El colega Cristian Leblebidjian hizo un análisis pormenorizado de la situación que se ha planteado en torno a la continuidad de Lionel Scaloni como entrenador de la selección nacional, que fue publicado en La Nación. En pocas horas (o días), Scaloni se reunirá con Messi y dejarán en claro algunas cuestiones que perturban al técnico campeón del mundo y lo han puesto al borde de su dimisión como DT de la selección, a pocos días de cumplirse el primer aniversario del momento más feliz y festejado del fútbol argentino.
Desde que Lionel Scaloni puso en duda su continuidad en la selección, el 21 de noviembre pasado, no se terminan de esclarecer los motivos –públicamente- que ponen la continuidad en jaque. Ni siquiera las declaraciones de un lado y del otro dejan al descubierto (de manera oficial) las razones del desgaste. Sin embargo, lo que se observa es que al DT lo dejaron solo. Ya sea por omisión o por confrontamiento vía terceros, a Scaloni lo dejaron solo (con su cuerpo técnico). Y si todavía no se fue es porque pretende seguir, porque debe sentir que es el primero o el segundo en querer seguir ganando con la Argentina. El grito desesperado puede ser la alarma para avisar internamente: "Está pasando esto". Y si se exterioriza es porque (puertas para adentro) no tuvo antes las soluciones esperadas. Si no las pidió, ahí al técnico se le habría escapado un paso intermedio. Pero el malestar está y la continuidad sigue en duda, por más fotos que se saquen o frases que se digan para maquillar determinadas circunstancias.
"Tengo muchas cosas que pensar. Esta selección necesita un entrenador que tenga todas las energías posibles y que esté bien", dijo sin que le pregunten nada en esa dirección luego del éxito ante Brasil. Y tras el sorteo no despejó los interrogantes: "Hoy estoy acá". El primer mensaje había sido: "Ahora toca parar la pelota, tengo muchas cosas que pensar en este tiempo. Estos jugadores me han dado un montón, nos han dado un montón al cuerpo técnico y necesito pensar mucho qué voy a hacer. No es un adiós ni otra cosa, pero necesito pensar porque la vara está muy alta y está complicado seguir, seguir ganando, toca pensar este tiempo, se lo diré al presidente, a los jugadores, porque esta selección necesita un entrenador que tenga todas las energías posibles y que esté bien". Tras el sorteo, maquilló una frase hacia el presidente de la AFA y se publicó una foto juntos en Miami ¿a modo de tregua?. Lo nuevo en la historia, marcado con resaltador, es que Scaloni va a tener una charla con Lionel Messi. Y esa conversación sí puede resultar decisiva sobre los pasos a seguir.
Si desde el plantel argentino sintieron que Scaloni se cortó solo al anteponer su malestar y fastidio por las situaciones que debe afrontar desde su rol luego del gran triunfo ante Brasil, donde la noticia "debería haber sido esa": el éxito histórico en el Maracaná, el golazo de Otamendi, la vigencia del campeón del mundo en juego y presencia… El entrenador también pudo sentirse ninguneado por los jugadores. ¿En qué momento? Cuando Messi decidió retirar al equipo del campo de juego por los incidentes que se estaban dando entre los hinchas y la policía.
Desde aquél momento glorioso, cuando bajaron del avión con la copa del mundo hace poquito menos de un año, a esta realidad, hay muchas diferencias. Messi y Scaloni se reunirán en los próximos días.
El punto que dejó mal parado al DT no fue la decisión de "retirar al equipo" (la realidad es que nunca pareció ser una opción literal de Messi y Cía. no jugar el clásico), hasta se pudo ver como un gesto comprometido de los jugadores más allá del campo de juego. Pero en ningún momento se lo tuvo en cuenta al cuerpo técnico para tomar la decisión de manera conjunta. Más: Messi podía haber simulado incluso un pedido de permiso ante Scaloni que en realidad no era tal porque los futbolistas ya tenían decidido dejar el campo de juego en solidaridad con los argentinos agredidos, pero lo correcto hubiera sido acercarse al banco de suplentes o a Scaloni y compartir dicho movimiento. "Nos vamos", fue la seña. Y los jugadores se fueron. La imagen de Scaloni, como líder del equipo, no quedó bien parada, aunque esa no haya sido la intención.
Otro punto que a un entrenador le pudo molestar fue cuando, al día siguiente, Rodrigo De Paul publicó en sus redes sociales: "Defendiste a la gente y jugaste desgarrado por nosotros, gracias capitán". El "jugaste desgarrado" puede sonar a elogio hacia Messi para el hincha argentino, pero también a cierta decisión individual del 10: ¿si jugó desgarrado estuvo bien o fue un acto no del todo responsable ante un plantel con capacidad sobrada para reemplazarlo? Si Scaloni se daba vuelta y miraba el banco, tenía como posibles recambios a otros campeones del mundo como Angel Di María y Lautaro Martínez. Ninguno es como Messi, pero si se pretendía no perder fuego ofensivo o jerarquía en los últimos metros, había y de sobradas condiciones. Incluso en ese momento (y sabiendo que Messi no estaba en plenitud desde lo físico) sorprendió la ausencia de Paulo Dybala en el banco de suplentes. A Dybala le cuesta jugar cuando está el capitán y cuando no está o cuando está condicionado desde lo físico, también.
