El día que juegan Los Pumas no es uno común. Y lógicamente esto va mucho más allá de la suerte, esta vez esquiva, que pueda tener el equipo nacional.
El día que juegan Los Pumas no es uno común. Y lógicamente esto va mucho más allá de la suerte, esta vez esquiva, que pueda tener el equipo nacional.
Acá en un mundial, ese día lo preparamos todos, cada uno según lo que tenga que hacer.
En el caso de los jugadores y entrenadores, planificando la semana, entrenando y descansado para llegar de la mejor manera.
Nosotros los periodistas, también lo preparamos. Con informes semanales, notas a los protagonistas, análisis previos... Incluso, en el caso de quien escribe y sus otros tres compañeros de aventuras (Lichi, Martín y Esteban), el viernes a la noche procuramos no extender, como nos viene ocurriendo, la jornada laboral hasta entrada la madrugada. Sino que preferimos terminar antes, para poder descansar mejor.
Pero los que se preparan mucho también, son los hinchas. Ellos, que son los que hicieron un gran esfuerzo (tal vez los ingleses un poco menos) por llegar hasta un destino tan lejano. Y en la previa al encuentro, los alrededores del Tokyo Stadium eran realmente muy atractivos.
Gente de todas las edades pintada con los colores de su país, duelo de hinchadas, himnos improvisados, fotos y videos a granel, policías japoneses desbordados pero siempre con una sonrisa, hinchas japoneses que se mezclaban entre los desordenados occidentales...
Todo esto, siempre con la mejor onda entre todos y acompañados de latas, latas y más latas de cerveza.
En fin, un mundial ATR.