Rubén Rézola: el orgullo santafesino que revolucionó el canotaje nacional
Tiene 31 años y paso gran parte de su vida recorriendo las aguas sobre su kayak. Participo en tres juegos olímpicos en la rama de canotaje y fue elegido por la Fundación Konex como uno de los cinco mejores palistas de la última década en Argentina. "Mi lugar en el mundo es El Quilla. Nací ahí, y creo que moriría allí. Es mi espacio y mi casa junto al lago" asegura.
Rubén Rézola: el orgullo santafesino que revolucionó el canotaje nacional
El club Náutico El Quillá, ubicado en el sur de la ciudad, es una de las instituciones modelos de Santa Fe. Allí se llevan a cabo de manera diaria varias disciplinas deportivas, agrupando de manera constante un gigantesco número de chicos que eligen estas instalaciones. Y así como los más pequeños se inclinan por el "tiburón" para entrenar, es cuando se dan comienzo a los sueños. Desde hace más de dos décadas, en El Quillá funciona la escuela de canotaje. Este espacio formativo que ha dado lugar a grandes deportistas, fue, es y será el gran amor de muchos.
Cuando Rubén Oscar Rézola comenzó a caminar las calles de tierra que por aquel momento daban entrada al club, jamás imaginó todo lo que vendría en su vida. Ni las tres medallas en los Juegos Panamericanos entre los años 2011 y 2019, ni el 5to. puesto en los JJOO de Londres en 2012, ni sus restantes participaciones en mundiales y competencias olímpicas impiden que siga creciendo. Hace muchos años de su vida que se la pasa arriba de un bote con la gran pasión del canotaje. Siempre pelea para entrenar en su lago preferido, el de casa, en el Parque del Sur de la ciudad capital. En una cálida charla con Historias que no son mías (C&D Litoral), el palista santafesino abrió el baúl de los recuerdos para contarnos su gran trayectoria en el deporte, como inició y las dificultades que tuvo que superar en su vida diaria.
El tiburoncito santafesino de El Quillá
Con mucho orgullo, Rubén comienza la charla asumiendo su origen: "Santafesino de pura cepa, nacido y criado en Santa Fe. Pasé una infancia muy linda, nací en barrio Alfonso donde vivía mi abuela. Después mi mamá se independizó, y nos mudamos varias veces. Hoy actualmente soy de barrio Sur, pero sin dudas, anduve por muchos lugares de la ciudad. El jardín lo hice en el IPEI, después la primaria fue en varias escuelas porque estaba de mudanza en mudanza: hice algunos años en el colegio Normal, luego en la Jorge Stephenson, Escalante y finalicé en la Drago donde fui abanderado" cuenta con orgullo.
En plena actividad. El santafesino sigue sumando logros a su gran carrera en el canotaje a nivel mundial.
A medida que pasaban los años, el estudio se ponía cada vez más difícil: "La secundaria la hice en partes, porque a la mitad de mis estudios empecé a concentrar cada vez más en Buenos Aires por mi entrenamiento. Me tocó una parte acá en el colegio Nacional a la mañana, era doble turno y a mí me tocaba de noche ya que entrenaba todo el tiempo. La otra parte fue en Buenos Aires. En ese transcurso clasifiqué a los JJOO de Londres en el 2012, y decidí dejar. No tomé la mejor decisión, si me preguntas hoy no lo hubiese hecho. En ese momento el vínculo entre estudio y deporte era mucho más complicado, hoy hay muchas más herramientas para poder hacer ambas. Luego de volver de Londres, retomé el colegio en un bachillerato en Santa Fe y lo pude terminar" comenta.
Las primeras experiencias en el agua
Como para cualquier persona en el mundo, comenzar un proyecto implica un apoyo externo. Y en el caso de Rubén, su madre Miriam, cumplió ese rol: "Fue todo gracias a mi mamá, porque fue la que me impulso siempre a todo. Me fui a los 14 años a Buenos Aires, y ella no estaba de acuerdo, pero me apoyó y nunca me limitó en cuanto a lo que yo soñaba. Estoy más que agradecido con ella, porque fue mi primer pilar para poder lograr lo que me proponía. Cerca del año 2002 o 2003 había visto el deporte en la televisión y no sabía ni como se llamaba. De hecho, mucha gente no conocía el kayak. Le dije a mi mamá que quería practicar eso, y ella me llevó automáticamente a El Quillá. Siempre de chico frecuentaba el agua, el lago y creo que me gusto de ahí. Cuando llegamos al club, no tenía ni pavimento, era todo de tierra. Había un cartel en la entrada donde estaban todos los deportes y decía canotaje, y dije: "ese quiero hacer", relata el deportista.