Claro que en este punto, Scaloni quedó preso de sus palabras: "Si Messi no me lo pide, no lo saco", dejó en claro en plena cita máxima a fines del año pasado. Ahora bien: cuando un DT afirma algo así, es porque cuenta con la complicidad de que, si el primero que sabe que no está bien es el jugador, debería reflejarlo. Quizás Messi, que fue reemplazado a los 32 minutos de la segunda etapa por Di María, debió haber pedido el cambio a los 10 de esa segunda etapa. Aunque sea Messi. Quizás, porque nadie lo cuestionó públicamente.
"Es el único jugador del mundo que puede jugar en las condiciones que jugó él. Tenía una molestia en el aductor y jugó hasta donde pudo, dio una mano al equipo y sabemos todo lo que significa", dijo Scaloni en conferencia de prensa tras la victoria. Lo cierto es que Messi jugó muy por debajo de sus posibilidades esa noche por un dolor en el aductor de su pierna derecha que le requirió masajes más de una vez durante el partido.
Lionel Messi, como capitán, no se expresó públicamente luego de que Scaloni puso en duda seguir. Hasta hoy, tampoco se supo si medió entre el DT y Tapia, con el que tiene una excelente relación. ¿Y si Scaloni, así como tocó la puerta de Chiqui Tapia para hablar de su contrato, los premios y los futuros amistosos, hizo lo propio con el 10 para empujar todos para el mismo lado pero no tuvo el eco esperado? Es cierto que pareció un comentario fuera de contexto el que hizo Scaloni luego de semejante triunfo ante Brasil, pero ¿y si llegó a ese punto porque se sintió solo? Es difícil pensar que un entrenador llegue a ese climax de saturación si sabe que, teniendo el respaldo del plantel en una reunión que podría quedar como noticia sólo entre las paredes del predio Lionel Messi, termina explotado de la manera que lo hizo públicamente. Lo de Scaloni pareció un grito desesperado y ante el último contacto que iba a tener con la prensa antes del sorteo, antes de activar el diseño del futuro en 2024 y con la Copa América a la vuelta de la esquina.
El entrenador –en medio de su indefinición- seguía recibiendo golpes. Porque el día anterior al sorteo los chispazos continuaron con Tapia, desde el cambio de pasajes para no estar tanto tiempo antes en Miami a la aparición en escena de Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, marcándole la cancha a Scaloni: "Tuvo la visión de poner al técnico cuando mucha gente lo ponía en duda. No hay barco sin capitán. Lógicamente, el mérito es más del 100 por ciento de los jugadores, eso no está en discusión. Por supuesto el gran estratega es Scaloni, el mejor DT del mundo, ninguna duda. Pero ningún barco anda sin capitán y ese es Tapia, quien ya está pensando en el próximo paso", sostuvo tras la inauguración de las oficinas de la AFA en Miami. No era un partido para que juegue Alejandro Domínguez.
Si algo pudo molestar a Scaloni es que, pasado casi un año de la gesta de Qatar 2022, lo seguían tratando como interino o no le den cabida a sus pedidos desde las oficinas de Claudio Chiqui Tapia, algo parecido pudo sentir del lado de los futbolistas. "Tenemos que estar todos enfocados", repite el DT.
En lo que va de su ciclo, Scaloni completó 66 partidos al mando del seleccionado, con un registro de 48 triunfos, 12 empates y apenas seis derrotas. Ganó la Copa América 2021, también la Finalíssima ante Italia y la Copa del Mundo. Marcha líder en las Eliminatorias para 2026. Se lo ve incómodo porque pretende seguir ganando, pero no ve las energías direccionadas en todos los lados para poder tener un escenario en donde el plantel sólo se preocupe por el juego. ¿Antes tampoco pasaba al 100 %? Quizás no, la AFA siempre mostró grietas en la conducción dirigencial –sobre todo con muchísimas cuentas pendientes en el fútbol local- y más de una vez habrá tenido que charlar de manera individual o grupal con un plantel de jugadores con mucha capacidad y jerarquía pero también con reacciones que podían estar el filo de correrse de la línea.
Pero algo cambió. Ahora Scaloni es tan campeón del mundo como Messi y Tapia. Cada uno desde su rol. Después de muchos nombres, y aún el propio actual entrenador reconociendo errores, el plan con el que la selección desplegó un "fútbol total" además de ser campeona del mundo fue con Scaloni. Pero al DT no le gusta que lo miren de costado. Las cosas le molestan al punto de explotar como explotó. Y por ahora nadie desactivó (del todo) ningún malestar, quizás la próxima charla con Messi lo haga. ¿Si está a tiempo de seguir? Un técnico no explota así de la noche a la mañana sólo por "detalles" o por tener un mal día. Lo dejaron solo. Y lo neutral no suma para la reconciliación. De acá en adelante pretende volver a estar acompañado. Hasta ahora, con el paso de los días, Scaloni dice públicamente que "está todo bien", pero él no desactivó su incomodidad.