La selección de Scaloni fue de mayor a menor, marcó claras diferencias en el primer tiempo y lo definió con una gran definición de Di María. Messi entró en el segundo tiempo, pero no coincidió con el mejor momento del equipo.
Ángel Di María celebra su gol frente a Ecuador, durante el primer tiempo. Foto: USA TODAY Sports
Estableció clara superioridad sobre el rival, sobre todo en el primer tiempo. No abandonó la idea de buen manejo de la pelota, mucha dinámica y recuperación rápida de la pelota. Con esos argumentos, Argentina marcó diferencias y le ganó bien a Ecuador.
Así como el equipo fue más que el rival, también habrá que admitir que le faltó un poco más de contudencia para que el resultado no fuera tan exiguo, que esta vez no anduvo el doble 9 (Lautaro-Julián) de la manera deseada y que no pudo brillar cuando en el segundo tiempo entró Messi.
Fotos: USA TODAY Sports
Hubo un solo equipo en el primer tiempo y fue Argentina. Si bien los ecuatorianos amagaron con alguna escapada de Caicedo, el partido quedó establecido desde el arranque de una manera muy clara: Argentina como dominador, haciendo posesión de la pelota y presionando sobre la pérdida misma para que rápidamente vuelva a tenerla en su poder.
Sin Messi desde el comienzo, Scaloni hizo lo que ya experimentó en Eliminatorias: jugar con el doble “9”. Eso no funcionó tan bien. Ni Julián Alvarez ni Lautaro Martínez lograron sobresalir, más allá de que la línea de cinco defensores ecuatorianos cerró caminos hacia el arco de Galíndez.
Di María se estacionó por derecha, Lo Celso fue por el otro sector, Paredes quedó como volante más retrasado y De Paul se multiplicó para cumplir con la doble función de recuperación y juego. Acuña escaló mucho por afuera y eso permitió que Lo Celso se cerrara y lograra meterse más en el partido, que fue siempre favorable para Argentina.
Fotos: USA TODAY Sports
El gol se demoró más de la cuenta. Argentina fue dueño casi absoluto del primer tiempo con la fórmula de siempre: 1) mucho toque y rotación para buscar los espacios vacíos y mover la pelota; 2) mucha presión para recuperarla de manera inmediata, ahogando al rival. Y eso recién se cristalizó en el resultado cuando combinó muy bien el Cuti Romero con Di María y éste definió con un remate suave y a colocar ante la salida de Galíndez.
Di María se convirtió en el jugador más peligroso, porque tuvo en su pie izquierdo la posibilidad de liquidar el partido con un tiro libre por una falta que a él mismo le cometieron. El remate, con chanfle y por encima de la barrera, pegó en el travesaño y se fue por arriba.
Cuando Scaloni puso a Messi y a Enzo Fernández, sobre los 10 minutos del segundo tiempo, cambió la posición de Lo Celso y lo mandó a jugar por derecha, quedando Enzo por izquierda y Messi suelto, libre y acompañando a Julián Alvarez como los dos más adelantados. Y en una de las primeras pelotas que tocó, Messi dejó solito a Enzo Fernández y éste quiso devolvérsela en lugar de definir ante Galíndez, perdiendo una chance clara de aumentar las cifras.
Ecuador se animó y le quitó ritmo a Argentina. Ya la pelota dejó de ser propiedad absoluta de los campeones del mundo. Se dividió mucho más. Y Scaloni trató de darle aire al mediocampo y la delantera con los ingresos de Correa (se fue a jugar con Messi de punta) y Nicolás González, que se recostó por izquierda en esa posición en la que Scaloni lo utiliza casi siempre y en la que cumplió algunos buenos rendimientos individuales.
Esa pérdida del control total del partido, encendió por primera vez la señal de precaución. No supo capitalizarlo del todo Ecuador, pero consiguió dividir un poco más la tenencia del balón y, además, acercarle algún compromiso al Dibu Martínez, que en el primer tiempo se había convertido en un espectador de lujo en el campo de juego porque el rival nunca llegó a complicarlo.
Ya el partido se había emparejado, aunque siempre dejando en claro que el más peligroso podía llegar a ser Argentina en la medida en que se consiguiera precisión en los últimos metros.
A la selección de Scaloni le quedó mejor la producción del primer tiempo que la del segundo. Los cambios, cierto cansancio y deseos de regular esfuerzos, hicieron que el rigor físico y futbolístico que impuso en el primer tiempo, decayera en el complemento y a medida que pasaron los minutos.
No obstante, Argentina nunca dejó de justificar la victoria y de brindar la imagen de superioridad y de respeto extremo a una idea que no se negocia, sea cuál fuere el esquema táctico, juegue o no juegue Messi y sin depender de la jerarquía del rival que tenga enfrente.
Este equipo tiene un ADN basado en el buen trato de la pelota, la dinámica, la entrega total de sus jugadores y la recuperación rápida de la pelota para impedir que el rival se pueda armar. Y lo volvió a mostrar ante Ecuador, a pocos días del debut con Canadá por la Copa América.
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