"Apenas entré, todos estaban calentando para empezar a entrenar y no tuve dudas. Me inscribí y ahí empezó la historia. Recuerdo que me quería subir al kayak olímpico ni bien había empezado, pero me faltaba mucho por aprender. Me subía y me caía enseguida, de hecho cuando me sucedía eso, tenía que salir del agua, porque no tenía ropa adecuada. Así que tuve que entrenar muchísimo. Esperaba cada día con más ansias porque tenía muchas ganas de progresar. La transición de un kayak de paseo a uno olímpico es bastante difícil porque tenes que fortalecer muchas partes del cuerpo. Yo me iba los días que no podía remar y que no estaba el entrenador, los más grandes me ayudaban y me sacaban kilómetros a entrenar. De a poco avancé, y con la misma constancia fui logrando los objetivos que se me ponían en el camino, hasta llegar al kayak olímpico" dice.
El inicio de los desafíos
Con nervios y ansiedad, llegarían las primeras participaciones en torneos: "Mi primera competencia fue en el club de niños Manuel Belgrano, era una regata provincial. Me subí en un kayak que se llamaba "bandera", que se terminó hundiendo en lago y ahí quedó. Para mí era gigante en ese momento, era un día de mucho viento sur y la laguna estaba alta, parecía un mar. Hice 50 metros y me caí, recuerdo que estaban mi mamá y abuela y no lo podían creer. No pude seguir lamentablemente. Pero ese fue el comienzo, a partir de ahí logré empezar a competir a nivel provincial. De igual manera era complicado, porque muchas eran en el río y no en el lago, y era mucho más complejo. Así fui aprendiendo, después me orienté mucho más en lo que es pista. Cuando sos chico se corre en circuito, de 17 años en adelante ya podes competir en velocidad, que en ese momento eran 1000 o 500 km. Después de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 se incorporó la categoría 200 kilómetros y para mí era beneficioso, porque mi virtud era ser muy rápido en la corta distancia, cuando era más largo, me costaba un montón" explica.
Carrera internacional
Para soñar en grande, el santafesino sabía que tenía que pisar el viejo continente, y como cada paso que dio en su carrera, con trabajo y dedicación lo pudo lograr. "Mi primer viaje a Europa fue en juvenil con 17 años, viajamos a un torneo con la Selección Argentina y tuvimos entrenamientos para ir a competir allá. Teníamos un gran equipo para ser chicos pero estuvo muy bueno y eso fue como un golpe de realidad. Nos tocaba dormir en lugares como si fuesen pabellones o incluso con un colchón, era muy difícil, de hecho esa fue la etapa que dejé el estudio porque entrenábamos mañana y tarde, sumado a los viajes. En el 2008 fui a Polonia donde gané mis primeras 4 medallas, me tocó competir en doble y en bote de 4 en 500 y 1000 metros, donde ganamos. Quedé segundo en dobles y segundo en categoría K4 en 1000 metros y tercero en K4 500 metros. Después, un par de semanas hicimos una linda gira de dos meses, que nos hizo competir en Alemania y en otras zonas para conocer como se entrenaba allá y adquirir ese nivel. Terminamos 2° en dobles 1000 y 500 metros, y 3° en las dos distancias 1000 y 500 en categoría K4. La verdad que regresé realmente muy contento, con ocho medallas y una enorme satisfacción" aclara.
Rumbo a categorías mayores
Llegaría la etapa de dar el salto, de "debutar en primera" y tener la madurez necesaria para soportarlo: "En el 2008 nos tocó una etapa muy vanguardista en Alemania, con mucha maquinaria y todo se empezó a complicar. Al otro año decidí volver a Santa Fe donde se hicieron campeonatos nacionales, y conseguí todas las medallas que existen en un campeonato nacional en todas las distancias. Para mí era la gloria, porque nadie había ganado tanto en todas las distancias y todavía, no siendo alguien de máximo nivel, porque era juvenil. Eso me ayudaba y me motivaba a enfrentar los próximos años. Luego concentré con el equipo nacional y no pude viajar al mundial que era en Rusia por cuestiones económicas. No tenía conocimientos de cómo conseguir auspiciantes, era todo muy complicado, y no tenía el renombre de otros. Además yo debía entrenar y no tenía nadie que me acompañe con eso. Después terminé yendo a un Panamericano en Río de Janeiro, donde gané en categoría K1 en 500 metros y doble en 500 metros. A fin de 2009 apareció mi primer gran objetivo: pasar a la etapa de competir en mayores. Entrené un montón y pude participar de un selectivo que te daba el pase a esa categoría. Quedé con la mejor puntuación del torneo siendo el más chico del equipo nacional y ahí obtuve la clasificación, una alegría inolvidable" declara.
