El ex delantero de Unión, gran figura en aquélla clasificación por primera vez a una copa internacional, dijo que "me hubiese gustado irme de otra manera de Unión", que durante cuatro años jugó por el contrato mínimo y que "si se supiese toda la verdad, la gente estaría más agradecida todavía".
"El carácter no puede ser desarrollado en tranquilidad y quietud. Sólo a través de pruebas y sufrimiento se puede fortalecer el alma, despejar la visión, inspirar ambición y lograr el éxito". Helen Keller.
Esos seis kilómetros de palacios y torres del Paseo de la Castellana son muy diferentes al de cualquier calle de su querida Sunchales o al sombreado y encantador Bulevar que tantas veces habrá recorrido en su llegada a Santa Fe. También marca diferencias con Paseo Colón o cualquier calle de las que habrá transitado entre broncas y ansiedades incontrolables, para ir a la Bombonera, cuando le tocó ponerse una de las camisetas más "pesadas" del mundo como la de Boca. Franco Soldano debe transitar hoy muchas veces por ese Paseo que tiene, más allá del toque de distinción arquitectónico que se le dio desde su creación a mediados del siglo 19, la inevitable seducción de pasar por uno de los estadios más emblemáticos del fútbol mundial como es el Santiago Bernabeu. Y precisamente allí, a escasos metros del mítico escenario futbolero en el que descollaron grandes figuras del fútbol mundial (algunas de ellas con acento bien argentino como lo fue el inolvidable Alfredo Di Stefano), Franco Soldano decidió soltarse y contar, con el beneficio de haber tomado distancia (no sólo la geográfica sino también la reflexiva), todo lo que le ha pasado en esta vida intensa que viene llevando desde que llegó a Santa Fe para ver si podía trascender las fronteras de aquélla Sunchales que lo vio crecer. Y vaya si lo consiguió.
La cita se dio después de uno de los entrenamientos en el Fuenlabrada, su actual club en el que está a préstamo hasta junio del año que viene. Madrid parecía una pintura a esa hora del mediodía, que ya empezaba a darle lugar a la siesta. El sol iluminaba más que nunca una callecita que tenía, como inevitable final de su existencia, la majestuosidad de las tribunas del Bernabeu que no podían disimularse entre tanta arboleda y resplandor.
-Franco, acá en Madrid debés estar un poco más tranquilo, menos expuesto. ¿O me equivoco?
(Risas) -Vengo al palo, ¿no?... Mirá, en Argentina, cuando te ponés la camiseta de Boca, por más que no seas hincha de Boca, te reconocen en cualquier parte... Siempre tengo en mi recuerdo una frase que me dijo Leo Madelón cuando llegué a Santa Fe a jugar en Unión. "Franco, tenés que hacer el paso del amateurismo al profesionalismo. Un vaso de gaseosa a las 7 de la tarde con tu hermana, cuando vas ganando, no admite discusión... Pero cuando perdés, se 'convierte' en un vaso de fernet a las 3 de la mañana de un domingo y la que está a tu lado no es tu hermana", me decía Leo. ¿Se entiende?
-Obvio...
-Vuelvo a tu pregunta... Estoy más tranquilo... Nosotros somos personas que jugamos al fútbol y en Argentina parecería que dejamos de ser personas y que el humor de la gente depende de lo que hagamos durante los 90 minutos... Al principio lo sufría. Y mucho... Es que los cambios fueron muy grandes. Yo no tuve inferiores de Afa, y pasé de Sunchales, donde había un solo periodista y que lo conocía de toda la vida, a Santa Fe, donde había muchos más, donde la convivencia y la exigencia es otra. Después vino algo distinto como Grecia, por una cuestión de idioma. Y en Boca, todo se eleva a la máxima potencia.
-¿Cómo me podrías resumir ese cambio?, ¿qué es lo primero que se te ocurre?
-Si hacés un gol con la camiseta de Boca en Copa Libertadores, hasta el diario de Brasil quiere hablar con vos… Mirá, en Santa Fe, cuando me iba bien, yo veía que en Buenos Aires no hablaban de mí... ¡Y me daba bronca!... Cuando llegué a Boca, fue todo lo contrario... ¡Quería que dejasen de hablar de mí! (risas)... Me tuve que adaptar a ese mundo…
-¿Se te complicó?
