremos. Pero no nos queremos perder ese momento”, cuenta Ana.
“Lo más lindo es estar en la villa, cruzarse con todo tipo de deportistas, desde los más amateurs a los famosos y superprofesionales porque acá somos todos iguales y estamos en la misma sintonía. Recién bajé en el ascensor con (Luis) Scola y charlamos un rato. Yo no jodo a nadie, no me gusta pedirles fotos ni nada, apenas conocer cómo están y cuándo compiten”, comenta la de Nogoyá y que ya se encuentra recuperada de una cirugía de hombro y de un desgarro en la rodilla, aunque tiene claro que son dos lesiones que no la han dejado llegar como quería a Tokio.
“A ambas nos falta ritmo de competencia, pero dejaremos todo. El primer partido, con Brasil, es el más difícil y luego, en la zona, tenemos a Canadá y China. Debemos ganar al menos uno para tener posibilidades de avanzar. Pasan los dos primeros de cada zona (son seis), los dos mejores terceros y después hay un repechaje por otros dos lugares”, informa.