Arranca diciendo que “pasé dos años maravillosos en Santa Fe, me han llevado a pescar, a ‘caranchear’, a tomar lisos y descubrir una vida paralela al fútbol que hacía mucho que no disfutaba”. El Turco Gustavo Mahmed tiene cáncer de colon con metástasis en el hígado. “Estaba perfecto, entrenaba con el plantel de Quilmes y hacía el zoom con todos los muchachos. Un día fui al baño, ví que había defecado un poco de sangre y hablé con Federico Domínguez, el hermano de Eduardo. El me contó lo suyo y eso me llevó a consultar a un proctólogo. Me detectaron el cáncer y me activé rápido. Uno asocia el cáncer con lo peor, así que imagináte que con 43 años pensé que me moría. Acepté la enfermedad y ahí empecé mi lucha”, dice el ex ayudante de campo de Eduardo Domínguez en Colón, en diálogo con La Primera de Sol.
—¿Cómo va el tratamiento?
—Llevo un par de sesiones de quimioterapia, he pasado a ser un paciente de riesgo y me tengo que cuidar. Me acuerdo que me enteré lo de Federico porque me contó el Mumo Peralta, así que ahí nomás lo llamé. “H... de p..., ¿cómo no me contaste?”, le dije. Entonces, me acordé de inmediato y lo llamé. Siento cosas raras que nunca había sentido en mi vida cuando voy a la quimioterapia.
—¿Estás haciendo terapia?
—Sí... Uno es en la vida como es en el fútbol. Yo siempre fui optimista, siempre fui positivo y con una sonrisa dibujada en la cara. A esto me lo han remarcado todos. Entonces, me pregunto: ¿cómo no le voy a ganar al cáncer?
—¿Te hizo ver la vida de una forma distinta?
—Te cambia todo... Estás en una situación extrema y tomás ciertas cosas con otra perspectiva. A mí me pasó una cosa muy extraña: no aceptar el rencor y la bronca que sentía por algunas personas. Es decir, no me permití tenerle bronca o rencor a gente que he ayudado y que luego se ha olvidado... Me han escrito cada cosa que me han emocionado. La gente de Vélez y la de Huracán me han sorprendido... Siento que fui dando mucho y que esa generosidad que tuve, sin pedir nada a cambio, me la están devolviendo en este momento límite.
—O sea que si alguien te lastimó o fue ingrato, lo asumís y lo devolvés de manera opuesta...
—Exacto... ¿Sabés en qué me ayudó?, en focalizarme en hacerle caso al médico, tomar la medicación y laburar el resto del día... Y pierdo gran parte del día en responderle a todos los amigos que me mandan mensajes.
—¿Cuándo te diagnosticaron el cáncer?
—El 16 de mayo, justo el día que llegó Lucas, mi hijo, que estaba en Italia. El año pasado había estado con él allá y de paso aproveché para recorrer clubes y lugares para ver cómo se entrena en Cágliari, Bologna, Ajax, Juventus, Módena, entre otros. Y un día lo conocí al manager del Leeds y le pedí que me presentara a Bielsa. Fue una cosa muy loca, porque me invitaron a ver el partido y cuando terminó me invitó a caminar. Ahí le dijo al manager que me pidiera que me quede tres días más para seguir hablando de fútbol.
—Por jugadores que él había tenido y que fueron compañeros míos, como los de Vélez. Hablamos mucho de fútbol, de táctica. Lo aproveché al máximo.
—¿Te ofrecieron ser el ayudante de campo de Comesaña?
—Sí, pero no me parecía ético... Después, cuando se fue Comesaña, estuve cerca. Me había llamado Darrás, pero no tenía experiencia como cabeza de grupo. Tenía fe en sacarlo adelante porque yo conocía a los jugadores y al club. Tenía todo el cuerpo técnico armado, pero se decidieron por contratar a Lavallén. Había hecho ya un análisis previo de lo que había pasado y lo que venía.
—Por supuesto... Pero eran más ganas mías que las de Vignatti...
—¿Cómo hubiese jugado tu equipo?
—Yo tengo una idea que es la de presionar y atacar. Podemos discutir si lo hacemos 20 metros más atrás o adelante. Mi idea es la de apretar arriba, jugar en el terreno del rival.
—¿Dónde viste la final en Paraguay?
—Estaba en Italia, me fui manejando hasta Suiza y llegué cuando iban diez minutos... Estaba loco, desesperado... Diluviaba cuando me puse a ver el partido. Lo había ido a ver a Zucculini y le dije: “me rajo porque quiero ver a Colón”... Independiente del Valle planteó el partido de manera bárbara, sin fisuras... Yo fui viendo a lo largo del mes todo lo que hacía la gente para ir a Paraguay... Yo le mostraba a los técnicos italianos, después, lo que había sido la gente de Colón y no lo podían creer. Lo charlé con Bielsa...
—Sí, sí... Lo hablé con Bielsa... Hoy el ganar se volvió el arma principal de cualquier equipo pero no hay que desviarse de lo principal, que es darle espectáculo a la gente. A veces se consigue y a veces no. La propuesta inicial de cualquier entrenador es jugar bien y a atacar. Sé que muchos estarán en desacuerdo conmigo... Mirá, nosotros en San Pablo, cuando ganamos con el gol de Fritzler, planteamos una estrategia para ganar. Nos replegamos para que vengan y se generen espacios arriba.
—¿El disparador de la charla con Bielsa fue la final de Colón?
—Claro... Yo fui a verlo a Inglaterra diez días después de esa final y arrancamos así la charla.
—¿Qué le decís a la gente que dice que el fútbol es cuestión de vida o muerte?
—Esto me enseñó a que tengo que aprender a vivir la vida... A veces fui a entrenar a Colón sin dormir, porque se me pasaba por la cabeza la idea de cómo se iba a presentar el partido, ¿entendés?. Yo vivía con la mente y el cuerpo puesto en el fútbol, era un obsesivo, sólo pensaba en el trabajo. No optimizaba los tiempos. Le quitaba tiempo a mi familia, a los afectos.