-Lo tomé como un gran aprendizaje... El aprendizaje era ver cómo abstraerme, por ejemplo, de no comprar el diario cuando ganábamos 3 a 0 ni tampoco cuando perdíamos 4 a 0. El equilibrio en esas cosas fue clave... Tuve que recurrir al sicólogo.
-Y dentro de ese mundo tan distinto y particular, ¿te sentiste protegido por la gente de Boca, caso Tevez por ejemplo?
-¡Por supuesto...! Mirá, es tanta, pero tanta, la gente que sigue a Boca, que capaz que de 100 personas, hay 10 que te critican... Y te quedás con eso, con las críticas de esas 10, porque es lo que más te duele... ¡Pero no valorizás a los 90 que hablan bien!, ¿se entiende?... Somos una sociedad crítica, que cree que sabe mucho de muchas cosas y la realidad es que sabemos poco... Somos críticos de Messi, de Schwartzman, de Ginóbili… La crítica forma parte de nosotros, pero la protección más grande en Boca, la sentía adentro. Por eso soy muy agradecido a todos los que estaban al lado mío. No es casual que con todos los técnicos jugué y traté de hacerlo de la mejor manera... Además, fue un año político, con críticas más hirientes que en otros momentos y lo que crecí como profesional, fue por ese "master acelerado" que hice en Boca.
-¿Qué fue lo que más te sorprendió de todo lo que se decía?, ¿cuál fue el disparate más grande que escuchaste?
-No sé si decirle disparate, pero muchas críticas no eran analizadas técnicamente... Por ejemplo, se me criticó la falta de gol, pero al equipo no le faltaba gol. Salvio hizo 12 goles, Villa 11, Carlos Tevez estuvo en un nivel superlativo... A mi me faltaban situaciones pero no me preocupaba. Ganamos varios partidos por goleada, en el torneo local y en la Libertadores. Entonces, me preguntaba: ¿por qué me critican a mí si el equipo ganó por goleada?... Pero el técnico y los compañeros me hacían sentir importante.
-¿Cuál fue el consejo más lindo que recibiste en ese momento?
-Un día, después de un partido, Miguel Russo se me acerca y me dice: "No te preocupes si no hacés goles, para mí hiciste un gran partido y te pido que no te desesperes por hacer goles, porque vas a dejar de hacer las cosas que yo quiero que hagas para el equipo y capaz que, en ese momento, no me servís más"… Y cuando me tocaba convertir, sentía con intensidad la alegría y la energía de mis compañeros... ¡Que se ponían más contentos que yo… Muchas veces me quedaba entrenando fuera de turno para pulirme y mejorar... Pero eso no se ve.
-Fuiste plenamente feliz en Unión?
(Piensa) -Hubiese sido una felicidad plena si me iba de otra manera. No me gustó la forma en que me fui de Unión... No me sentí valorado por la dirigencia... Todo lo cómodo y lo bueno que me daba la gente, no lo sentía desde otro lugar, sólo desde el lugar de la gente... Fue una lástima el cómo me fui.
-¿Por qué?
-Porque la campaña fue histórica, clasificamos a la Sudamericana, yo fui uno de los goleadores y todavía estando en Santa Fe, hubo gente que dudó de mi palabra, de mi forma de actuar... Y que estaba haciendo las cosas mal para el club.
-¿Te afectó?
-... Yo voy a ser siempre muy agradecido, porque Unión fue el que me dio un nombre profesional... Yo jugué en Boca y hoy estoy acá en España, gracias a Unión... A mi no me conocía nadie cuando llegué de Sunchales. La gente me trató siempre de maravillas y cuando las cosas no me salían, la gente me ayudaba... Cuando se dio mi salida escuché cosas que no me gustaron, como que quería hacer negocios personales o que no quería devolverle a Unión lo que Unión me dio... ¡Si en algún momento se conociera toda la verdad, la gente estaría más agradecida todavía!
-¿No se conoce toda la verdad?
-No se conoce… Hay detalles que no voy a dar... Yo tenía un valor para el mercado, pero que para el club no lo tenía… Yo hice un solo contrato con Unión, nunca me lo mejoraron, nunca me movieron un solo número, tuve el contrato mínimo por ser un amateur de 19 años cuando llegué a Santa Fe y jamás me cambiaron ese número…
-¿Nunca te mejoraron el contrato?
