Ignacio Pueyo | pasionliga@ellitoral.com
La Liga Santafesina de Fútbol albergó el primer partido de carácter profesional entre sabaleros y tatengues. El partido comenzó el 9 de agosto, pero terminó recién el día 23. El curioso relato incluye suspensiones, protestas y hasta regalos para los jugadores.
Ignacio Pueyo | pasionliga@ellitoral.com
El clásico santafesino es un evento apasionante que paraliza a toda la ciudad. Este domingo, Colón y Unión protagonizarán una nueva edición del encuentro que reúne (y también en muchos casos divide) a las familias y amigos de todo Santa Fe.
Y como todo suceso masivo, nuestro clásico también cuenta con historias sumamente curiosas. En este caso el marco es el primer campeonato profesional de nuestro país, nada más y nada menos. Recordamos que el fútbol argentino comenzó su proceso de profesionalización en 1931, pero el certamen de la Liga Argentina no aceptó la participación de los equipos del interior del país. De esta forma, la Liga Santafesina de Football (tal su primera denominación), y la Asociación Rosarina de Football decidieron que sus torneos también fueran profesionales.
La propia Liga Santafesina había sido fundada el 24 de junio de dicho año, y el primer torneo se disputó a partir del 19 de julio. Cabe destacar, que anteriormente ya habían existido gran cantidad de entidades amateurs que albergaron muchos torneos, en donde ya se habían disputado en sumas ocasiones distintas ediciones del clásico santafesino.
No obstante, el primer clásico profesional tuvo condimentos sumamente especiales. El partido estaba pautado para el domingo 9 de agosto, y era válido por la cuarta fecha del certamen. Unión llegaba invicto luego de vencer a Atlético de Rafaela 4 a 1 en el debut, luego 4 a 2 a Ferrocarril Santa Fe en la segunda jornada, y había empatado con Almirante Brown 1 a 1 en su último compromiso previo al clásico. Por su parte, el Sabalero había iniciado con victoria sobre Brown 3 a 2, luego había empatado con Atlético 1 a 1 y llegaba al partido tras caer goleado 5 a 1 con Gimnasia, equipo que a la postre sería campeón.
El partido dio inicio en cancha de Unión el domingo 9 de agosto. El primer tiempo finalizó sin goles, con un Unión que había jugado mejor durante esa primera mitad, según retrata El Litoral de esa tarde. Sin embargo, a los siete minutos del complemento, Colón abrió el marcador con gol de Prat de tiro libre, y pocos minutos más tarde amplió la ventaja gracias a un tanto de Sánchez. El Tate no tardaría en descontar, gracias a un gol del debutante Chividini, para ponerse 1-2 en el marcador.
El problema llegó a los 23 minutos de la segunda parte. El árbitro del encuentro, Rogelio Loria, sancionó penal para Unión después de una mano en el área de Clemente. La crónica de El Litoral de la fecha señala que: "Rivarola increpó al referee, pero este mantuvo la pena, ordenando la ejecución de la misma, pero los rojinegros se negaron; mientras seguían las discusiones, se producían incidencias aisladas entre ellas una muy condenable entre Sánchez y Napoleoni, que fue agredido injustamente, y que recibió dos golpes de puño siendo separados por otros jugadores."
Los jugadores de Colón se negaron a acatar la orden del árbitro, y los desmanes dentro del campo de juego fueron de tal magnitud que debió intervenir la policía. "(…) como los rojinegros insistieron en no acatar el penal, el referee Loria dio por terminado el match, retirándose del field", señaló El Litoral.
El partido finalmente fue suspendido, y el Consejo Directivo de la Liga Santafesina debía tomar una determinación en su sesión del miércoles 19. Curiosamente, siete días antes del clásico, el 2 de agosto, la misma situación se había vivido en el certamen de la Asociación Rosarina, cuando los jugadores de Newell's le ganaban a Central y protagonizaron una gresca ante un penal cobrado para los Canallas, que desencadenó la suspensión del cotejo.
La casa madre del fútbol rosarino determinó que los 19 minutos que restaban deberían jugarse en otro día y horario. En Santa Fe, la decisión fue distinta: La Liga Santafesina optó por reanudar el partido desde el comienzo el día domingo 23 de agosto. Además, también se procedió a la designación de un nuevo árbitro; responsabilidad que recayó en el colegiado Silvio Tochi, en reemplazo de Loria.
Finalmente, el encuentro volvería a reanudarse desde cero en cancha de Unión. El Litoral de aquel domingo 23 habla de un día que amaneció con chaparrones, chubascos y un cielo encapotado. "(…) el clásico de hoy no tuvo el concurso popular de otras veces y esto debe atribuirse al tiempo que no dejó de amenazar durante todo el transcurso de la tarde. Muchos aficionados, pues, no quisieron exponerse a posibles contingencias", escribió el cronista del diario en aquella jornada.
El partido principal dio inicio a las 15, después de que se disputaran dos encuentros de las categorías menores. Al igual que dos semanas atrás, el primer tiempo se fue con los arcos en cero, y la historia debía definirse en la segunda mitad.
A los 25 minutos del complemento, Gianfelice recibió la pelota en el área de Unión, el arquero Lescano salió al cruce, y en el enredo apareció el puntapié de Martínez para poner el 1 a 0 en favor del Sabalero.
Unión no quería quedarse atrás, seguía atacando, pero la visita iba a sentenciar el marcador a los 37 minutos. Bustiche tomó la pelota y ganó metros gambeteando, para luego cederle el balón a Miranda, que desde afuera del área metió un fuerte disparo por abajo que se metió pegado al palo para el 2 a 0 definitivo.
Después de tantas idas y vueltas, finalmente Colón se quedaba con el clásico, aunque al final del torneo el campeón sería Gimnasia, mientras que sabaleros y tatengues finalmente compartirían la tercera colocación a diez puntos del pistolero.
El Litoral de aquella jornada consigna los presentes que los protagonistas de aquel encuentro se llevaron, gracias a los auspicios de los comercios locales de la época.
"Martínez se llevó el par de zapatos" titulaba el Diario en uno de sus apartados en la misma portada donde se encontraba la crónica del encuentro. Albino Martínez, autor del primer gol del encuentro, se llevaba un par de zapatos cortesía del señor Pascual Calzi, propietario de las zapaterías "París" y "Esmeralda". "La suerte favoreció al veterano Albino Martínez, quien puede pasar mañana por la zapatería 'París', Rivadavia esquina Crespo para hacerlos suyos", señalaba el diario.
La Síntesis I
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La Síntesis II