La nadadora argentina Delfina Pignatiello se despidió hoy de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, su primera participación en mayores, con una performance que lejos estuvo de su principal marca en los 800 metros libres, celebrados en el Centro Acuático de la capital nipona.
La oriunda de San Isidro, medalla de plata en los Juegos de la Juventud de Buenos Aires 2018, culminó en el octavo puesto de la tercera serie eliminatoria con un tiempo de 8 minutos 44 segundos y 85 centésimas, a 20 segundos de su récord sudamericano.
La bonaerense de 21 años había tenido el sábado un complicado debut olímpico en Tokio 2020, donde no logró su mejor performance en la prueba que más le gusta competir, los 1500 metros libres de la natación.
Lo cierto es que Pignatiello, una de las máximas esperanzas de la natación argentina, pagó caro la falta de entrenamiento provocada por la cuarentena obligatoria que no permitió salir de sus casas a los deportistas durante casi cuatro meses, lo que para los profesionales de elite, significa muchísimo.
"No me pude recuperar al ciento por ciento del otro día, por más que usé todas mis garras para cambiar el chip y de tener mi revancha, tampoco se me dio. Estoy intentando disfrutar de mis primeros Juegos Olímpicos que ya es un sueño para mí", reconoció Pignatiello en declaraciones a la TV Pública, visiblemente emocionada y afectada por su participación olímpica.
En ese contexto, la joven bonaerense volvió a insistir en que se planteó no llegar a Tokio 2020 producto de las demoras en la posibilidad de preparar de la mejor manera la máxima cita del deporte, donde se notó la diferencia con las principales exponentes del deporte.
"Hace un año ni me planteaba estar acá por todo lo que pasó, y ya estar acá es un montón. Se ve un rato de competencia a la luz, después de todo lo que hace uno en la oscuridad, y yo me quedó con todo eso que aprendí. Ahora me toca descansar, recuperar la cabeza y arrancar el otro proceso con mucha ilusión, porque estar acá me hacer dar cuenta de lo duro que es llegar. Me dan más ganas de volver la próxima, mejor preparada", sostuvo.
Y agregó: "Lo más difícil es codearse con las mejores del mundo, que te puede tocar un día que estás con la mil pilas, o que no estás de la mejor manera, para saber que también puede no darse y aún así seguir luchando por lo que uno sueña. Esto no es un antes y después, no hay nada tan tan importante ni nada tan, tan de vida o muerte".
Por último, reflexionó sobre la posibilidad de aprender de esta experiencia olímpica y reconoció que haber vivido estos días en la Villa Olímpica la instó a querer iniciar nuevamente el proceso para llegar a París 2024.
"Yo soy muy autoexigente, muy poco conformista y hace mucho que no me iba mal en un torneo, entonces intenté recordar dónde estoy parada, pensar en el proceso de estos Juegos Olímpicos, que arrancó después de Río 2016, donde todo esto lo veía como un sueño", cerró.