Jueves 1.4.2021
/Última actualización 19:09
Eric Schauvinhold tenía 17 años y todo lo que deseaba en la vida. Vivía en Entre Ríos, estudiaba y, sobre todo, hacía lo que amaba: jugar al básquet. “Vivía por y para nuestro deporte”, cuenta hoy aquel alero de 2m que integraba la Primera de Estudiantes de Concordia que militaba en la segunda división del básquet argentino, el TNA. Ya había debutado, “un momento soñado que nunca olvidaré”, y se ilusionaba con más luego de que Guillermo Vecchio, ex DT de la Selección, lo elogiara en un campus por su versatilidad. Pero, de repente, un accidente de auto en 2009 (“iba por camino de ripio y en un curva pronunciada se me cruzó un animal”, relata) le cambió la vida. La fractura de columna vertebral lo dejó sin volver a caminar y todo lo que soñaba se esfumó. Al menos en esos primeros meses tras el accidente. “Fue una pesadilla. Tuve que hacer el duelo, reinventarme y volver a encontrar las ganas y la pasión”. Pero, gracias a su temple y personalidad, lo hizo: Eric se mudó a Buenos Aires, comenzó a estudiar Medicina –hoy realiza la residencia de Anatomía Patológica en el Hospital Ramos Mejía- y volvió al básquet, su gran amor. Fue a los 20 y, de otra forma, redescubrió la pasión que siempre lo había marcado, logrando el sueño que había tenido de chico, jugar en la Selección argentina, en este caso de silla de ruedas.
Hoy, a los 28, Eric no recuerda aquel momento con bronca ni tristeza. Dice que aprendió. Y mucho. “A tener respeto, paciencia y, a la vez, mucha empatía por el otro…”, admite. Así se lo relata a Fernando Zurbriggen, base estrella de nuestra Liga Nacional y de la Selección en las últimas dos ventanas FIBA que está sentado a su lado, en otra silla, escuchando esta historia con atención. Ambos ya compartieron la cancha, en un evento entrenamiento-picado que la Confederación Argentina de Básquet (CABB) y la Asociación de Clubes organizaron en el Cenard entre basquetbolistas adaptados y convencionales (hombres y mujeres), y ahora es el momento de disfrutar la charla. El armador de Obras le pregunta y Eric cuenta. Es, en realidad, un diálogo entre dos jugadores, apasionados e interesados en lo que va más allá del juego. Así fue durante casi dos horas que duró el encuentro que se realizó con el lema “el básquet es uno solo” y tuvo mucha onda, diversión y aprendizaje. Al entrenamiento que los seleccionados de ambos sexos de Básquet Adaptado realizan tres veces por semana asistieron Zurbriggen, José Vildoza (San Lorenzo), Nicolás De los Santos (Boca), basquetbolistas de nuestra Liga Nacional –los dos primeros estuvieron en el seleccionado en las últimas dos ventanas FIBA- y tres chicas que hace días terminaron la Liga Nacional Femenina, la MVP Agustina Jourdheuil (Berazategui), Julieta Alé (Vélez) y Luciana Delabarba (Quimsa), todas convocadas a la preselección que empezará a trabajar el 19 de abril pensando en el Sudamericano de Colombia.
Gentileza“Fue una hermosa experiencia, enriquecedora desde varios puntos de vista. Primero porque nos dio la chance de compartir y vivenciar el deporte adaptado, en este caso el básquet, con chicos y chicas que han llegado a una Selección nacional, lo que no es poca cosa. Segundo por poder conocer a los jugadores, interactuar con ellos y que nos compartan formas de entrenar, cuidados, rutinas y, principalmente, la preparación para las competencias. Y, por último, dentro del hermoso clima del juego que se dio, el poder visualizar e identificar las dificultades diarias que tienen tanto para la movilidad como para las herramientas de juego, o la necesidad de juntar recursos económicos para mejorar estas condiciones”, analizó Zurbriggen en charla con Prensa CABB-AdC. Vildoza, como Fer, también había vivido una experiencia en silla, pero igual quedó cautivado. “Vinimos a conocer, divertirnos y dar una mano para que este deporte se visibilice más. Me voy contento, nos reímos y tiramos algo de magia, pero sobre todo me llevo muchos aprendizajes”, agregó Pepe, otro de los grandes bases de nuestra Liga Nacional, una histórica cuna de cracks.
