Ni Argentina era candidato a campeón cuando estuvo arriba de República Dominicana por 17 puntos desplegando su mejor básquet, ni es una selección en decadencia por quedar afuera del Mundial en el último minuto de las Eliminatorias.
La derrota con República Dominicana fue el detonante principal a nivel deportivo, pero sólo es una gota que rebalsa el vaso lleno de errores, corrupción y abandono de la dirigencia.
Ni Argentina era candidato a campeón cuando estuvo arriba de República Dominicana por 17 puntos desplegando su mejor básquet, ni es una selección en decadencia por quedar afuera del Mundial en el último minuto de las Eliminatorias.
El fracaso argentino en las ventanas FIBA para clasificar a Filipinas, Japón e Indonesia 2023 no sólo corta una racha de presencias desde 1982 y de presencia en la élite desde 1998, sino que también pone los focos definitivamente en la pésima gestión de la Confederación Argentina de Básquet (CAB).
La palabra autorizada de Luis Scola hace unos meses en Uno Contra Uno podría resumir a la perfección, en modo de presagio, lo que ocurre en la cúpula dirigencial de básquet argentino: "El sistema que tenemos hoy en día les permite que gente que no tiene la capacidad, no solo este sino que se perpetúe en el tiempo y este para siempre. Se arma un circuito donde ellos mismos se vuelven a votar entre sí y no hay forma de entrar. Cómo no hay forma de entrar, ellos pueden hacer lo que quieren, con el agravante de que no sólo es una mala gestión, sino que hablamos de gestiones fraudulentas de personas que literalmente tiene malicia".
Las declaraciones del histórico interno argentino hacen referencia a las labores de ex dirigentes como Germán Vaccaro, quién supo ser presidente de la CAB y en 2019 fue procesado por administración fraudulenta, quedando inhabilitado de por vida y viéndose obligado a pagar 80 mil dólares por reparación de daños. Cifra que resulta insignificante.
Lo descrito casi a la perfección por quién fue capitán de la Selección Argentina por más de una década también es dirigida hacia la actual gestión, presidida por Fabián Borro, y que es la mayor responsable del actual vaciamiento institucional de la Confederación y el hundimiento de la Liga Nacional (LNB).
Este último aspecto, pilar fundamental para el nacimiento de la Generación Dorada y todos los beneficios colaterales que tuvo la bonanza basquetbolista de argentina, parece haberse dejado en el olvido por la CAB.
La competencia interna de la Liga está en picada, los proyectos juveniles emigran cada vez más rápido, la competencia a nivel económico con las otras ligas del continente se está perdiendo y además se logró el peor de los errores: alejar a la gente de la competición.
Días y horarios insólitos en el cronograma, escasa transmisión por TV abierta, el fallido sistema de stream de BasquetPass que es más caro que el de la NBA, la ausencia de un banco de estadísticas verosímil y la falta de productos audiovisuales complementarios no parecen ser el mejor plan para acercar a los hinchas.
Esto resulta ser sólo la punta del iceberg que detuvo el avance de uno de los deportes más populares del país y lo hizo retroceder décadas.
Ahora el camino no es otro que arrancar de nuevo. Una dirigencia peleada con los máximos referentes de la historia del básquet argentino y sin el aval popular no presentan el mejor panorama de cara a esta necesidad, pero las esperanzas están.
Un buen grupo de jugadores jóvenes codeándose en la principal liga de Europa, un par de prospectos en el básquet universitario estadounidense y varias fichas en las juveniles locales son sólo la base para volver a proyectar a futuro. Los buenos jugadores tendrán que ser acompañados por algo más que su talento y buena voluntad.
Es justo decir que si Argentina no tiraba un 20% de tres puntos, no perdía 18 pelotas, no le cobraban goaltending a Brussino o Laprovittola anotaba los libres en el último minuto, este panorama podría pasar desapercibido por el alto rendimiento del equipo. Quizás, dentro del dolor de la eliminación del Mundial, el saldo positivo sea poner los focos en la cuestión dirigencial.
Otro punto no menor es el particular formato de clasificación utilizado desde China 2019. La discusión de antaño entre FIBA, NBA y Euroliga por los calendarios privó a equipos como el argentino de contar con su alineación habitual en varios partidos, como así también obligó a hombres como Gabriel Deck a viajar más de 10.000 kilómetros para una sóla jornada de estadía. No debería ser excusa, pero tuvo peso a nivel deportivo en la tabla final.
Párrafo aparte para el caso Néstor “Che” García. Su polémica desvinculación fugaz y hermética tuvo un final de película (de terror), con el entrenador en alza en medio del Polideportivo Islas Malvinas, mientras Argentina digería su peor pasaje de los últimos 30 años.
También sería injusto recaer completamente en los jugadores. Si bien son los principales artífices dentro del parqué, esta semana volvieron a demostrar que el compromiso es máximo y que el amor por la camiseta albiceleste no se negocia. El talento va a seguir presente, la clave está en cómo se desarrolla.