(Enviado Especial a Porto Alegre, Brasil)
Pese a que habló, el miércoles, de la falta de equilibrio, piensa otra vez en un medio sin “5”. Paredes y Lo Celso juegan seguro y el tercer integrante de ese sector sería el “Huevito” Acuña y no Guido Rodríguez. Arriba, entra Agüero. Hay que ganar y esperar una “manito” colombiana.
(Enviado Especial a Porto Alegre, Brasil)
Como si fuese una mueca del destino o para estar a tono con el sentido a contramano que lamentablemente rige hoy en este controvertido, cuestionado y preocupante momento del fútbol argentino, pasamos de los 32 o 33 grados con ciento por ciento de humedad en Salvador de Bahía, pero con minoría de argentinos; a un poco más de calor popular pero menos de temperatura en Belo Horizonte y a esta Porto Alegre industrial, que nos recibe con una baja temperatura corporal pero alta efervescencia y, ahora sí, mayor acompañamiento de compatriotas.
Este momento me hace recordar y mucho a aquellas horas previas en el Mundial pasado, cuando en San Petersburgo había una increíble invasión de camisetas celeste y blanca buscando darle fuerzas y realismo a esa ilusión que llevábamos al partido con Nigeria. Los antecedentes no nos favorecían en nada: veníamos de un triste empate ante Islandia y de una derrota catastrófica frente a Croacia.
Una vez más, el fútbol nos pone frente a la angustiante situación de tener que ganar y también esperar, pues todo puede pasar. Quizás este domingo a las 18, con ambos resultados consumados, estemos festejando la clasificación y el segundo puesto; pero puede pasar que aún ganando, tengamos que esperar hasta el lunes para saber si entramos o no como mejores terceros.
Pero esta es la realidad, hay que afrontarla y esperar que ese fuego sagrado, esa rebelión y esa fortaleza anímica que todos estamos esperando del equipo, aflore ante un momento de adversidad. Es el punto en común en el que se cae últimamente con esta selección. Pero también digo que a ese valor espiritual que se puede denominar coraje, hay que sumarle templanza, paciencia y juego. Algo que Argentina viene debiendo desde tiempos que, ya a esta altura, parecen inmemoriales.
En sólo once partidos, Scaloni ha utilizado 52 jugadores y ha convocado a 69. Lleva menos de un año al frente del equipo y sólo dos partidos oficiales. Y además, mostró en distintas formaciones a 40 titulares diferentes. ¿A qué voy?, a que si la idea era probar, no caben dudas que Scaloni probó. Y que, como dice un Menotti hasta ahora ausente en esta Copa América, es imposible que un equipo pueda armarse de un día para el otro sin la imprescindible necesidad de ensayos. Esto es lo único que Scaloni puede mostrar a su favor. Pero convengamos que esta cadena de pruebas que parecen interminables, con muchos amistosos de poca monta y de cara a una exigencia deportiva mayúscula como es el torneo continental, ponen a esta selección y a este técnico en un camino plagado de improvisaciones, confusiones y fuerte sensación de malestar que se trasluce en el ánimo de todos, adentro y afuera.
Si tanto probó Scaloni, la pregunta es: ¿cómo puede ser que no haya previsto el armado de un equipo tradicional, sencillo y con jugadores aptos para el cumplimiento de determinadas funciones?. Que Lo Celso o Paredes pueden jugar de doble cinco, es algo que basta con mirar lo que hacen en sus equipos para darse cuenta de que es así, pero siempre que haya un respaldo de alguien con más marca, más combativo y equilibrado. Scaloni no lo tiene porque no se dio cuenta o porque pensó que podía jugar con un esquema “moderno” y hacer abstracción del “5”. Se equivocó. Y ahora pueba con Guido Rodríguez otra vez, pero deja latente la chance para que aparezca el “Huevito” Acuña y nuevamente se arme un mediocampo absolutamente desequilibrado y sin contención.
Menotti dijo que “ni Guardiola ni Cruyff podrían hacer funcionar a un equipo en estas condiciones”. Pone, el secretario técnico, un manto de piedad sobre el entrenador. No los compara (además, sería una irreverencia y un desatino que se compare a Scaloni con Guardiola o con Cruyff), sólo quiere decir que en poco tiempo y sin el conocimiento necesario en un tiempo de transición y de pruebas, producto de la renovación del plantel, es muy difícil que se pueda armar algo que funcione correctamente. Pero, entre nosotros, se podría esperar que algo funcione y que, al menos, la supuesta calidad individual de nuestros jugadores permitan sacar alguna diferencia.
Recién mencionaba a Islandia, el rival que en el Mundial nos empató; y podría seguir por la Venezuela que en este proceso nos ganó y nos convirtió tres goles. El rival de este domingo en Qatar. Y lo que en otros tiempos debería ser un trámite, hoy ya no lo es. Aún con el mejor del planeta adentro de la cancha.