Cecilia Stricker y una vida llena de constancia que la llevó a ser campeona nacional en Maxibásquet
Es santafesina por adopción, entrena en República del Oeste y logró alzar el trofeo del XVIII Campeonato Argentino de Maxibásquet en la ciudad de Salta. “Mis hijas me apoyaron para que vuelva a jugar”, confesó.
Cecilia Stricker junto a la mascota del torneo en Salta.
Cecilia Stricker tiene 49 años y se podría decir que el básquet la buscó en cada esquina de su vida. La farmacéutica nació en la localidad de Sunchales, pero es santafesina por adopción ya que hace más de 20 años que se instaló en la ciudad. “Jugaba para Unión de Sunchales en todas las categorías, formé parte de selecciones provinciales y del seleccionado nacional en juveniles en el año 1990”, recuerda “Checho” como la nombraron en la jerga basquetbolística.
Años después de haber empezado a picar la pelota, Cecilia se consagró campeona del XVIII Campeonato Argentino de Maxibásquet en la categoría +45. El torneo se realizó en la ciudad de Salta y el conjunto de Santa Fe venció a Mendoza por 49 a 44. “La decisión de ir y la preparación fue independiente porque no hubo una clasificación. La que podía se anotaba, se armaba el equipo e iba a representar a la provincia de donde era. La competencia estaba regulada por FFEMAR (Federación Femenina de Maxibasquet de Argentina)”, contó Cecilia.
En el torneo participaron equipos de Jujuy, Mendoza, Entre Ríos y Salta, por supuesto. Se realizó en la segunda semana de vacaciones de invierno y muchas de las jugadoras aprovecharon para viajar al norte argentino con la familia. Stricker define la competencia como “una semana desgastante”, ya que todos los días tenían un partido por jugar y, pese a que el entusiasmo era enorme, la edad pesaba etapa tras etapa. Sin embargo, tampoco faltaron los momentos de paseo y vivir como turista.
El equipo de República del Oeste fue campeón en el XVIII Campeonato Argentino de Maxibásquet.
“Por suerte no tuvimos ninguna lesión grave o esguince, creo que eso es parte de habernos preparado, de seguir entrenando y mantener la forma de juego para poder aguantar jugar tantos partidos en una semana”, reconoció Checho.
La magia de las medias usadas
Todo deportista, compita de manera individual o en equipo, suele tener una “rutina” que se respeta a rajatabla a la hora de participar en competencias. Algunos son escéptico y otros maniáticos de las cábalas, pero no hay duda que siempre terminan incidiendo en la mente del atleta.
En este caso, Cecilia y sus compañeras no son la excepción a la regla y para el torneo en Salta tuvieron su propio “amuleto”. “La cábala fue usar siempre las mismas medias, no se lavaban pero sí se ventilaban. Uno se acopla mucho a eso. Las medias fueron fatales, pero duraron. Para estos torneos no querés salir de tu rutina, de usar siempre lo mismo”, confesó.
Las jugadoras también viajaron junto a otras categorías femeninas del club y sus familiares.
El básquet, una vía de enseñanza
Pese a que Cecilia Stricker siempre estuvo ligada al básquet y la actividad física, la vida misma de la farmacéutica la llevó a alejarse del deporte. Puso su farmacia, se casó y tuvo tres hijas de 18, 16 y 12 años. La más chica es amante del básquet como su mamá, mientras que las otras dos le dedican su tiempo al hockey.
“Tuve un tiempo en donde no jugué más”, confesó Cecilia. Y seguro que sentirse lejos de una cancha le costó, pero su familia la llenó del amor, adrenalina y vida que le daba el básquet. Sin embargo, luego de años, fueron sus propias hijas las que le insistieron para volver a jugar.
“Me dijeron ‘mamá tenés que volver a jugar’. Muchas veces una tiene cierto temor porque piensa que va a descuidar otras cosas, pero fueron ellas las que me animaron. Están muy contentas porque me ven disfrutar”, contó Checho. “La pasamos bárbaro porque me van a ver, tengo hinchada”, agregó entre risas.
Cecilia vive un momento mágico con el básquet, pero indirectamente transmite una enseñanza de constancia a sus hijas . “Está bueno que a esta edad ellas tengan la posibilidad de verme jugar al básquet, es una enseñanza que se le deja para que sepan que uno puede seguir disfrutando de algo si uno se compromete y está acompañada.