Cuando Talleres hizo una recordada gira por Zaire (también fue Temperley), un periodista lo bautizó como “El dios del fútbol”. Hasta llegaron a compararlo con Pelé. El “Hacha” Ludueña jugaba muy bien. Pero muy bien en serio. Formó parte de equipos increíbles de Talleres de Córdoba que hoy, en la perspectiva que da el tiempo, suena muy extraño que un equipo de liga (eso era Talleres, que únicamente aspiraba a jugar el Nacional en la última parte del año), tuviese tantos buenos jugadores que luego fueron campeones del mundo (Luis Galván, Oviedo, Valencia) y dos que se quedaron en la puerta (el “Hacha” Ludueña y Humberto Bravo).
“Mis ‘amigos’ me veían salir del entrenamiento y me decían que fuéramos a tomar algo, que allá había minas. Y gastás, gastás, gastás… Me iba a Toledo, a las whiskerías con ellos. Hacía cerrar whiskerías para mis “amigos”, para que ellos estuvieran con mujeres. Y pagaba todo yo. Las malas juntas y el alcohol me privaron de disfrutar de las cosas lindas de la vida, sobre todo de mis viejos. Debí disfrutarlos más. Cuando están muertos, ellos no saben si les llevás una flor. Yo salía de mi casa a la mañana y volví a a la noche tomado”, declaró el “Hacha” cuando ya el fútbol lo extrañaba.
💙 “El Dios del Fútbol” siempre estará en nuestros corazones. Gracias por todo tu talento por ser parte del mejor Talleres de la hisToria.
Luis Antonio “El Hacha” Ludueña, nuestro Dios que nos deja un legado eterno 🙌 pic.twitter.com/Xef5tmHjRK
Un corte en el tendón de Aquiles lo dejó afuera del Mundial de 1978. Un accidente doméstico lo privó de la gloria. “Ardiles y Larrosa estaban detrás mío”, decía el “Hacha”. No estaba tan alejado de la realidad, aunque en ese tiempo, Argentina gozaba de espléndidos “8” que la dejaban “chiquita”, como Brindisi, Jota Jota López, Hugo Villarruel, Osvaldo "Chaqueño" Mazo, entre otros.
Su mayor decepción la vivió en la increíble final con Independiente del Nacional de 1977, cuando Talleres ganaba en Córdoba y tenía tres jugadores más. El gol de Bochini, agónico y heroico, le dio el empate y el título a Independiente. Fue una final que Talleres no perdió en la cancha, pero sí en el reglamento (el gol de visitante valía doble). Lo mismo que años más tarde le pasó a Unión con River. Y a propósito, el “Hacha” era un emblema de Talleres en aquél choque de cuartos de final, cuando Unión dejó en el camino a los cordobeses, ganándole 3 a 0 en el 15 de Abril con una exhibición futbolística y cayendo 2 a 0 en el Kempes con una notable actuación de Pumpido (penal atajado incluido).
El penal que le atajan a Ludueña.
Fue un personaje el “Hacha”, adentro y afuera de la cancha. Un jugador de potrero, de campito. Un crack con todas las letras que no supo ni entendió, quizás, lo que era el verdadero profesionalismo. Se puso él mismo un techo.