Por José Luis Burtovoy (*)
Por José Luis Burtovoy (*)
Se nos ha ido otro crack, dejó la tierra luego de disputar su partido más feroz, desigual; su adversario pertrechado solapadamente lo sorprendió en la edad que había reservado para disfrutarla.
En su existencia dejó marcado el efecto de su talento, no siempre advertido y pocas veces valorado; lo expresaba desde un lugar en la cancha difícil de definir; a veces lo veíamos como atacante, otras, armando la jugada que terminaría en gol; solidario por naturaleza, amigo, cómplice, siempre al lado de alguien, de ese alguien que necesitaba de él y a quien prestaba su apoyo para su cometido.
La picardía, rasgo sobresaliente de su personalidad, lo llevó a encaramarse en los más altos estamentos futbolísticos; su oportunismo se tradujo en satisfacciones; en el festejo del gol lo encontraron muchas veces levantando sus brazos compartiendo su alegría con la hinchada que supo premiar el esfuerzo con prolongados aplausos.
Su entrega en el juego no llegaba a esconder su elegancia de movimientos que lucía con naturalidad; hacedor de oportunidades y definidor excepcional, mostró su atractiva simpleza casi sin proponérselo, dotado de práctica habilidad que utilizaba sorprendiendo a encarnizados rivales, supo llegar a la cima de su carrera por el camino del sacrificio y sus propios dones.
Leopoldo quedará en la memoria de los que disfrutan del buen fútbol y en el corazón de quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo.
(*) Burtovoy y Luque fueron compañeros en el ascenso de Unión de 1974