No fue un día más. Jugaron Los Pumas y en nosotros no pasaba desapercibido. Lógicamente, mucho menos en los jugadores que debían ganar como lo hicieron.
No fue un día más. Jugaron Los Pumas y en nosotros no pasaba desapercibido. Lógicamente, mucho menos en los jugadores que debían ganar como lo hicieron.
Pero, tal como se refleja en cada una de las presentaciones del equipo que ahora comanda Mario Ledesma, la gente suma, aporta, alienta, apoya, es un protagonista más.
Y esta vez, a diferencia del debut en Tokio ante Francia donde había mayoría de los galos, el público argentino copó las inmediaciones del Hanazono Rugby Stadium.
Gente de todo el país: Santiago del Estero, Tucumán, Rosario, Rafaela, Córdoba, Buenos Aires, Corrientes, Neuquén, Mendoza...todos unidos por la misma pasión: el rugby.
El deporte de la ovalada, está claro, desde hace ya varios años que trasciende las fronteras, literalmente.
Hoy en Osaka se vieron familias enteras que, haciendo un gran esfuerzo (no todas obvió. Están los que por suerte les alcanza y les sobra, hay que ser sinceros) dijeron presentes para alentar al equipo capitaneado por Pablo Matera.
Y los jugadores lo sienten: desde el momento que hacen la entrada en calor, cuando salen a la cancha, al cantar el himno, al festejar un try, al protestar un fallo, al murmurar cuando las cosas no salen.
Se siente todo. En mayor o menor medida, todos perciben esos sentimientos.
Ahora se viene una semana especial. Previa a jugar un partido a "matar o morir" (deportivamente hablando, obvio), nada más y nada menos que con Inglaterra, uno de los candidatos a destronar a los All Blacks.
Ya sorprendió Uruguay ante Fiji, hoy el local, Japón se "cargó" a Irlanda. ¿Será el sábado que viene el turno de Los Pumas ante los ingleses? Esperemos. Ahora, a regresar a Tokio, con la celeste y blanco como bandera. Siempre.