Fabiana García
Río de Janeiro 2016 y los Juegos Panamericanos de Lima 2019, tuvieron a la Delegación Olímpica argentina con actuaciones históricas. En los últimos Juegos mejoró su producción del historial y en Lima fue una incesante cosecha de medallas. La pandemia interrumpió ese crecimiento.
Fabiana García
Son días de nostalgia para los periodistas, aficcionados que hemos seguido los ciclos olímpicos: Odesur, Panamericanos hasta llegar al evento máximo, ni hablar lo que pasa por el deportista. Ciclo tras ciclo. Es el momento donde hay que seguir a todos nuestros deportistas de calidad, es la previa y la adrenalina y la emoción, cuando están en competencia. Después de Río 2016, reinició el ciclo en el 2018 con los Juegos Odesur de Cochabamba; en 2019 los Juegos Panamericanos en Lima (todo se había concentrado en Sudamérica) y …en el 2020 se daba el salto a Asia a uno de los lugares donde se daba por descartado todo iba a ser perfecto: Tokio 2020. Llegó lo inesperado y los sueños olímpicos quedaron truncados para todos.
Como cronista deportiva venía siguiendo el ciclo y he estos días se superponen los recuerdos de Facebook, se mezcla Río de Janeiro y Lima, y con más de 100 días de encierro, sé que no lo soñé, pero me cuesta imaginar de nuevo esas competencias de tremenda magnitud. Quizás quienes estuvimos en Río, tuvimos una increíble oportunidad sin saberlo.
Río de Janiero maravilloso y albiceleste
_ ¿ Qué implicó ir a Río?
_ Un Juegos Olímpico es el máximo evento al que puede aspirar un deportista y lo es también, para los periodistas que nos gusta cubrir el Olimpismo. La designación de la ciudad carioca era la oportunidad única y por primera vez en la historia en Sudámerica. Todo lo que siempre se vio por televisión, ahora iba a estar ahí, al alcance de la mano. Pero fue muy difícil, todos querían ir y el proceso de acreditación fue muy ajustado. De Argentina nada más había diez mil solicitudes y solo había un cupo de 70, más la televisión. El Comité Olímpico Argentino designó a aquellos medios de comunicación del país que tenían seguimiento al deporte olímpico y eso me permitió estar acreditada. Desde enero de 2016 crecía mi nerviosismo y ansiedad.
-¿Había miedos e incertidumbres en la previa?
- Sin duda, Río no escapaba al contexto sudamericano. Las obras iban lentas, uno de los problemas era el transporte entre las cinco sedes, vía subte , tren y un nuevo tramo que llegaría hasta Barra de Tijuca donde se concentraba el Parque Olímpico que reunía la mayoría de las instalaciones –no todas- y el Centro Principal de Prensa. Esos comentarios generaban incertidumbre, además había una “preocupación” por el Zica un mosquito que generaba malestar, manchas y por lo cual algunos decidieron no asistir. Otro tema inquietante era la seguridad de Río. En estos momentos recuerdo el zica y ese “temor a los mosquitos”. Nunca me pico un mosquito, había repelente en cantidades exageradas y hoy todo eso parece tan ínfimo a lo que el COVID-19 le generó a la humanidad y a los brasileños en particular.
- ¿Cuál fue mi primer impresión de Río cuando llegué el 3 de agosto?
- No sé cómo lo habían hecho, pero lograron tener todo armado. Se advertían algunas desprolijidades, pero los escenarios estaban terminados y eran muy atractivos y coloridos. Además tener la cancha de beach vóley en Copacabana, y la distribución de sus escenarios que permitía observar la belleza natural disimulaba cualquier inconveniente.
Estaban organizados en todo, sin dudas enseguida nos dimos cuenta que la dificultad serían las distancias. Había no menos de una hora, hasta tres para llegar de un escenario a otro. Los cercanos a la playa eran accesibles, pero el Maracaná y Deodoro, donde estaba el Tiro, el rugby y el hóckey que para los argentinos, son ineludibles había que viajar mucho en subte, en tren y caminar.
_¿ Qué fue lo que más me deslumbró?
_ La universalidad. Río de Janeiro se llenó de gente de todo el mundo, además de los deportistas, había ciudadanos del mundo, familias enteras, que hacen turismo olímpico. La diversidad de culturas fue apabullante. Tampoco esperaba la fiesta argentina que se produjo en Río, viajó gente de todo el país, llenaron las canchas, las playas. Los primeros días hubo una fricción de hinchadas…pero transcurrido el calendario y cuando se sumaba el cansancio de tanto andar y andar, argentinos y brasileños éramos los anfitriones de los Juegos en Sudamérica.
