La ya legendaria “Generación Dorada” del básquetbol argentino se apresta a afrontar un nuevo desafío, uno de los tantos que enfrentó en la última década...
Es cierto que éste de Mar del Plata tiene algunos aditamentos especiales, como volver a reunir a varios de los históricos y la presión que se genera por conseguir una de las dos plazas para los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Y en este camino que desembocará en el Preolímpico de Mar del Plata, el seleccionado argentino debió afrontar buenas y malas. Como ya le ha sucedido.
Cuando se anunciaron los retornos de Emanuel Ginóbili, Fabricio Oberto, tras dejar atrás sus problemas coronarios, y Juan Ignacio “Pepe” Sánchez todo parecía ser color de rosas.
Existía, por supuesto, el desafío de ver cómo se ensamblaban al equipo Ginóbili y Sánchez, después de varios años de ausencia, y la reacción de Oberto luego de mucho tiempo sin competencia.
No parecían problemas insalvables. Pero todo se complicó abruptamente por el inesperado problema en el corazón de Leonardo Gutiérrez, el mismo día que se presentaba la nueva camiseta y el equipo se aprestaba a viajar a Salta para jugar su primeros partidos de preparación; los inconvenientes físicos de Oberto, quien pagaba el precio por tanta inactividad, y algunas molestias que no querían alejarse definitivamente de la rodilla izquierda de Luis Scola.
Pero este grupo no sólo se ha caracterizado por el buen básquetbol que despliega en la cancha, sino también por la capacidad para unirse y superar problemas que tienen sus jugadores, y entonces, en todos los amistosos jugados hasta aquí, con excepción del último ante Venezuela, el equipo dirigido por Julio Lamas (otro de los que vio nacer a la “Generación Dorada” y retornó), comenzó a crecer de a poco, apoyándose en lo anímico y el trabajo en conjunto.
Y con un equipo que aún puede crecer se va a iniciar el Preolímpico. Un torneo en el que la Argentina es el amplio favorito por lo que representa como equipo, pero además por la ausencia de los Estados Unidos, y porque otros candidatos, como Brasil y Puerto Rico, llegan disminuidos.
Pero si hay algo de lo que este grupo es consciente es de que para conseguir su objetivo no alcanza sólo con las ausencias o los rivales que llegan sin sus mejores hombres. También hay que jugar y jugar bien. Eso ya dejaron claro referentes como Ginóbili y el “Chapu” Andrés Nocioni.
“El partido que hay que ganar es el del 10 de septiembre. Si perdés ese día es todo un fracaso y te vas llorando”, afirmó “Manu” Ginóbili.
“Cuando un equipo pierde a sus figuras, suele agruparse y puede volverse peligroso”, señaló Nocioni.
Con esa actitud, la misma que tuvo siempre este grupo, y la calidad de la mayoría de sus integrantes, el seleccionado saldrá a la cancha mañana a enfrentar a Paraguay, el primer escollo para este nuevo desafío de la “Generación Dorada”.