La “Chiva” Di Meola, Luque, Nery Pumpido, su amigo el Gitano Juárez y su gran discipulo Rubén Rossi, nombres que forman parte de la historia de un hombre inolvidable para el fútbol argentino.
Aquella tarde del 12 de octubre de 1974, el Flaco Menotti inició el proceso de ponerle una bisagra a la historia del fútbol argentino. Hasta ese momento, nos creíamos los mejores del mundo sin serlo; la selección deambulaba de ciclo en ciclo sin que nadie le preste debida atención y fue él quien instaló aquello de “prioridad número 1”, que por fin se empezaba a poner en práctica de manera seria y eficaz.
Pumpido era arquero de Unión cuando Menotti lo llevó al Mundial de España de 1982. Fotos: Archivo El Litoral
Esa tarde en la cancha de River, cuando Argentina empató con España 1 a 1 con gol de Rogel, se ponía una piedra fundacional al fútbol argentino con la recuperación de su esencia y, sobre todo, con un plan que iba a tener su objetivo en el Mundial de 1978, pero que antes debía transitar por un camino serio y virtuoso.
Leopoldo Luque junto a Mario Alberto Kempes, en el inicio de la final ante Holanda en 1978. Fotos: Archivo El Litoral
El primer “9” del Flaco fue la Chiva Di Meola. Aquél centrodelantero chiquito pero vivo, habilidoso, goleador, que no le temía a esos defensores grandotes que buscaban amilanarlo con pierna fuerte y rigor físico… Siempre que pudieran agarrarlo, claro… La Chiva ya no estaba más en Colón, pero había nacido en Colón. Allí forjó sus primeros años de carrera como centrodelantero, allí impactó al Vasco Urriolabeitia y fue él quien lo llevó a River. Eran tiempos de muchos “9” importantes en un fútbol argentino de wines que necesitaban alguien por adentro que terminen la jugada. Sin embargo, al Flaco lo deslumbró aquél chiquito con luces de potrero, pícaro, vivo, inteligente y goleador que se fue forjando en las canchitas santafesinas y en ese Colón al que luego volvió pero ya como “10”.
Menotti y el Gitano Juárez forjaron una gran amistad cuando jugaron en Central. El Gitano, uno de los técnicos más recordados de la historia de Colón, era un hombre de permanente consulta del Flaco. Fotos: Archivo El Litoral
Después, el Flaco se fijó con aquella selección del interior que él mismo formó, en Leopoldo Jacinto Luque y lo convocó cuando todavía estaba en Unión. Fue su “9”, también por encima de otros y hasta del propio Mario Alberto Kempes, a quién lo dio la libertad de jugar por el sector que más quiera. Luque se afirmó enseguida en River y también en la selección. Menotti creyó siempre en él y Leo le respondió. Inclusive, le dio la libertad de ir con su familia cuando falleció su hermano el mismo día del partido con Francia en el Mundial de 1978, cuando marcó un golazo y se luxó el codo. “Vaya con su familia que lo necesita, nosotros estaremos esperándolo pero usted decida qué es lo mejor y nosotros lo vamos a acompañar”, le dijo el Flaco, palabras más, palabras menos. Y Leo volvió para ser campeón del mundo, convirtiendo goles claves en el partido con Perú.
Rubén Rossi habla y Menotti lo escucha con mucha atención. Fue su "6" campeón mundial juvenil y allí nació una relación entre ellos que fue creciendo y fortaleciéndose. Fotos: Archivo El Litoral
El Flaco fue muy amigo del Gitano Juárez, al punto tal que cuando el Gitano dirigía a Colón, en 1975, Menotti lo tenía de colaborador activo y hasta le dio la misión de dirigir a una selección que fue a jugar un torneo a México.
El repaso debe incluir necesariamente a Nery Alberto Pumpido, que fue convocado por el Flaco como el tercer arquero para el Mundial de 1982 siendo todavía arquero de Unión, antes de que Nery emigre a Vélez y luego a River. Ese fue el punto de partida para la trayectoria del hombre que ocupó – y muy bien – el arco de la selección que fue campeón mundial en México ‘86.
Pero debe haber un lugar muy especial para alguien que hasta hoy disfrutaba de un afecto mutuo, imperturbable a pesar del paso del tiempo. Rubén Rossi fue el zaguero central que formó dupla con Simón en aquella selección juvenil de 1979 del título mundial inolvidable en Japón, con Maradona y Ramón Díaz como grandes figuras. Pero luego, el Flaco mantuvo una relación estrecha con Rossi y lo eligió para ser uno de los referentes de la escuela de entrenadores que lleva su nombre. Siempre y en todo momento, Menotti habló de Rossi como un hombre clave en el desarrollo del fútbol infanto-juvenil. “Hubo una época de grandes técnicos de inferiores como Pedernera, Gandulla, Duchini, que alguna vez dirigieron en Primera de manera circunstancial, pero que tenían pasión por la formación. Ahora eso no pasa. Rubén Rossi es un formador de futbolistas impresionante y tiene un conocimiento prodigioso. Yo presenté proyectos con él y lo primero que hice fue preguntarle si él no soñaba con dirigir un sub 20. Y me dijo que no. El siempre quiso formar”, dijo el Flaco alguna vez.
Menotti nació en Rosario, fue jugador de Central (también lo dirigió) y su primer club como técnico fue Newell’s, como ayudante del Gitano Juárez. Quizás por eso, sabía lo que era Santa Fe como tierra de grandes futbolistas. Y no renegó de eso. Fue fiel a sus principios y a su forma de ver las cosas. Como lo hizo siempre. Hasta el último instante de vida.