Miércoles 27.7.2022
/Última actualización 5:15
Tras los incidentes en el final del polémico duelo con Barracas Central, la delegación permaneció demorada por más de tres horas en el vestuario de la cancha de All Boys y la Fiscalía Especializada en Eventos Masivos y Espectáculos Deportivos, a cargo de la doctora Celsa Rodríguez, ordenó la detención de cuatro futbolistas y un miembro del cuerpo técnico de Facundo Sava.
Se trata de Matías Pardo, Axel Rodríguez, Juan Barinaga, Justo Giani y Damián González, integrante del cuerpo técnico.
Apenas finalizado el cotejo, en el que Baliño y quienes estuvieron a cargo de la tecnología (Diego Abal y Diego Ceballos) le anularon mal dos goles a los de Paraná y sancionaron un penal inexistente para el local, el técnico visitante, Facundo Sava, intentó agredir al juez, y se armó un tumulto a su alrededor. En ese contexto de empujones y forcejeos intervino la policía. Ante la irrupción, un futbolista le quitó la gorra a uno de los oficiales, que terminó sobre el césped. Y comenzó una gresca que terminó con tres agentes heridos (dos mujeres y un hombre).
La Policía informó a la Justicia sobre los golpes que sufrieron el personal y el árbitro, que fueron constatados por las imágenes de las cámaras de la transmisión oficial.
Tras el escándalo, y una vez que se calmaron las aguas, los jugadores permanecieron en el vestuario (a oscuras, porque no tenía luz) a la espera de la decisión judicial. Allí cenaron y quedaron demorados hasta cerca de la 1 AM, cuando se dio a conocer la orden de detención.
“Nos quieren hacer desfilar por comisaria. No tiene sentido lo que están haciendo, es un castigo que nos están imponiendo”, reclamó el presidente de Patronato, Oscar Lenzi.
"No podemos salir del vestuario porque la policía nos dijo que tenemos que esperar", le confirmó Francisco Álvarez a Olé antes de las detenciones.
El escándalo ocurrió luego de finalizado el encuentro. Los futbolistas del Patrón y Sava –su entrenador- increparon a Jorge Baliño por sus decisiones. Luego, se enfrentaron con los efectivos de seguridad que custodiaban a la terna arbitral. "Me dan ganas de llorar, ir a mi casa y no dirigir nunca más en mi vida", expresó el DT, con impotencia.