"La fama, aunque dulce, es breve y efímera. El prestigio, en cambio, es un camino de esfuerzo y dedicación, que desemboca en respeto, confianza y reconocimiento". Autor desconocido.
"Si Scaloni era un médico clínico y me lo presentaban, ni loco me operaba con él", dijo refiriéndose a la falta de experiencia del técnico.
"La fama, aunque dulce, es breve y efímera. El prestigio, en cambio, es un camino de esfuerzo y dedicación, que desemboca en respeto, confianza y reconocimiento". Autor desconocido.
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Enrique Macaya Márquez dice, casi riéndose a carcajadas, que "hay tres clases de mentiras: la mentira grande, la mentira chica y las estadísticas". Se tira hacia atrás en el sillón y festeja esa frase que, se nota, la repite a menudo. Sin embargo, es justamente la estadística la que le otorga un valor a nivel mundial que es casi imposible de alcanzar: cubrió 17 mundiales. Basta con multiplicar por cuatro años, para entender que hubo 68 años de la vida de Enrique en las que estuvo expectante de la cobertura del Mundial que seguía. Vio "in situ" a Argentina campeón del mundo las tres veces. Y pasó de esas grandes alegrías a los fracasos, como el de Suecia '58 (su primer Mundial), el de México '70 (donde no fuimos) o el de Corea-Japón (cuando nos volvimos en primera fase después de la expectativa generada por esa selección de Bielsa). Pero nadie discute algo: vivió algo que ningún periodista en el mundo ha logrado y difícilmente llegue a conseguirlo.
-Enrique, éste de Qatar, ¿fue el Mundial que más alegría le dio?
-Es muy difícil medir las expresiones de alegría, pero el del '86 es el que, para mí, tuvo una significación especial. Es que yo conocía a Bilardo y Zubeldía del tiempo en el que trabajaba en radio Provincia de La Plata y siempre discutía con ellos cuando nos volvíamos en tren a la capital... Después, a Bilardo lo conocí de técnico y seguí muy de cerca el trabajo con esa selección.
-¿Quiere decir que había un afecto y un acercamiento?
-Sabía cosas esenciales, como por ejemplo que al sistema, Carlos lo tenía en la cabeza y no todos los entendían o lo querían entender... Nadie comprendía lo que era jugar con un líbero que apuntaba directamente a la pelota y con un líbero que podía apuntar a la pelota o como sobrante en la defensa, con volantes que sabían dónde presionar, con stopper que podían hacer persecuciones individuales... Yo a todo eso lo entendía porque lo veía en los entrenamientos y lo hablaba mucho con Carlos... Y después, Maradona... Pero ese resultado fue una consecuencia de lo que todos habíamos trabajado un poco, incluso los de afuera.
-¿Y encuentra algún parangón con éste?
-No, porque son circunstancias distintas... No acostumbro a comparar... Vos seguramente querrás saber qué opino respecto de quién fue mejor, si Messi o Maradona y yo no te lo voy a contestar. ¿Por qué?, porque tiene que haber una marcadísima diferencia entre los dos para que yo determine quién fue mejor... Tampoco me interesan los valores estadísticos... Y en cuanto a la trascendencia, los dos la tuvieron... Pero volviendo a tu pregunta, este Mundial ha sido una sorpresa, empezando por el técnico... Mirá, te propongo un juego: si antes del Mundial, yo a los jugadores los ponía en fila, capaz que ni siquiera me podías enumerar los nombres sin equivocarte... Fue un fenómeno muy particular el que se dio y mucho tiene que ver el correlato de Copa América ganada en Brasil.
-Dicho con una frase muy trillada, ¿se sacaron la mochila?
-Sí... Y además, lo ungieron a Messi como líder, que era una materia pendiente... Porque Messi no era el líder que diera el ejemplo por su autoridad afuera de la cancha más allá de la calidad de juego... Y allí lo consiguió.
-¿Cuál es su concepto de líder?
-El que no sólo lo es por lo que hace adentro de la cancha con la pelota, sino por lo que es afuera, en el trabajo, por su temperamento y por la representación que tiene por sobre sus compañeros en la pelea de acuerdos con la dirigencia... Se dio un fenómeno muy especial en Qatar... Y otra cosa: los que van a la cancha ahora no van con la apertura analítica que había antes para establecer por qué gana un equipo, con qué argumentos; hoy, a la cancha van a cantar, van de otra manera... Ese es el cambio generacional que se produjo, fueron a divertirse y a salir campeones. Y eso fue fantástico... Estos pibes se subieron a caballo de Messi y Messi los llevó aúpa a todos...
-¿Cuando se dio cuenta de que éramos campeones?
-¡En la final!... No había forma antes... Por costumbre soy de hacer análisis a mediano plazo, nunca a largo... ¿Por qué a mediano?, porque espiaba lo que pasaba con los otros. Y fijáte: ¿Alemania?, afuera. ¿España?, afuera... ¿Brasil?, era un problema si había que enfrentarlo y resulta que queda afuera con Croacia... Ahí dije: bueno, se nos está abriendo el camino... Entonces, más allá de la propia capacidad colectiva y peso de las individualidades, hay otros factores que te permiten abrir la puerta sin tanto desgaste... Pero no estaba tan seguro, hasta la final.