“Fue una experiencia distinta que me encantó. Es la primera vez que me subo a una silla y poder compartir un momento tan lindo con ell@s fue increíble. Nos trataron de diez y me quedé sorprendida por la dificultad que tiene la modalidad, aunque es tan básquet como el nuestro”, resaltó la rubia Alé. “La única diferencia es que ellos necesitan un elemento para hacerlo, pero tienen nuestra misma pasión. Hoy era mi cumple pero vine igual porque me encantó la idea. La pasamos genial”, agregó la morocha Delabarba. “Estuvo bárbaro. Es admirable lo que hacen y cómo lo hacen. En realidad, pensé que iba a ser más fácil jugar desde la silla. Estoy muerto, me duelen los hombros y los trapecios”, contó un sonriente De los Santos mientras se masajeaba los músculos de esas zonas.
“Tuve muchos problemas para manejar la silla, sobre todo al frenar”, precisó Zurbriggen. “Yo también me había sentado antes, pero un picado es distinto. Me costó doblar, direccionarme y es complicado tirar desde tan abajo”, agregó Vildoza, quien peleará el MVP de la Liga con Fer. Pero, en realidad, más allá de la dificultad que encontraron, todos quisieron puntualizar que la principal diferencia, como dijo Zurbriggen, está “afuera del campo. Nosotros somos unos privilegiados por las facilidades que tenemos para acceder a los medios para realizar nuestro deporte y ojalá ellos, en un futuro cercano, no encuentren tantas dificultades, porque lo más lindo que tiene el deporte es que sea igualitario”.
Todos mostraron su felicidad por el momento vivido, pero más que nada los miembros de los seleccionados de sillas. “Me pone muy contento que gente de la CABB y la Liga hayan venido a hacer visible esto, que los jugador@s hayan venido con tanto interés, buena onda y predisposición, de alguna forma para terminar con el mito de que silla puede generar algo malo o que no se puede hacer deporte. Te genera la misma pasión que cualquier otro. La única diferencia que necesita un medio mecánico para hacerlo”, expresó Carlos Cardarelli, DT nacional de los seleccionados femeninos de silla, quien en una charla introductoria explicó con detalles quiénes juegan básquet adaptado –muchas personas con lesiones en miembros inferiores, la mayoría por accidentes-, en qué categorías –van de 1 a 4.5 puntos, de acuerdo a la gravedad de la discapacidad-, con qué reglas –casi las mismas, salvo diferencias en el caminar, que es por impulsos, o doble dribbling- y con qué tipo de sillas.
“Estoy feliz. Estuvo buenísimo el evento, primero por la onda que se dio. Todos vinieron con la mejor, a jugar en serio y a aprender en serio… Y, claro, por la visibilización que nos permite a nosotr@s. Ojalá que lo sigamos haciendo. Tenemos que ser uno, al convencional y al adaptado nos une el amor por el básquet”, opinó Mariana Redi, quien nació con una malformación –le faltan las falanges de ambas manos y una parte de la pierna derecha- pero siempre hizo deporte hasta que se enamoró el básquet en 2016. “Hubo muy buena energía, mucha vibra positiva hoy. Y fue algo muy gratificante que hayan venido con esta onda, que hayan apreciado nuestro esfuerzo. Es lindo ver el reconocimiento de un deportista profesional a uno que practica este deporte con la misma pasión que él”, cerró Eric, quien además tiene el hobbie de ser modelo. Una realidad muy diferente a aquella de 2009 tras el accidente.
Fue emocionante ver el picado, que duró más de media hora. Y también, cómo, a los costados de la cancha, mientras algunos jugaban, otros compartían charlas y sonrisas, incluso alguna broma de los adaptados a los convencionales porque no podía ni acercarse a lo que ellos hacen. “Quiero agradecer a todos, por estar y querer difundir nuestra pasión”, se despidió Cardarelli, no sin antes dejar un mensaje para otros que puedan estar frustrados, dolidos o enojados en sus casas, tras un accidente o por haber nacido con una discapacidad. “Mi consejo es que se acerquen al deporte adaptado, que la silla no sea un tabú, que esto es un deporte más… Lamentablemente lo que les ocurrió en la vida es un paso más de lo que le puede pasar a cualquier otra persona. No se encierren, salgan a hacer una actividad física y si pueden probar con el básquet en silla de ruedas no tengo dudas de que les va a cambiar la vida”, cerró. Que así sea, Carlos.