(Enviado Especial a Belo Horizonte, Brasil)
Brasil jugará la final del domingo en el Maracaná y Argentina tendrá el consuelo de ir por el tercer puesto con el que pierda del choque Chile-Perú. El VAR llegó para quedarse pero está claro que todavía, su aplicación sabia y eficiente, está en pañales.
(Enviado Especial a Belo Horizonte, Brasil)
Da bronca porque las jugadas de VAR fueron muy puntuales y hasta alevosas, dignas de intervención. Esto le otorga cierto grado de injusticia a la derrota argentina y también un cierto grado de ilegitimidad a la victoria de Brasil. Fueron dos penales muy claros. Y uno de ellos como inicio de la jugada del segundo gol. La infracción en perjuicio de Agüero era penal y no se producía o se anulaba la maniobra que terminó en el segundo de Brasil. De 2 a 0 se podía pasar a 1 a 1. Y todo cambiaba, porque ese era el momento de Argentina, que jugaba mejor que Brasil y merecía el empate y no que el partido se liquide de esa manera.
Fue el mejor partido de la selección, con sacrificio, con lucha y también con algunos pasajes de buen fútbol. Esa expresión digna y solvente merecía otra cosa y no chocar con esta injusticia que Zambrano y compañía (incluido los del VAR) se encargaron de construir sobre la base de las equivocaciones y la ilegitimidad.
Brasil gozó de un rato inicial en el que asumió la iniciativa del partido y fue el momento en el que llegó al gol. Cuando todos pensábamos que el sector elegido para atacar iba a ser el izquierdo, inclinaron el juego por el otro costado. Ahí fue clave la figura de Brasil: Dani Alves. Este veterano de mil batallas se encargó de ponerse al hombro el equipo desde su posición de lateral. Armó una jugada estupenda metiendo la diagonal, después habilitó a Firmino –volcado momentáneamente a la derecha- y éste metió el pase al medio para Jesús –momentáneamente jugando de centrodelantero- para empujar la pelota al gol.
Argentina fue creciendo de a poco. Se dieron cuenta los defensores que no debían arriesgar y que no podían perderse pelotas en sectores conflictivos (hasta a Messi le pasó de cometer imprecisiones y generar el contragolpe del rival). Empezó a crecer el manejo de De Paul en el medio, Paredes ya insinuó lo que luego iba a pasar (jugó un partidazo) y apareció Messi en su dimensión.
La mala fortuna hizo que Agüero y Messi, uno en cada tiempo, estrellaran pelotas en los palos. Ese cabezazo de Agüero y aquél remate de Messi ante un Allison sin chances, pudieron cambiar el destino del partido. De a poco fue perdiendo Brasil ese dominio del partido que había tenido en el arranque y pasó a ser de Argentina. Había que cuidarse de los contragolpes. Y para colmo se produce en una jugada que provoca la protesta de los jugadores argentinos por una clara infracción que Zambrano no vio y que los del VAR no se la reclamaron, o se la reclamaron y Zambrano no quiso escuchar.
Ya se empezaba a animar Foyth para sumarse al ataque; ya no era tan persistente el juego de Brasil por el conflictivo sector de Acuña y Tagliafico y ya Paredes mandaba con tenacidad y vigor en el mediocampo. Agüero buscaba siempre la sociedad con Messi y a ese circuito se iban sumando De Paul, Di María y Lo Celso cuando entraron más Dybala, que lo hizo casi en el final y con el partido prácticamente definido.
A Brasil le tuvieron que dar una mano y a Argentina le tendieron la cama. Estuvo claro que no éramos buenos invitados a este banquete y nos quedamos afuera de una manera que duele, provoca dolor e impotencia; y también injusticia. Brasil parecía no necesitar del VAR para ganar; pero cuando se le complicó, apareció esa ayuda externa que le permitió consolidar la victoria y dejar a la selección afuera de la pelea por el título.
Bajo la lupa
ARMANI (5).- Poco trabajo y nada que hacer en los dos goles. La definición en ambos casos fueron calcadas, con Jesús y Firmino recibiendo habilitaciones muy claras y desde posición ventajosa.
FOYTH (6).- Buen partido, anulando a Everton y sólo cometiendo algún error en el primer tiempo cuando quiso salir jugando y perdió la pelota. Cuando se animó, demostró que tiene buena técnica.
PEZZELLA (5).- Alternó aciertos y equivocaciones. La pelota pasó mucho por sus pies cuando el equipo tuvo que salir jugando desde atrás.
OTAMENDI (5).- Más impetuoso que Pezzella y dando siempre la impresión de trabajar más que su compañero de zaga. Artur le cometió un claro penal en una jugada de pelota quieta.
TAGLIAFICO (4).- Flojo partido, sobre todo en la marca y en el primer tiempo. Cuando Brasil inclinó el juego por su sector, le llevó problemas a Argentina. No estuvo seguro con la pelota en los pies.
DE PAUL (7).- Uno de los que jugó un partido que lo catapulta decididamente como un jugador de selección. Encomiable entrega.
PAREDES (7).- Al mismo nivel que el anterior, metiendo, luchando y jugando el partido con el corazón en la mano. Se fue desconsolado de la cancha.
ACUÑA (4).- No estuvo en una buena noche, complicado con la subida de Dani Alves con quien, inclusive, tuvo un “cara a cara” que el árbitro amonestó.
MESSI (7).- Empezó sin entrar en juego, pero luego del gol de Jesús se convirtió en el jugador desequilibrante y que volvió a tener esa enorme capacidad para arrancar en velocidad dejando rivales en el camino. El palo le negó el gol.
AGÜERO (6).- Buen partido, con otro despliegue lleno de generosidad y también, al igual que Messi, con el palo convertido en verdugo luego de un centro de Messi que cabeceó ante un Allison que estaba derrotado.
LAUTARO MARTÍNEZ (6).- No tuvo chances concretas, pero se valora y rescata su esfuerzo y capacidad para complicarle la noche a los centrales brasileños.
DI MARÍA (5).- El apuro lo llevó a embarullarse mucho en el manejo de la pelota y le originó pérdidas. Tuvo una situación clara pero no pudo dominar correctamente la pelota luego de un cambio de frente.
LO CELSO (5).- Estaba para más en esta Copa, terminó perdiendo la titularidad y no aportó mucho en el momento en el que le tocó entrar.
DYBALA.- Fueron pocos minutos en la cancha y apenas un par de encuentros con Messi y Agüero.