Grandes objetivos
Cuando se traza una meta, siempre existe ese miedo de no poder llegar a cumplirla. Pero para Rézola, sus sueños no tenían límites. Estaba convencido de lo que quería, por eso llegarían a su carrera grandes oportunidades: "Todos mis objetivos eran un sueño. En el 2010 había Sudamericanos en Medellín, y teníamos que hacer competencias internas con chicos más grandes para ir, pero me gané esa plaza y ahí ganamos varias medallas. Tuve un golpe fuerte, que fue volver a quedarme sin participar en el mundial. Esta vez por elección del entrenador que eligió otros chicos. Eso también me sirvió para planteármelo como un objetivo a superar. Ese mismo año fui subcampeón Sudamericano en categoría K2 en 200 metros. Después me tocó en 2011, el clasificatorio olímpico y también para mundial, pero a principio de ese año tuve una lesión y debí volver a Santa Fe. Eso me frustró mucho, porque no sabía que hacer. Traté de hacer la recuperación lo mejor posible, me recuperé y me fui a Buenos Aires de nuevo y pude recuperar el nivel que tenía. Las lesiones a veces te reacomodan un poco y salís mucho más fortalecido que antes. Clasifiqué al Campeonato del Mundo en dobles junto a Miguel Correa, con quien posteriormente competí en Londres. Por primera vez salimos finalistas del mundo en categoría K2 en 200 metros. Era mi primer mundial y pudimos llegar a una final, estaba emocionadísimo. Cuando volvimos, fuimos medalla de plata en los Juegos Panamericanos y nos ganamos la plaza a los Juegos Olímpicos de Londres" cuenta.
Un espejo para los más chicos
Ser un ejemplo para las nuevas generaciones no suele ser algo sencillo. Muchos no soportan esa presión o simplemente no les importa. Rézola asume ese rol y su importancia: "Hay veces que no lo tengo en cuenta, pero me lo han dicho. La verdad que me gusta usar ese lugar para tratar de transformar un poco la realidad de los chicos, ya sea entrenándolos, con un consejo o colaborar desde lo social. Hace un tiempo decidimos crear con una fundación con grupo de amigos para estar en los momentos que más nos necesitan. Me gustaría colaborar en un futuro con el deporte amateur porque tenemos grandes potencias en la ciudad y en la Provincia. Es súper importante poder acompañarlos desde sus inicios" explicó el deportista.
Hace algún tiempo atrás, El Quillá le realizó un reconocimiento como uno de los deportistas más destacados por su gran labor a nivel internacional, representando no solo a Santa Fe sino a la Argentina. Y eso, tiene un valor mucho más grande que una medalla de Oro, Plata o Bronce. La distinción de la calidez y el orgullo humano, vaya que satisfacción.
Londres 2012, un sueño hecho realidad
Para un deportista, cualquiera sea su disciplina, participar en un juego olímpico es la más importante cita que podrá alcanzar. Para el santafesino, el final del mes de Julio y principios de Agosto del año 2012 serán inolvidables: "Fue lo más glorioso de mi vida. Hicimos una preparación excelente, estábamos súper motivados. Nos quedamos en Europa cerca de 3 meses. Tuvimos un torneo espectacular, y lo pudimos condecorar con la final olímpica, donde obtuvimos un histórico 5° puesto. En ese momento, me lamenté un montón no haber podido ganar la medalla de bronce, porque estuvimos a menos de un segundo de hacerlo. Pero Miguel, que tenía más experiencia, me dijo: "terminamos 5tos en un juego olímpico, Rubén, es una locura lo que hicimos". Y tenía razón, porque con el tiempo fui comprendiendo la magnitud del logro y lo aprendí a valorar. No es cualquier cosa obtener una posición como esa en una competencia de máximo nivel mundial, así que lo valoré muchísimo. De hecho, tengo el enorme privilegio de ser el único deportista en toda la historia de la ciudad de Santa Fe de deporte amateur que tiene diploma olímpico, un orgullo enorme" relata.
"Después fue volver a trazar objetivos nuevos, poder competir en categoría K11 en 200 metros y ser finalistas del mundo, llegar a ganar una medalla de Oro en Juegos Panamericanos. Parece que pasó todo rapidísimo, pero son muchas historias del esfuerzo que conlleva ser un atleta de alto rendimiento. Hay veces que se entrena y se compite profesionalmente, pero a nivel remuneración es algo amateur y muchas cosas son a pulmón" narra.