Río nunca durmió durante los 16 días de los Juegos, la fiesta era continua y las distancias hacían que nosllegara la madrugada en los transportes regresando a nuestros lugares de alojamiento, donde íbamos a estar un par de horas para arrancar de nuevo. En los subtes y trenes íbamos apilados, en Río 10 millones de personas usan el transporte para trabajar y a eso se sumó el movimiento de los Juegos. Hoy, cuatro años después que lejano quedó aquello y que imposible de repetir.
-¿La mayor emoción?
En los Juegos Olímpicos todo era una emoción abrumadora. Un día en el Centro Olímpico de Barra de Tijuca, estaban al mismo tiempo jugando Del Potro y Djokovic, Simone Bailes en gimnasia. La despedida de “Manu” Ginóbilli y Micahel Phelps y la noche cerraba con Usain Bolt, era demasiado para los sentidos.
Pero sin dudas las mayores emociones las vivimos junto a los deportistas argentinos y santafesinos. La clasificación a la final de Germán Chiaraviglio en salto con garrocha fue la noche perfecta en el estadio Panamericano atiborrado, la medalla de oro de Paula Pareto y encontrarla después y sentarnos a conversar y ver que valía más que el oro que había ganado. Casi en la despedida, Santiago Lange y Cecilia Carranza me provocaron las lágrimas que ya no se podían contener. Los Juegos Olímpicos son la expresión más universal y genuina del deporte, el fuego que arde 16 días jamás se borra de la retina y la multitud algo que solo se revive en JJOO. Tokio recibió la bandera para ser anfitrión de los próximos Juegos, en Río habían llevado una delegación impresionante, tenían la mejor casa que cada país organizaba para mostrase al mundo. ¿Quién podía dudar de Tokio?: nadie. De los cariocas se dudaba, pero fueron unos tremendos anfitriones y mientras duraron los Juegos hubo fiesta. Para mi Tokio sería muy costoso y Río había colmado mis expectativas. Impensadamente Tokio no pudo concretarse, por ahora persiste la ilusión del 2020 + 1 que recorrió el mundo el pasado 22 de julio.
Las 100 medallas de Lima
Argentina fue a Lima con una delegación numerosa que tuvo una actuación compacta y de calidad, con un incesante conteo de medallas y una actuación superlativa. Lima tuvo un obstáculo insuperable: el caos de tránsito y la falta de subte. En Río, a pesar de las distancias podíamos cubrir dos hasta tres escenarios por día. En Lima dos era un triunfo.
Fue una lástima porque no se pudo estar cerca de muchos, o se tuvo que elegir en que final escuchar el himno argentino. La albiceleste estuvo en lo más alto 33 veces, que fueron la cantidad de medallas doradas que se ganaron, 34 de plata y 34 de bronce para un total de 101, la mayor producción histórica de Argentina.
No se pudo estar en todas, era demasiado lejos, ir a remo implicaba levantarse a las cuatro de la mañana y regresar pasadas las seis o siete de la tarde, cuando ya habían partido los bus para las otras sedes.
El Uber solucionó varios problemas, pero en fin Lima tuvo altibajos en su organización, pero también se lucieron con su calidez, una impresionante ceremonia de apertura y una constante muestra de sus patrimonio artístico y cultural.
La belleza de argentina se concentró en la natación, en un centro acuático que superaba ampliamente al de Río tres años atrás. Y ni hablar que la natación argentina tuvo sus noches de gloria y pudimos acompañar a los santafesinos que sacaron clasificación a Tokio: Julia Sebastián y Santiago Grassi.
También Alexis Eberhardt, el sancarlino que fue figura en Cochabamba en tiro con tres doradas, estuvo muy cerca del bronce, pero ganó su lugar para Tokio. Momentos muy emotivos en el polígono Las Palmas, junto a Alliana Volkart y Amelia Fournel.
Los estadios eran una fiesta con el himno de los Juegos “Nunca pero nunca, me abandones cariñito”. Los deportistas argentinos tuvieron impresionantes , en lo individual y los deportes de conjunto. Para los periodistas una gran experiencia, colmada de anécdotas que finalizan en amistades perdurables. Sin dudas Argentina pasó de Río a Lima consiguiendo su mejor esplendor en actuaciones olímpicos y la ilusión para Tokio tenía fundamentos. Todos hoy estamos en la incertidumbre, algunos se verían en Japón y luego empezaría de nuevo el ciclo olímpico, con los Odesur en Paraguay y los Panamericanos en Santiago para llegar a Paris 2024.
La llama de Río deslumbraba en carioca, un barrio populoso, donde el mundo desfiló a verla, en Lima se prendió en el Estadio para iluminar una noche fría pero descollante de cultura.
Nadie puede precisar ¿Cuándo? se la verá en su esplendor, creo que el día que se escuche “quedan oficialmente inaugurados los Juegos”, el mundo del deporte y el mundo, habrá ganado su medalla más importante.