La selección Argentina se toma en serio que es la mejor del mundo
Demostrando que la ambición ganadora continúa, el equipo de Scaloni venció incuestionablemente a Australia. Messi hizo el gol más rápido de su carrera a los 79 segundos. El otro fue de Pezella para sellar el 2 a 0.
La selección Argentina se toma en serio que es la mejor del mundo
Veinte minutos iniciales brillantes, con toque, precisión, mucha presión, movilidad y fútbol, fue la imagen que irradió un equipo que no pierde la ambición ganadora que lo llevó a ser el mejor del mundo. La superioridad, frente a un duro rival, la recuperó en el segundo tiempo con el buen ingreso de Lo Celso. Messi volvió a ser lo que es: la estrella desequilibrante del equipo. Y De Paul también fue lo que es: el caudillo del sacrificio, que se agranda cuando se pone la camiseta de la selección y que también enseña el camino al resto.
Enzo Fernández robó la pelota en la misma salida de Australia, se la tocó a Messi y el “10” puso su sello habitual. Enganchó hacia la zurda como hace siempre y le pegó de chanfle y al ángulo, también como lo hace siempre. Hizo fácil lo difícil (o imposible), argumento irrebatible para convertirlo en el mejor de todos. Ese gol tempranero (iban 1 minuto con 19 segundos), permitió que Messi pueda batir su propio record: fue el más rápido de los 807 que lleva en toda su carrera.
Arranco por el gol, porque fue un golazo y por lo que significó en la propia carrera de Messi. Y porque fue la pauta de los 20 minutos posteriores, donde se vio al campeón del mundo. Argentina manejó el partido a voluntad, ante un rival superado. Muchísima presión para la recuperación, paciencia en el manejo de la pelota, precisión, apariciones por sorpresa de los volantes (sobre todo MacAllister, muy decidido para pisar el área adversaria) y mucha solvencia en todos los sectores de la cancha. Inclusive, el mismo Messi tuvo una situación propicia cuando entró por el costado derecho del área y le pegó de derecha contra la parte exterior de la red. Fue el momento de un dominio constante, en el que Argentina tuvo los resabios del campeón del mundo.
Lionel Messi de Argentina celebra tras marcar el primer gol. Crédito: REUTERS.
Las imprecisiones posteriores (muchos pases errados de Enzo Fernández, por ejemplo), más el crecimiento de los australianos, lograron que el partido se emparejara. La posesión de la pelota se hizo más equilibrada. Y los australianos tuvieron una chance neta cuando entre la atajada del Dibu Martínez y el rebote posterior en el palo izquierdo, cerraran el arco en la única clara de gol que tuvieron los australianos.
Hubo cambios en el segundo tiempo que favorecieron a una Argentina que retomó la superioridad. Quizás no lo hizo de la manera acentuada de los primeros 20 minutos – que fueron los mejores del equipo – pero se la vio nuevamente dominante. Entró muy bien Lo Celso, un jugador que se perdió el Mundial por una lesión cuando iba camino a ser titular y que demuestra su jerarquía cuando le toca jugar. Se paró bien abierto por derecha, corriéndose De Paul al medio para formar una línea de cuatro volantes con el retroceso de Nicolás González. Y también fue revitalizante el ingreso de Pezella, que además de aportar seguridad defensiva, agregó la cuota de gol en una jugada bien armada en la salida de un córner por Messi y De Paul, para que el centro posterior encuentre al ex defensor de River “peinando” la pelota por el medio y llamativamente solo, dejando parado al arquero australiano.
Mencioné a De Paul. Messi es la estrella, la figura, el conductor, líder y capitán, nadie lo discute. Pero si hay un caudillo abanderado del sacrificio y que también marca el camino en este equipo, es Rodrigo De Paul. Su presencia es tan útil como necesaria. Y a esa capacidad de entrega, le aporta fútbol. Lo busca a Messi y Messi lo busca a él. Es el “lugarteniente” del capitán, alguien en quién el resto del equipo se respalda.
Entró también Garnacho para abrirse por izquierda. Parece ser el lugar en el que se siente cómodo, porque más allá del respeto hacia una línea táctica que se intenta mantener, seguramente Scaloni pretenderá que el juvenil se sienta bien y demuestre en el lugar de la cancha en el que mejor se siente. Hizo poco, pero hay que esperarlo. Se han creado muchas expectativas en torno a él y por eso se espera más. Estuvo apurado e inseguro. Messi armó una jugada estupenda sacándose de encima cuatro rivales y lo habilitó, pero él no pudo aprovechar la oportunidad para ponerle la “frutilla al postre” a esa brillante maniobra de su capitán. No importa. Esto recién arranca para él.
Alejandro Garnacho de Argentina en acción. Crédito: REUTERS.
Tuvo buenos pasajes la selección. Y de más está decir que la victoria no admite ningún tipo de cuestionamientos. Y hay algo que es bueno destacar: se nota que el “hambre de gloria” no se termina con el título del mundo. Estos muchachos entran a la cancha con la confianza y la seguridad de ser los mejores, pero saben y se empeñan en seguir demostrándolo. Enfrente no hubo cualquier selección. Fue una que en el Mundial nos creó más de una complicación para vencerla en octavos de final. Y volvimos a ganarle bien.