-En cuatro años nunca me tocaron el número de lo que ganaba… Y cuando me lo quisieron tocar, fue cuando tenía un valor importante para el exterior, pero así y todo no se me valoraba adentro… Dejé parte de mi ficha en Unión y no sé si eso se sabe o no… Hay gente importante de la dirigencia que supo muy bien todo lo que pasó, algunos ya dieron un paso al costado y otros siguen y por fuera me hicieron saber de su pensamiento respecto de lo que ocurrió…
-¿Le guardás rencor al presidente?
-Yo sigo siendo un agradecido a Spahn, porque la verdad es que un día me llamó a Sunchales y me dijo que me traía a Unión sin saber si era alto, flaco, rubio o morocho… ¡Y me trajo! (N. de R: Franco Soldano llega a Unión por recomendación de Ricardo Pancaldo, el técnico que acaba de ascender a Deportivo Madryn a la B Nacional).
-La impresión que se tiene respecto de tu pase a Grecia es que se hizo por un valor muy bajo...
-Algunas cosas fueron claras y las voy a contar... En junio de aquél año que clasificamos a la Sudamericana del año siguiente, me llega una oferta de un club de Inglaterra. Me fueron a ver contra Independiente, la noche que clasificamos con un gol mío y un partido de Copa Argentina, en cancha de Patronato. Se decidieron. Estaba todo muy avanzado, cifras históricas para el club y el club las rechazó porque no compartían ideales dentro de la negociación y entonces Olympíacos, que había hecho una oferta histórica en junio, se queda a fin de ese año con mi pase por mucho menos de la mitad, porque quedaba libre a los pocos meses.
-Y vos, ¿adónde querías ir?
-Inglaterra era la prioridad... Fui a cenar con ellos y hasta me mandaron la camiseta con el número y mi apellido, porque estaba muy avanzado... Se cayó y cada gente que participó en la negociación saben por qué... Los meses siguientes fueron duros, yo estaba molesto, se había dejado pasar una oportunidad de crecer para mí y de ayudar al club... Y se especuló que yo quería hacer negocios personales, que el pase pertenecía a mi familia y eso me afectó porque siempre fui muy noble... Mi prioridad era el crecimiento deportivo, por eso me fui y dejé mi ficha en Unión... Y me fui a Grecia en enero, cuando no era conveniente porque era el mercado de enero, en plena competencia acá en Europa.
-¿Guardás rencor por eso que pasó?
-No... Mucha gente que está ahora en el club es responsable de haberme llevado, se portaron de maravillas conmigo y con mi familia. Yo tuve una lesión de rodilla y fueron seis meses bravos en los que encontré contención... Cuando murió mi mamá, me apoyaron de manera extraordinaria... De todo eso no me olvido... Lo que quiero y deseo es que esas malas negociaciones, sirvan de experiencia. No sólo por lo que pasó conmigo.
-¿Por quién más lo decís?
-Lo que ví es que lo mío no fue un caso aislado, muchos jugadores de esa plantilla histórica se fueron libres y eso fue una verdadera lástima.
-¿Vos tenés la sensación de que Unión te regaló?
-No sé… De lo que estoy seguro es que podría haber sacado mayor provecho. Nosotros somos un producto y tenemos un precio. Es la ley del fútbol y debemos entenderla y aceptarla... Es como si tenés un supermercado y la botella de agua la pones a un peso o a cinco pesos... El gran negocio es venderla a cinco... En mi caso, se la vendió a uno.
-¿Está en tus planes volver a Unión?
-¡Por supuesto!... El trato fue sensacional, tuve cuatro años increíbles, muchos amigos del fútbol están en Unión o los conocí allí. Gente que considero muy cercana como Sergio Magnín, que lo crucé un día antes de venirme a Europa y le dí un abrazo grande...
-¿Sabías que se fue del club?
-¡Claro que sabía!... Y le mandé un mensaje cuando me enteré... ¡Los doctores Calvo!... En todos los clubes a los que fui, lo primero que me dijeron fue "qué bien tenés la rodilla"... Y ellos, los Calvo, son los responsables... La gente de la cocina, sé que Carlitos no está más... Esas cosas te hacen cercano y es como estar en familia... Me encantaría volver... Una de las cosas que nunca pude hacer fue ir a la cancha de Unión, por culpa de la pandemia... Sólo volví una vez y jugando para Boca.