El desafío de jugar sin Messi ni Lautaro, pero con mente fría y corazón caliente
Ya Scaloni supo dar pruebas eficaces de cómo está trabajando para que la dependencia de Messi no sea total. Juega ante una Uruguay de Bielsa que, en la primera rueda, nos “pasó el trapo” en la Bombonera. Se miden este viernes a las 20.30.
Lionel Scaloni, DT de la Selección Argentina de Fútbol. Xinhua.
Este Centenario todavía cobija postales y recuerdos de aquella primera final del mundo en 1930. Faltan cinco años para que se cumpla el centenario de ese partido lleno de historias. ¿Habrá sido cierto que los jugadores argentinos fueron amenazados en el vestuario cuando terminó el primer tiempo y el partido era favorable a nuestra selección?
Dicen que es verídico y que ocurrieron cosas raras. Ya nadie vive para confirmarlo o desmentirlo, pero la historia quedó ahí, convertida en una leyenda que marcó aquellas primeras páginas de una historia que mucho más acá en el tiempo, cuando ya los uruguayos habían sido dos veces campeones del mundo, Argentina empezó a escribir con letras de gloria en el 78 de la mano de Kempes, en el 86 con un Maradona genial y en el 2022 haciendo justicia con Messi en un Mundial de Qatar que llevaremos en nuestras retinas y corazones hasta el último de nuestros días.
Llegamos a esta Montevideo tan futbolera como expectante, sabiendo que se trata de un partido que implicará un gran desafío para Argentina. Y los motivos sobran: 1) en la primera rueda, nos dieron una “paliza” en la Bombonera; 2) no juega Messi; 3) no juega Lautaro Martínez; 4) hay varios lesionados que merman el potencial del equipo.
Que Argentina juegue sin Messi es algo que se ha repetido en varias ocasiones en todo este tiempo.
Es como que el destino –si se le suma también su ausencia en el partido del martes próximo con Brasil en el Monumental- empieza a mostrarnos una cruel e ineludible realidad: así como alguna vez nos tuvimos que preparar para el “post Maradona”, hoy hay que ir preparándose para el “post Messi”, que seguramente se dará luego de este Mundial 2206 al que, gastamos a cuenta, Argentina accederá sin problemas.
No juega Messi...Foto: Reuters. Reuters.
Cuando no estuvo Messi, la receta de Scaloni fue reiterativa: los dos “9” a la cancha (Lautaro y Julián) y Nicolás González tirado por izquierda y haciendo de wing o volante, según lo ordenen las circunstancias. Ahora no lo podrá hacer: Lautaro Martínez está desgarrado, descartado y desafectado del plantel. Hay que buscar una tercera alternativa.
Obvio que esas alternativas existen. Se podría mantener el esquema (4-3-3), con la inclusión de Giuliano Simeone, el hijo del Cholo, que en Atlético Madrid hace la banda y por derecha.
Está en un buen nivel y viene de jugar un muy buen partido ante el Real Madrid por la Champions. Además, es compañero de Julián y ya existe un entendimiento. Con él de un lado y Nicolás González del otro, hay una alternativa interesante para mantener el esquema ofensivo.
Las otras posibilidades se resumen en un volante mixto y con características más defensivas, como Leandro Paredes, o la inclusión de un jugador como Thiago Almada, que puede aportarle más fútbol y armado de juego al aspecto ofensivo.
Estas dudas ofensivas también se trasladan a la defensa. Menos mal que se recuperó el Cuti Romero y seguramente será titular, quizás con Otamendi como compañero de zaga, más Molina y Tagliafico por los laterales.
Y en el medio, los tres de siempre: De Paul, Enzo Fernández y MacAllister, debiendo definir quién se hará cargo del centro del terreno (Enzo o Alexis), siempre que no entre a terciar la inclusión de Paredes para que se modifique el esquema, apostando a un 4-4-2.
Uruguay obliga también a tener en cuenta algo que no pasará desapercibido en el partido: el roce, la intensidad y esa cultura futbolera rioplatense para la que habrá que prepararse. Bielsa manda al frente a sus equipos y no será la excepción.
Pero, ante todo, la idioscincracia y el sentir de los uruguayos está por encima de cualquier estrategia o táctica. Hay que meter y jugar con el “cuchillo entre los dientes”.
Y Argentina tendrá esa prueba de fuego en este partido, que tranquilamente habrá que trasladarla luego al martes, porque jugar con Brasil implica hacerlo con un clásico rival. Y a los clásicos, todo el mundo lo sabe, hay que ganarlos. O al menos, no perderlos.
Bielsa manda al frente a sus equipos y no será la excepción. Foto: Reuters.
Estos choques, como el de este viernes en el Centenario, son partidos especiales. Quizás tenga un sabor distinto a jugar con Brasil, pero no le va en zaga a la hora de mencionar dificultades. Argentina entra a la cancha a jugar cada partido como campeón del mundo y todos le quieren ganar.
Sorprendió Bielsa a Scaloni en la Bombonera, luego de haberlo felicitado por el título del mundo con aquella recordada frase: “Usted hizo un equipo de autor”. Y luego, en los 90 minutos, le ganó en todos los aspectos del juego: tácticos, estratégicos, técnicos, físicos y anímicos.
Ya la “Messi dependencia” no existe. Y no es porque Messi esté transitando sus últimos años, con un físico que empieza a pasarle factura aunque no haga mella en su calidad y jerarquía inigualable.
Es porque Scaloni supo darle un funcionamiento a este equipo. Funcionamiento que se creó con Messi como máxima figura pero no con Messi como partícipe necesario e imprescindible.
Desde ya que su sola presencia obnubila a los rivales, los condiciona y hasta los minimiza. Pero ese respaldo colectivo que, con Messi en cancha, nos llevó a la cima del mundo, sin Messi también ha respondido.
Y es el fiel resultado de un trabajo eficaz e inteligente desde la conducción, algo que otros entrenadores –varios de ellos más experimentados que Scaloni y con recorrido- no pudieron llevar a cabo.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.