Carlos Delfino: "No me siento viejo ni de 38 años"
El escolta santafesino volvió a vivir y a brillar en la Lega italiana, donde disfruta su gran momento en Pesaro Basket.
Archivo Delfino y la número 10. Un emblema del deporte argentino. ¿Se la pondrá en Tokio?
23:07
Carlos Delfino (38 años) la pasó mal. "Estuve tres años entre un sofá, una cama y un quirófano", resume sobre aquel período, entre 2013 y 2016, en el que sufrió una de las peores lesiones (rotura del hueso escafoide del pie derecho) y soportó siete operaciones.
"Estuve deprimido y toqué fondo. Algunos tenían miedo, decían que quedaría con el pie ortopédico, otros que se me desplazarían los huesos. No pocos me recomendaron que lo mejor era el retiro, que me dedicara a otra vida, a mi familia, pero yo no quería terminar así y sentí que podía. Luché, perseveré y nunca dejé de soñar", recuerda.
Y un día, en 2016, regresó a las canchas y fue a su cuarto Juego Olímpico en Río. En 2017 volvió a nuestra Liga Nacional y en 2018 a Italia. En 2019 retornó al club de sus amores (Fortitudo Bologna) y este año ni siquiera la pandemia, la inactividad o la edad pudieron apagar esa llama que sigue prendida.
En julio firmó con Pesaro Basket y su inicio de temporada no pudo ser mejor. El promedio de sus números llama la atención: 12.6 puntos, 40.5% triples, 3.4 rebotes y 25.6 minutos. Su nivel impacta y los elogios se repiten.
-¿Soñás con ir a Tokio? ¿Es un objetivo?
-Sueño, obviamente que sueño, está dentro de mi lista de objetivos. Sería como estar en Space Jam 3. En realidad, mi prioridad es tener una temporada sana, pasarla bien, divertirme. Si eso me alcanza para ir a una preselección, bienvenido sea. Yo sueño y trabajo para que pase. No lo voy a ocultar y negar, pero a la vez respeto mucho las condiciones de todo.
-¿A qué te referís?
-A esta edad, ocupo un lugar distinto al que tenía hace 10 años atrás en la Selección. Lo sé y me adapto. Si alcanza, bienvenido y sino, no habrá ningún problema. Soy argentino y el primer hincha de la Selección, esté o no. Disfrute el subcampeonato mundial, fuera de la cancha, como cuando jugaba, porque la mística a la que entrás cuando te pusiste la camiseta queda. Siempre sos parte del equipo aunque no estés en el plantel.
-¿Te ves con chance de preselección?
-Si todo va bien y sigo así, tal vez tendré alguna chance. Veremos, pero hoy no espero ningún regalo. Si estoy, es porque me lo gané.
-Siempre es difícil entrar a un grupo que logró algo fuerte, como en este caso en el Mundial pasado, aunque vos ya lo hiciste en 2004…
-Obviamente. Los equipos, igual, van mutando. A mí, junto a Walter (Herrmann), me tocó entrar en grupo muy formado, que luego resultó totalmente distinto en 2006 y en 2008. Mi lugar fue cambiando. El DT debe ser muy pillo porque no hay tanto tiempo para trabajar y debe ver más allá, cómo formar el equipo y también el grupo. Recuerdo cuando a Leo (Gutiérrez) le decían "Cebador Olímpico", porque jugaba poco y nada en la Selección, pero el Negro era tan importante como Luis o Manu. La gente, desde afuera, no tenía noción de lo importante que era para el grupo porque siempre fue un líder de la hostia. Por eso hay que respetar mucho las decisiones que toman los técnicos, porque ellos saben la dinámica de cada plantel. Yo eso no lo puedo controlar, sólo intentará hacer lo mejor que pueda para ver si es suficiente.
-¿Cómo está el hombre que es noticia por su gran nivel a los 38 años?
-Muy contento, dentro de una cancha, compitiendo y divirtiéndome. Como quería. Con el plus de tener la suerte de hacerlo cerca de los míos. Acepté la propuesta de Pesaro por distintos motivos: conozco mucho al coach (Jasmin Repesa) y estoy a una hora y media de mi familia (vive en Cento, cerca de Bolonia). Los "melli" (8 años) me conocieron como jugador viendo Youtube y hoy me ven dentro de una cancha.
-Todos se sorprenden porque tenés 38 y todo lo que pasaste, pero a vos tal vez no te llama la atención.
-Bueno, en un punto sí. Siempre me entrené, estuve en movimiento aún fuera del radar de todos, porque siempre fui un enamorado del básquet, pero hasta que no entras a la cancha no sabes. Confianza tenía, sabía que todavía tenía cosas para dar. Incluso hoy, con este buen nivel, creo que puedo dar más. Todavía pretendo ajustar cosas. Me doy cuenta que a veces el cuerpo no me acompaña, pero soy un eterno inconformista y quiero ir por más. Nunca bajé los brazos y hoy tengo mi recompensa.
-Le pasó a Manu y él lo dijo, cuando era "El Pibe de 40", cualquier cosa buena que hacía, era muy destacada, casi magnificada. Lo mismo pasa con vos y con Scola.
-Claro, es así. Cuando jugás mal, dicen "no podemos esperar mucho con la edad que tiene" y cuando jugás muy bien dicen "no se puede creer la vigencia". En mi caso no me siento viejo, no me siento de 38 años. Sé que ha pasado el tiempo, me miro al espejo y veo menos pelo, canas en la barba, los días de humedad me duelen los huesos y la recuperación tras un esfuerzo no es la misma. Pero cuando compito no me veo como un veterano, ni me siento que doy tantas ventajas. Aprovecho la experiencia, la tranquilidad y hasta el jugar sin público, que veo que los más grandes sufrimos menos porque no necesitás que te encienda un canto de la gente. La verdad es que estoy disfrutando, del juego, de que mis hijos puedan verme en una cancha.