Lunes 8.11.2021
/Última actualización 15:48
“Se va a jugar Nino, intenta un ataque sostenido, Monzón lo recibe con la izquierda en swing y le hace mover la cabeza hacia atrás cual simpático muñeco de juguete. Busca las sogas para refugiarse. Monzón desata su ataque tomando riesgos al bajar su guardia. Tiene una mirada instintiva. Olfatea la inferioridad de su presa. Abre sus ojos hasta ampliar las órbitas. Aprieta los dientes hasta hacer visible el protector bucal. Se acerca para el ataque final. Mide con el jab zurdo. Nino sale hacia su izquierda intentando fabricar un espacio lateral para escapar. Monzón decide el remate. La gente se angustia, murmura, da su ultimo aliento. Brusa le pide definición: ‘Ahora, ahora Carlos, ahora, la derecha, la derecha…’. Bonavena se acerca al ring, Lectoure, desde abajo, le hace señas para que ataque, los fotógrafos de pie, mantienen sus lentes en la acción, las cámaras de televisión apuntan a ese encordado donde el gran Nino intenta zafar saliendo hacia su izquierda y Monzón le dispara el cruzado de derecha que lo derrumba verticalmente, primero se derriten las rodillas, después se le caen los puños y por ultimo se le resigna el tronco. El gran Nino cae mirando al infinito, le cuesta respirar, el estadio sufre. El referí cuenta… 7,8,9 y antes de llegar al out, un particular sube al ring con la intención de interrumpir la cuenta. Monzón levanta los brazos. Es el nuevo campeón mundial de peso mediano”.
Ernesto Cherquis Bialo fue uno de los periodistas presentes aquélla noche en Roma, además de varios santafesinos, como Ricardo Porta y nuestro querido e inolvidable Pedro Oscar Roteta, que fue quién cubrió la pelea para El Litoral.
El Litoral dialogó con Nino Benvenuti, a 51 años que se cumplen hoy de esa gran gesta y un nocaut que está a la altura de los mejores de la historia del boxeo argentino.
-¿Qué es lo primero que se le viene a la memoria de aquélla noche del 7 de noviembre de 1970?
- Que enfrente tuve a un campeón extraordinario, sin dudas uno de los mejores adversarios que se me presentó en toda mi carrera.
- ¿Qué sabía en ese momento de Monzón?, ¿es cierto que desde su entorno creían que era una pelea para resolver fácilmente y de manera favorable?
- No sabía mucho de él, sólo lo que se decía en general… Que era feroz y que tenía una gran potencia atlética. Yo no pensé en otra cosa que en llegar lo mejor posible a esa pelea.
- ¿En qué momento pensó que la perdía?
- Siempre que subía al ring lo hacía con mucha fe en mis posibilidades. Ese fue siempre mi escudo. Además, en mi vida sólo hubo tres boxeadores que realmente me golpearon.
- Si Monzón hubiese enfrentado a Hagler, ¿quién cree que hubiese ganado?
- Es imposible saberlo, sinceramente, porque fueron dos realidades distintas, dos universos diferentes… Más allá de que Hagler era maravilloso, realmente, creo que Carlos la hubiese llevado mejor.
- En aquél momento, ¿la categoría mediano era la mejor de todas en cuanto al nivel de los boxeadores o era la categoría pesado?
- En los años 60 y 70, tanto la categoría pesado como mediano estaban extraordinariamente representadas. En los pesados, estaba Alí y en los medianos, Benvenuti… Y además, Monzón (risas).
- ¿Ha perdido interés el boxeo de hoy?
- El boxeo ya no tiene el carisma de antes y por eso coincido en que ha perdido interés. Sin embargo, pese a la falta de grandes campeones, sigo considerándolo el mejor deporte de todos los tiempos. El boxeo le otorga al deportista la mejor preparación a nivel competitivo. Pero además, pone a un prójimo cara a cara como oponente. Y a eso lo veo como el enfrentamiento consigo mismo.
- ¿Qué recuerda de su visita a Santa Fe, cuando Monzón estaba en la cárcel?
- Son recuerdos algo vagos… Sé que estuve en la tierra en la que nació el gran campeón y eso es lo que me ha quedado para siempre en el corazón.