-En el '86, lo de Bilardo fue una especie de sorpresa o revolución táctica. ¿Vio algo similar ahora?
-No tanto como la del 86, que era más dura y fácil de analizar, pero acá fue la dinámica del equipo... La gente se olvidó de que este equipo, antes, hacía un gol y se tiraba atrás en la Copa América... Se olvidaron... Acá seguía atacando... Ganaba y seguía yendo al frente... Hubo una reacción ante los estímulos muy grande y un trabajo inteligente del equipo técnico, que supo despertar las ganas y la diversión en la cancha... Y además, dejaban todo... Colectivamente fue un hallazgo lo del cuerpo técnico... Y los jugadores le respondieron en forma brillante.
-¿Hubo algún jugador que lo sobrepasó en la expectativa?
¡Mbappé!... Y yo te digo una cosa: un 20 o un 30 por ciento de los que juegan, son africanos... El caso de Francia es el más concreto. Es mentira que sean puramente franceses, el origen es otro. Y yo tengo un gran respeto por los africanos, es otra clase de atleta y otra clase de jugador. Se han puesto serios, los han exigido y responden, entonces aparecen en muchas selecciones con un 30 por ciento que no nacieron en las escuelas tradicionales, tienen origen africano y dan muy buenos resultados
-¿Qué debe aprender el fútbol argentino de lo que pasó en Qatar?
-Nada... Quizás, saber que hay que ser disciplinado, que el juego tiene que ver con una lectura total y no sólo la condición técnica prevalece, sino que hay que saber dónde ubicarse y en qué momento trasladarse a otros lugares y capitalizar eso para sus otros compañeros.
-¿Hubo mundiales a los que fue con una expectativa que luego no se concretó?
-¡Claro!... En el '58, cuando debuté... Mirábamos a todos por arriba del hombro, decíamos que éramos el granero del mundo, que a las 5 de la mañana encontrabas restaurantes abiertos en la calle Corrientes, que Buenos Aires era la capital de todo... Y cuando jugamos en serio, ante un rival que exigía, nos dimos cuenta de que la cosa no era así... Antes del primer partido, una revista alemana quiso hacer un trabajo y los jugadores los sacaron a patadas diciendo: "¡no, papá, nosotros agarramos la pelota, la pisamos y nadie nos va a quitarla!". Y resulta que llegó el primer partido y ni la agarrábamos ni mucho menos la pisábamos... Y no sabíamos dónde quedaba Checoslovaquia y nos comimos 6 con ellos...
-¿Qué pasa cuando explica que ha visto y cubierto 17 mundiales?
-Que tenés que estar en el lugar indicado y en el momento indicado, se dieron todas las circunstancias... ¡Ni siquiera estaba resfriado cuando se jugaban los mundiales, que generalmente fueron en el invierno argentino!. Recién te decía lo del 58, que fue un desastre pero a la vez una enseñanza.
-Vio a Di Stefano, a Pelé, a Maradona, a Cruyff, a Messi...
-Mirá, mi afecto va hacia Di Stéfano y es porque yo entraba a la casa de él a jugar, lo seguí como ídolo barrial porque Alfredo era más grande que yo... El era de clase media alta, que era rarísimo para un jugador de fútbol... Pero como te decía, comparar es difícil porque te corren con las estadísticas, cosa que antes no había... El jugador es lo que hace, es el dominio de la pelota, del terreno y de las posiciones, es mucho más que la estadística... Menotti dice que el mejor fue Pelé y explicará por qué, pero es imposible comparar entre figuras de ese peso, de ese talento y de la trascendencia en una copa del mundo como todos ellos tuvieron.
-¿Se puede aglutinar con virtudes de cada uno de ellos al jugador perfecto?
-Di Stéfano tuvo un imitador, que fue Cruyff, en eso de jugar en distintos lugares de la cancha, con un gran nivel técnico y pegándole muy bien a la pelota con las dos piernas. Una vez, Alfredo sacó una pelota del área propia y terminó pateando, en la misma jugada, en el área de enfrente... Diego era pícaro, creativo y acá sacaba ventaja. Tenía un dominio de la pelota increíble, fantástico... Pelé te ganaba por potencia y coraje y fue uno de los más importantes recuperadores del prestigio brasileño, porque con él apareció el brasileño que se peleaba con todos, más aguerrido, algo que Diego también fue... Messi es un creativo enorme, hoy no tiene la misma velocidad de antes, pero tiene una gran zurda y gran pegada... A Messi lo llevaron para hacerlo crecer y mirá lo que hicieron, a Maradona lo sacaron de una villa y Alfredo era de clase media alta, no necesitaba del fútbol y mirá lo que fue... Todo raro y distinto, ¿no?
-¿Y Scaloni?
(Se tira hacia atrás, piensa un instante y responde) -No tengo la respuesta a lo que pasó con Scaloni... Cuando lo nombraron, yo decía que si él fuera médico cirujano, ni loco lo busco para que me opere... ¿Por qué?, porque no tenía antecedentes, no tenía historia... Aún así, con un cuerpo técnico excelente y un grupo de jugadores estupendo, hizo algo sensacional... Tiene virtudes, evidentemente, y también una gran responsabilidad, por más que a muchos nos sorprenda.